lunes, 12 de octubre de 2015

PACO PACHO TARANILLA (Paquito) IN MEMORIAM

 
 
( Paco Pacho Taranilla, 1944 - 2014)
 

       
 

Por alguna razón en especial tenía pendiente escribirte unas palabras que te sirvieran de  despedida Paco.  A mi juicio, nada más oportuno que  hoy para escribirlas  cuando se cumple exactamente un año que nos dejaste físicamente por que en espíritu y en la memoria sigues estando entre  nosotros,  siempre con tu carácter tan afable, tan dicharachero, tan bromista... Sin duda eras de esa clase de personas  a las que sin dificultad alguna se las tiene una gran estima  debido a  esa encantadora   simpatía que toda su personalidad  rebosa.  Hoy en tu aniversario te acerco hasta este blog donde acostumbro a citarme con  el recuerdo de Mozos de Cea, porque estoy seguro de que si aún vivieras serías fiel lector del mismo.  Y no me cabe duda alguna de que también te resultaría grata su lectura. No creo equivocarme si afirmo que   tú  también llevabas pegada a la piel del corazón esa nostalgia de la que  aquí hablo y que  formó parte intrínseca de aquellos tiempos remotos de Mozos de Cea: nuestro pueblo   el cual  estoy convencido de que esa querencia que  por él sentías en tu interior, o en tu sangre,  se te había arraigado  con una fuerza inmensa.  
 
Ahora a través de la palabra, cargada de  emotividad,   trataré de  rememorar algunos de esos momentos o situaciones relacionadas con tu nombre, o con  tu presencia, y que de alguna manera compartí contigo. Como por ejemplo, el juego de los bolos. ¡Qué gran afición tenías a este tradicional juego!...Me hacia gracia cuando me preguntabas.-  ¿a  dónde se puede ir "a pinar unos bolos"?, es que yo lo conocía como jugar a los bolos. Recuerdo aquel lejano domingo de agosto   cuando en tu coche recorrimos tres pueblos: Villaverde, Canalejas  y Villamartín simplemente por ir a "pinar unos bolos".  En el último pueblo nombrado fue donde acabamos saciando nuestra "ansiedad" de bolos. Eso era amor y afición por este juego que hace unos cuantos años se practicaba de manera constante en Mozos de Cea. Otra cosa que me hacía gracia era el mosqueo que cogías cuando te fincabas, o esas reacciones espontáneas de notoria felicidad    porque habías ahorcado . ¿Y el pique que tenías conmigo cuando te superaba al tirar una bola? Pique sano claro está. Esto lamentablemente se terminó. Pero siempre  recordaré estos momentos, no  con cierta tristeza cuando pase por delante la bolera "Campos de María". Esa elegante bolera construida no hace muchos años en el pueblo y que  la poca utilización que se hace de ella   por desgracia  aparenta ya no tener vida.
 
¿Y el "Parque del poniente"?  Este fue el nombre que pusiste a la ladera de Tomorisco. Ese término donde empieza parte de la cota de Mozos de Cea. Con tus tijeras de podar fuiste talando las ramas sobrantes de las encina y robles nuevos que crecen en esa ladera, y algún que otro matorral,  para darle una sugerente visión    al paisaje natural  que allí se encuentra. Esa labor rehabilitadora  fue lo que una tarde, ya anocheciendo, te vi realizar cuando yo volvía a casa de unos de mis habituales y largos paseos. Y me alegró verte desempeñar con tanta dedicación   aquella "fancedera" a título personal  porque este tipo de  labores  a mi también de vez en cuando me gusta realizar.  Ambos se ve que teníamos parecida   sensibilidad y predisposición por este tipo de tareas, todas ellas en bien de la comunidad.A propósito de las facenderas vecinales, nunca se me olvidará lo animoso y predispuesto que siempre estabas a llevarlas a cabo cuando éstas se convocaban en verano. Ahí estabas tú;  en alguna ocasión avisando con el tradicional toque de campana   a los vecinos para que éstos acudieran a  la facendera.  Desde luego que a la hora de colaborar en cuanto evento se organizará en el pueblo,  acostumbrabas a ser uno de los primeros colaboradores, si escamotear esfuerzo alguno.  Recuerdo también la satisfacción con que vivías las meriendas populares y sus posteriores chuflas. Siempre tan animoso, tan jubiloso...Tratando en lo posible de contagiarnos tu personal alegría  a todos los que estábamos allí presentes Alguien en una ocasión comentó que eras "la alegría de la huerta". Y cuanta razón tenía.

