Prosigo con esta "tarea virtual" de citarme con el recuerdo. Por consiguiente, otra vez me "encomiendo" a la memoria con el fin de escribiros un nuevo texto que guarda estrecha relación con el pasado de Mozos de Cea, tal como viene siendo costumbre. En esta ocasión voy a tratar de hablaros de un hecho que estuvo muy vinculado a las personas trabajadoras por cuenta propia en el campo por aquellos remotos años en el pueblo. Me estoy refiriendo a lo de "Pagar los cupones" a la Mutualidad Nacional Agraria de la Seguridad Social. Supongo que la mayoría de los seguidores del blog se harán una idea de lo que se trata esto del pago de cupones. Para quienes no lo conozca les diré que consistía en que cada persona inscrita en el régimen agrario debía abonar mensualmente una determinada cantidad de dinero, la que estaba establecida oficialmente por entonces, a la Mutualidad Nacional Agraria de la Seguridad Social con el fin de tener cobertura médica y poder cobrar su pensión de jubilación cuando llegara a la edad correspondiente. Más o menos, es la misma situación en que se encuentra cualquier persona que actualmente está inscrita como autónoma en la Seguridad Social y que pertenece al régimen agrario. Lo que sucede es que ahora los labradores residentes en el pueblo y que están inscritos como autónomos en este régimen, viven circunstancias diferentes por que no tienen la necesidad de desplazarse al Ayuntamiento para abonar la cantidad que le corresponde cada mes, tal como lo hacían en el pasado los labradores. Ahora es una determinada gestoría o entidad bancaria quienes les gestionan todos sus asuntos tributarios, por tanto, comodidad al cien por cien. Como ya indico, tenían que desplazarse hasta el pueblo colindante de Villazanzo donde está ubicado el Ayuntamiento y en un local del mismo, al que si no me equivoco nombraban como"la sindical", tenían que cumplir con sus obligaciones de contribuyentes. Un señor de nombre Germiniano, no recuerdo su apellido, que ostentaba el cargo de secretario en el Ayuntamiento, era el encargado de gestionar todos estas cuestiones. Desde luego que este señor debido a la labor funcionarial que desempeñaba en el municipio, por una u otra razón vinculada a su cargo municipal, su nombre estaba casi a diario en boca de todos los vecinos del pueblo. Supongo que ya habrá fallecido este señor. Hace ya tantísimos años de todo aquello.
( En esta imagen se puede ver tres cupones de diferentes años. Son una especie de resguardo que acredita el pago que correspondía al mismo quedando verificado oficialmente con el sello de la comisión local que consta en el dorso de cada cupón)
El pagar los cupones por aquellas fechas en que las personas del pueblo, muchas de ellas se encontraban en condiciones muy precarias en cuanto a la economía familiar, les suponía un sacrificio enorme para estar al día con su obligación tributaria, máxime si había más de una persona en el hogar que cotizaban cada mes a la citada Mutualidad Agraria. Por este motivo, las demoras en los pagos eran habituales y esto obviamente suponía el ser penalizados en forma de recargo cuando se abonaba el mes siguiente. Pero a pesar de la precariedad económica que se vivía en la mayoría de hogares del pueblo, las personas autónomas en el régimen agrario que residían por entonces en Mozos de Cea, estaban al corriente con sus pagos a la Seguridad Social. Aunque bueno, por desgracia había alguna que otra persona que se encontraba de continuo viviendo por debajo del umbral de la pobreza, motivo por el que no disponía del dinero suficiente para hacer frente cada mes a estos pagos. Como la necesidad de disponer de él se le hacía imperiosa por razones obvias, el último recurso que le quedaba era vender alguna de sus pertenencias, como por ejemplo las fincas o una parte de la casa que le venía de perlas a su vecino. Y esto fue lo que ocurrió en cierta ocasión: una persona, mujer en este caso, por carecer de recursos necesarios que hicieran frente al pago mensual de sus cupones, se vio en la necesidad de vender una parte de su casa, concretamente un desván que estaba encima del portal de la entrada del exterior y que a su pudiente vecino le hacía un gran servicio. Este caso extremo es el único que conozco, pero seguro que habrá más de índole parecida porque la supervivencia de muchos vecinos del pueblo, como ya he indicado, por desgracia se encontraba al límite. Desde luego que el "ajustarse" de pastor, o de criado para desempeñar durante un tiempo cualquier labor relacionada con las tareas agrícolas, y también el ser contratado como jornalero para realizar algún trabajo ocasional, era muy frecuente por entonces. Todo era necesario con el fin de aportar a la precaria economía familiar un dinero extra que sirviera de ayuda para hacer frente a los gastos necesarios, u obligatorios, con el menor sacrificio y posible. Uno de aquellos gastos obligados era por imposición municipal. Porque tal como viene siendo normal en la actualidad, por entonces también existía ese desmedido afán de recaudar dinero que tiene el Ayuntamiento a través de la imposición de los correspondientes gravámenes municipales a los vecinos del municipio. Recaudación que supuestamente tiene como destino la mejora o acondicionamiento del mobiliario urbano municipal. Eso es lo que políticamente correcto debiera ocurrir. Recuerdo que por entonces el Ayuntamiento había dictaminado el impuesto de "pastos y rastrojeras". Desconozco si aún permanecerá vigente este canon municipal. Supongo que no. Como ya no quedan vacas u otros animales que pudieran pastar a lo largo y ancho del pago de Mozos de Cea, pienso que igual ha desaparecido. También otra normativa, era el impuesto de circulación de los carros. Vehículo de transporte que en todas las casas de los vecinos del pueblo había uno, o dos dependiendo de los animales de tracción que hubiera en cada casa ¡Ay si alguno de aquellos antiguos carros que se movían a través de la tracción de vacas o mulos, y que aún se conservan, pudieran hablarnos...sería infinidad las emotivas y nostálgicas historias que podían contarnos, la cuales todas ellas estarían vinculadas a su necesario y transcendental pasado !
