De nuevos estoy otra vez aquí para compartir con vosotros a través de la palabra escrita y publicada, claro está, momentos del pasado en relación a Mozos de Cea, pueblo al que supongo perteneceréis, bien de forma directa, o a través de algún vínculo especial, la mayoría de vosotros lectores de este blog. ¿Me equivoco? Al respecto, aprovecho para comentaros que existe una norma antiquísima en Mozos de Cea, imagino que la mayoría conoceréis. Quien la desconozca, decirles que una persona aunque no haya nacido en Mozos de Cea, se le considerará "Hijo o hija del pueblo" si ha contraído matrimonio con alguien que sí ha nacido en él. En cambio, los hijos que hubieran nacido de esa unión matrimonial, no serán considerados como tal, por consiguiente no tendrán derecho a disfrutar de los "privilegios" que pudiera concederles esta circunstancia. Y dicho esto como forma aclaratoria, os comento que en esta ocasión el leit motive de este escrito que hoy publico corresponde a un poema. Un poema que a pesar de que lo escribí allá por la década de los noventa del siglo pasado, siempre que por cualquier circunstancia lo vuelvo a reescribir, normalmente hago alguna modificación de sus versos, pero la esencia principal de su mensaje permanece inalterable a cualquier modificación.
El poema se titula "Labradores de Ayer" . Lo escribí como un homenaje a aquellos antiguos labradores de nuestro pueblo que tan fatigosamente desarrollaban sus labores agrícolas a lo largo y ancho del árido pago de Mozos de Cea, con sus rudimentarias herramientas y ayudado por la tracción animal. Por entonces no existía la sofisticada y cómoda maquinaria con que hoy cuenta ese reducidísimo grupo de labradores, creo que son supuestamente cinco los labradores autóctonos que oficialmente están inscritos en el régimen agrario, para desempeñar en la actualidad las tareas agrícolas en el pueblo. Y ahora cambiando de tema, si nostálgicamente echamos la vista atrás para observar con cierta emotividad el pasado, y hacemos comparaciones de como se encontraban las eras durante la época más álgida del verano, los meses de julio y agosto en aquellos remotos años, y como se encuentran en la actualidad durante estos meses citados, por regla general las sensaciones que uno experimenta al respecto en mi modesta opinión pienso que están más relacionadas con la tristeza que con la alegría. Y es que lamentablemente no deja más alternativa que el desánimo cuando se observa todo ese silencio, esa soledad, ese vacío...que en la actualidad habita en el recinto de las eras durante los meses de julio y agosto. Yo personalmente tengo una sensación melancólica, porque aparte de esa ley que impone el progreso, es también la reafirmación de que el tiempo ha ido pasando y en su transcurrir con él se llevó una parte de nosotros que ya no volverá. Pero bueno, tampoco es cuestión de ponernos tan transcendentes y tan "trágico-melancólicos". Esto es lo que hay: la consecuencia de seguir estando vivos. En fin; que a pesar de todos los inconvenientes, hasta que no nos demuestren lo contrario, vivir seguirá siendo una experiencia única e irrepetible. Por otra parte, pienso que emocionalmente siempre viene bien recordar, ya saben como ejercicio de nostalgia, los trillos, los carros, los mulos y mulas, las vacas, las horcas de madera, los aparvaderos, las volvederas, las parvas, los rastros, los bieldos, las cribas, la media fanega, los costales, los garios, etc, etc,...( y así un largo etc, ) que formaron parte intrínseca de aquel lejano y emotivo paisaje veraniego que se extendía a lo largo y ancho de la superficie que le corresponde a las eras. No cabe duda de que este remoto paisaje únicamente se pudo contemplar cuando el trajín de las personas, la tracción animal y los vetustos aperos agrícolas se encontraban inmersos en su ajetreo veraniego y la vida bullía en toda su plenitud, aunque por desgracia en infinidad de ocasiones tuviéramos que sufrir la abrasadora canícula del verano montados sobre un trillo, del que tiraban de él, bien una pareja de vacas, o u par dos mulos, (machos como popularmente se les nombra) y daba vueltas y más vueltas, hasta convertir la mies en paja y quedar el cereal liberado de su espiga. Y por cierto, aunque hoy aquellos antiguos aperos de labranza nos resulten vestigios del pasado y prácticamente la totalidad de ellos estén apilados en el rincón del olvido, a mi juicio son las señas y la identidad de Mozos de Cea y en buena medida para muchos de nosotros que hemos nacido en este pueblo, son la referencia en cuanto al origen y proceso de nuestra existencia.
IMAGENES PARA EL RECUERDO
(Aquí os dejo estas dos imágenes en blanco y negro, tal como aparentemente transcurría la vida por aquellos remotos años en que fueron sacadas estas dos fotografías. Ambas fotografías formaban parte de ese remoto paisaje veraniego del que indico arriba. Fueron sacadas en un determinado día de agosto de 1973. En la primera fotografía, está mi hermano Talín con sombrero y su "pose" mirando a la cámara. El del fondo con visera soy yo. También aparece la pareja de vacas uncida al yugo, el trillo, las volvederas... A la derecha de la imagen se aprecia que la trilla está perfectamente molida para ser amontonada; o aparvada, como sería políticamente correcto indicar. Y es lo que muestra la segunda fotografía. El momento de aparvar la trilla. En esta ocasión son dos mulos (o machos) los encargados de tirar del aparvadero para amontonar la trilla, ya perfectamente molida, en su correspondiente montón, o parva. )
Como de costumbre, y ya como un defecto congénito en mí, siempre acabo por enrollarme de manera excesiva antes de ir directamente al asunto principal, como es escribiros el poema en este caso como ya he comentado. Así que sin más preámbulos cansinos transcribiré el poema:
LABRADORES DE AYER
Se levanta el cierzo de la tarde, y trae recuerdos,
son voces de labriegos como un soplo de añoranza.
Labradores de ayer, de pareja de vacas, de arado, de carro...
y con la piel curtida y agrietada por solanas.
Nacidos para el barbecho, para la siembra, la siega...
Fuisteis labrando la tierra surco a surco
con el corazón y reja y se unió vuestro amor con el arado.
Compañeros del sudor; hermanos de la fatiga,
vuestro cuerpo adquirió forma de este suelo,
por caminos y regueras; por pastizales y fuentes,
como herencia han quedado imborrables vuestras huellas.
¡Cuánto esfuerzo sin condición le entregó
a esta tierra de secano vuestra mano encallecida!
a esta tierra de secano vuestra mano encallecida!
Resistíais con los ojos clavados en esa necesidad de lluvia
y sedientos se iban quedando siempre en su espera.
Ay, labradores de ayer, con sus mulas, su segadora y su trilla,
nadie podrá arrebataros la casta que os engrandece,
vuestra raíz será siempre esencia que alimentará las cosechas.
No temáis. Nunca habitaréis ya el olvido.
Aunque continuéis labrando las parcelas de la ausencia, haré
que estos versos sean como un cereal que se eterniza en el tiempo
y crecen a perpetuidad copiosos vuestros nombres como espigas.
que estos versos sean como un cereal que se eterniza en el tiempo
y crecen a perpetuidad copiosos vuestros nombres como espigas.
Pues este es el poema del que os he hablado. Aquí os lo dejo publicado sin entrar en más detalles del mismo. Creo que en el texto arriba expuesto ya he escrito suficientes detalles. Ahora simplemente lo dejo a la interpretación y la valoración que cada uno de vosotros lectores creáis conveniente hacerle.
Saludos a todas y todos.
Rafael
Rafael