El lobo, el jabalí, el gato montés, el oso... y algún que otro espécimen de la fauna autóctona, o de la que se encontraba de paso,  formaban parte de aquellos animales que decías a ver visto en algún  lugar del término de  Mozos de Cea mientras paseabas . La verdad que  imaginación y guasa al respecto no te faltaban, pero no creo que hubiera ingenuo alguno que  se creyera las típicas historias que nos contabas.  ¿Sabes una cosa? Este año no hubo el anual viaje a Valderas    para ir a comer el suculento y  famoso bacalao. No se si por desgana o porque tú no estabas,  suspendieron la comida. Creo que en aptitud solidaria por tu ausencia fue la suspensión  ya que resultabas  una especie de "alma mater" del grupo que organizaba y asistía a esta comida. Hay que reconocer que este verano pasado se te echó  bastante en falta, sobre todo en ese    "ambientillo" del bar y su partidas de tute, sus discusiones futboleras (tú  siempre   con  el sentimiento merengón defendiendo al  Madrid), y también en esas dos comidas de confraternidad que este año se organizaron en el pueblo: la habitual de todos los años y la  del ayuntamiento.   A mí personalmente a  veces me daba la impresión de que por causas mayores   no habías podido venir este verano al pueblo, pero que el próximo año en agosto  sí que vendrías tan amable como de costumbre  y de nuevo    volverías a "contagiarnos" con tu particular simpatía.  Pero ya no será posible que esto se haga realidad porque el destino en forma de muerte así lo ha querido. Es evidente que la muerte tal como los humanos estamos concebidos resulta inevitable su llegada tarde o temprano, por lo tanto es un hecho que debemos asumir.

Lo mismo que tu familia, quienes de algún modo podemos considerarnos tus amigos, acabaremos acostumbrándonos a vivir con tu ausencia, obviamente desde dos vertientes muy distintas, como son el cariño especial y sin condición de tus seres queridos y el sentimiento que proviene de la amistad. Te has ido definitivamente, pero   la vida para quienes te hemos sobrevivido prosigue con su habitual cotidianidad y,  como es lógico,  suministrándonos sus dosis de penas y alegrías. Seguro que en el futuro podrá surgir  en cualquier momento  alguna situación  que tú viviste en su día y que guarda  relación con el  pueblo y esto será motivo suficiente para recordarte. Siempre resulta  importante que el recuerdo de una persona que muere siga latente porque, mientras alguien le siga nombrando,  nunca morirá  del todo. Estoy convencido de que será posible lograr  con  creces este objetivo  porque contarás con  el favor de tu  familia más cercana: ellos serán quienes   hagan que permanezcas para siempre vivo en su memoria. Y ahí permanecerás fuera del tiempo acompañándoles siempre.

Me despido de ti Paco (Paquito como normalmente en el pueblo se te nombraba) Allá donde estés, espero y deseo que la eternidad te sea lo más leve posible.

Hasta siempre.


Rafael
(18 de octubre de 2015)

 
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(Hermosa canción  cantada con voz angelical que estimo oportuna para este escrito y espero  que sirva como homenaje a   Paco en el aniversario de su muerte.  Sólo es cuestión de escucharla para que lo comprobéis)
 

jueves, 8 de octubre de 2015

RECORDANDO TRADICIONES

Seguimos como de costumbre citándonos con el recuerdo y eso supone rememorar momentos de un pasado que aparentemente nos queda ya lejano en el tiempo, pero que, sirviéndonos de la añoranza, podemos hacer  que éste  vuelva a convertirse en presente. Y es lo que a continuación voy a tratar de hacer con aquellos momentos que forman parte ya del pasado de Mozos de Cea. En esta ocasión voy a rememorar dos  tradiciones que se llevaron a cabo durante bastante  tiempo en el pueblo y que lamentablemente ya han desaparecido. Tal  como han desaparecido la mayoría de otras antiguas tradiciones, las cuales al constituir parte integral del uso y costumbre de Mozos de Cea,   son en esencia la identidad del mismo. De ahí lo importante que resulta tratar de conservarlas y, en lo posible, también recuperar las que se han olvidado o desaparecido. Pero todos conocemos sobradamente lo  harto complicado que resulta, tanto su conservación, como el recuperarlas, porque en la actualidad no se dan las condiciones ni los medios adecuados para poder mantenerlas vigentes. La despoblación y envejecimiento de las personas que residen de forma permanente en el pueblo es un auténtico hándicap para lograr tales objetivos. Por este motivo viene a veces bien recordarlas con la finalidad de  que  aún puedan   permanecer vivas en el recuerdo. Como ya comenté en otra ocasión, el hecho de rememorarlas es una manera de que no desaparezcan del todo las tradiciones, por muy intranscendentes o muy simples que puedan parecernos ahora esa forma antigua de llevarlas a cabo. Posiblemente estas dos tradiciones  de las que os voy a hablar no tenga mucha relevancia por la simpleza a que a priori representan, pero tienen su enjundia, siempre que se analicen  desde un punto de vista un tanto "sui generis". Vayamos al grano directamente sin más rodeos. Las dos antiguas tradiciones a las que me refiero, son la del   "fumaque" y la de los "senderos", ambas digamos que bien podrían formar parte de la broma costumbrista.  


EL FUMAQUE


La tradición  del fumaque se llevó a cabo en Mozos de Cea durante una época en la que yo aún no había nacido, y seguro que prácticamente   la mayoría de todos los que leéis este blog tampoco. Según me han contado quienes la vivieron in situ,  creo que consta de mediados del siglo pasado. Desconozco  en que año fue su desaparición. Y ahora vayamos al quid de la cuestión que no es otro que explicaros de lo que se trata esto del popular fumaque. En un puchero, los que utilizaban nuestras abuelas o madres para hacer el cocido de  cuando éste se cocinaba al calor del fuego que ardía dentro de su correspondiente hornacha,  se introducía hierva o paja húmeda, pelos de gato y pimentón picante ( un pimentón que por entonces creo que  picaba de cojones, no como el que venden ahora  cuyo picar resulta un tanto laing). Una vez llenado el puchero con los componentes necesarios. Los mozos correspondientes (esta tradición siempre la llevaba a cabo los mozos)  se subían al tejado de la casa donde iban a echar el fumaque. Una vez sobre el tejado, prendían fuego al contenido del puchero y éste comenzaba a humear. A continuación lo introducían por la chimenea, o humero como popularmente se le nombra  en el pueblo, y el puchero caía encima del suelo de un espacio amplio que hay al final de la chimenea al que se conoce como "tiro"  y desde allí  proseguía  humeante.  Para  que este humo  que salía del puchero no se escapara hacia el exterior, los "perversos" tapaban la boca de la chimenea, por lo tanto aquel humo  iba en dirección hacia dentro de la cocina y quienes en aquellos momentos estuvieran ocupando ese recinto de la vivienda, les tocaba respirar y oler ese humo que  soltaba un olor nauseabundo a cuenta de los pelos de gato quemado y  a su vez provocaba un constante estornudar por los efectos del pimentón picante. No cabe duda de que resultaría muy aterrador el cuadro, máxime cuando el fumaque se acostumbraba a echar la noche en que se picaba la cebolla para hacer las morcillas porque acababan de realizar la matanza del cerdo la familia que habitaba esa  vivienda. Entre en lagrimeo descomunal que produce el cortar tal cantidad de cebolla y los efectos terroríficos  del fumaque...¡Os podréis imaginar  la desagradable situación que en esos momentos se  vivía dentro de aquella cocina !. Pavor me da sólo en pensarlo.  Y no quedaba ahí la "bromita", para que ésta cumpliera con creces su cometido,  los echadores del fumaque   tenían  la malévola costumbre de  atar la puerta de tal forma que impidiera ser  abierta desde el interior. Imagino que en aquellos momentos, quienes ansiosos trataban de abrir la puerta para librarse de aquel horror y no podían hacerlo, mientras soportaban tan apestoso olor  y se ahogaban con ese asfixiante humo,  jurarían  en arameo, a la vez que echarían sapos y culebras de su boca contra los "fumaqueros".  Eso seguro.

EL SENDERO

La siguiente tradición de la que voy a hablaros, la cual   ya indiqué arriba, es la de los "Senderos" y  está relacionada con el tema de  noviazgos.  Estos senderos se hacían con la paja  de los cereales   que con el trillo previamente había sido molida.  Cuando dos jóvenes del pueblo, moza o mozo por supuesto, se sabía  o se sospechaba que andaban "de cortejo amoroso",  los mozos de turno por la noche prestos  iban a llenar el correspondiente saco, o sacos, de paja y la iban echando  en forma de camino, empezando por la puerta de la casa donde vivía uno de ellos y terminaban  en la puerta del otro. Estos senderos se hacían, bien cuando    ya se conocía públicamente el noviazgo   de la pareja, o también en plan "tocapelotas"; ya saben:  para cachondearse de la moza y el mozo a las que le habían hecho  el tradicional sendero sin que estos jamás hubieran tenido cortejo o relación  amorosa  alguna.    Como por entonces se vivía una época bastante pacata y reprimida, el tema de los noviazgos y sus correspondientes senderos  acostumbraban a causar   la típica comidilla vecinal. De ahí el motivo por lo que siempre causaba cierto  morbo tan guasona tradición. 

Desde luego que yo desconozco en que año pudo haberse echo el primer sendero de paja que  a una pareja de novios, reales o ficticios, en Mozos de Cea, pero creo no equivocarme si digo   cuando se hizo el último, el cual yo   propuse la idea por seguir con la tradición, y nadie se echó atrás; es más, gustosamente colaboraron quienes escucharon la propuesta ya que les resultó  divertida novedad para ellos. Fue a principios de la década de los años ochenta del siglo pasado, concretamente en el mes de agosto. Merche (una señora mayor y soltera que vivía en Algorta-Vizcaya, la cual  acostumbraba  a pasar cada año  unos días de veraneo en mi casa ) y Hortensio García, más o menos de su edad y en su mismo estado civil, fueron  la pareja que tuvo el honor de ser los últimos a los que se les hizo el tradicional sendero de paja en Mozos de Cea. Ambos ya fallecieron hace varios años. Por si alguien está interesado en conocer la razón por la que se les hizo este sendero, se lo explicaré a continuación.  Fue a raíz de una chufla que de forma espontánea  cierta tarde surgió frente a  la puerta de mi casa. En aquel lugar se congregó una cuantas personas, mientras sonaba música verbenera de un viejo radiocasete. Hubo algún que otro bailoteo, hasta Luis Fernández  que iba a trabajar, se bajó de su tractor y se unió al jolgorio. Todo el centro  de atención    que surgió   de aquella improvisada jarana  en plena calle fue dirigido hacia las dos personas citadas.  Por esta razón de forma generalizada los allí presentes les adjudicaron   de ipso facto  un supuesto noviazgo que  ellos, siguiendo el cachondeo y la parodia, lo  aceptaron de  buen agrado.  Después que terminó la improvisada chufla, se pensó que ,  para darle el colofón que se merecía    aquel jocoso  acontecimiento ,   lo mejor sería   hacerles el tradicional sendero de paja a los "novios" . Y dicho y echo. Por tanto,  aquella  noche fue testigo del último sendero de paja que se hizo en    Mozos de Cea, tal como ya he indicado sin temor a equivocarme.  Aún no es tarde para que éste no sea el último. Seguro que paja para este objetivo no faltará . ¿Y novios?... Oye, que si no les hay oficialmente declarados, se les improvisa para la ocasión y punto. Tal como se hizo la última vez. Y a seguir con la tradición.
 
No se que sensaciones os habrá causado la lectura de este escrito. Como ya indiqué, relevancia no es que manifiesten en demasía ambas tradiciones, como supongo que interés cultural tampoco. Pero bueno, son parte de ese acervo tradicional y popular  de Mozos de Cea, y por tal motivo creo que merecen tener su particular  recordatorio, ¿no les parece?


Saludos a todas y a todos

Rafael.
 
 
 
(* De aquella tarde cuando surgió la espontánea  jarana tengo una fotografía donde aparecen sentados en un banco ,Merche y Hortensio, pero por más vueltas que doy no consigo encontrarla. No duden que cuando la encuentre la publicaré junto al texto. Por lo tanto, queda pendiente su publicación)