( Otros dos cupones de años y formato diferentes a los anteriores, pero que cumplían la misma normativa)
Volviendo al tema principal que nos atañe, normalmente eran las mujeres quienes se encargaban de ir a pagar religiosamente los cupones a una comisión local que se encargaba de este cometido en el Ayuntamiento, cuando aún estaba operativo su antiguo edificio. Acostumbran a ir en grupo. Supongo que este hecho sería para ir de cháchara y así resultarles más amena la caminata de ida y vuelta. También quiero comentar el que por aquellos remotos años, aún no habían construido el actual puente que hoy se encuentra sobre el río Valderaduey a la entrada de Villazanzo. Recuerdo que aquel antiguo puente estaba cimentado de forma muy rudimentaria: con maderos y tablas. De muy poca consistencia, la verdad. Su construcción era casi idéntica a la de todos los puentes que había en los pueblos colindantes a Mozos de Cea, tanto los que se encontraban sobre el cauce del río Valderaduey como en el del Cea. Lo normal era que cuando había gran crecida del río a cuenta de las constantes lluvias caídas, la fuerza del agua derribara los puentes, o parte de ellos. Cuando esto ocurría, impedía a las personas el ir cumplir con la obligaciones de contribuyente si este contratiempo coincidía con los días señalados para este fin. Otra circunstancia en parecidos términos, era que el cauce del río Valderaduey no estaba en las mismas condiciones que está ahora. Por entonces su cauce tenía muy poca profundidad y a su vez reducida anchura, razón por lo que se desbordaba con bastante facilidad y los aledaños que había a la entrada del pueblo, compuestos por extensos prados y plantíos, quedaban prácticamente anegados Para salvar ese inconveniente la mujeres acostumbraban a llevar unas botas de goma en una bolsa, que obviamente se las calzaban cuando se topaban con este problema. Desde luego que nadie desconocía el echo de encontrarse encharcados los aledaños de Villazanzo. Corría de boca en boca como la pólvora esta circunstancia para que todas quedaran enteradas y fueran preparando sus "katiuskas". Aparte del pagar los impuestos municipales correspondientes y el pago de los citados cupones, también en el Consistorio , a quienes ya tenían derecho a cobrar su pensión por jubilación, a primeros de mes se les pagaba la cantidad que les correspondía, gestionado todo por el aludido secretario municipal Sr. Germiniano. Por lo tanto, por aquellos remotos años el Ayuntamiento en apariencia hacía las funciones de una entidad bancaria por el pago de pensiones y el cobro anticipado de las mismas.
( En esta imagen se puede apreciar la penalización que en forma de recargo sufrían los morosos. Son dos pegatinas colocadas en el dorso de los cupones que indican la cantidad a pagar. Cantidad que obviamente había que sumar a lo que correspondía costear cada mes. Como podéis comprobar, en el dorso de estos cupones se puede apreciar también el sello de la comisión local)
Y así fue como transcurrieron aquellos momentos que pertenecen al pasado de Mozos de Cea. Tal como los recuerdo y viví in situ así os lo cuento. El grado de interés que pueda suscitar la forma como aquí quedan narrados, queda a la valoración personal de quienes les apetezca leer el texto. Gracias anticipadas por su lectura.
Saludos a todas y a todos
Rafael
( Otros dos cupones de años y formato diferentes a los anteriores, pero que cumplían la misma normativa)
Volviendo al tema principal que nos atañe, normalmente eran las mujeres quienes se encargaban de ir a pagar religiosamente los cupones a una comisión local que se encargaba de este cometido en el Ayuntamiento, cuando aún estaba operativo su antiguo edificio. Acostumbran a ir en grupo. Supongo que este hecho sería para ir de cháchara y así resultarles más amena la caminata de ida y vuelta. También quiero comentar el que por aquellos remotos años, aún no habían construido el actual puente que hoy se encuentra sobre el río Valderaduey a la entrada de Villazanzo. Recuerdo que aquel antiguo puente estaba cimentado de forma muy rudimentaria: con maderos y tablas. De muy poca consistencia, la verdad. Su construcción era casi idéntica a la de todos los puentes que había en los pueblos colindantes a Mozos de Cea, tanto los que se encontraban sobre el cauce del río Valderaduey como en el del Cea. Lo normal era que cuando había gran crecida del río a cuenta de las constantes lluvias caídas, la fuerza del agua derribara los puentes, o parte de ellos. Cuando esto ocurría, impedía a las personas el ir cumplir con la obligaciones de contribuyente si este contratiempo coincidía con los días señalados para este fin. Otra circunstancia en parecidos términos, era que el cauce del río Valderaduey no estaba en las mismas condiciones que está ahora. Por entonces su cauce tenía muy poca profundidad y a su vez reducida anchura, razón por lo que se desbordaba con bastante facilidad y los aledaños que había a la entrada del pueblo, compuestos por extensos prados y plantíos, quedaban prácticamente anegados Para salvar ese inconveniente la mujeres acostumbraban a llevar unas botas de goma en una bolsa, que obviamente se las calzaban cuando se topaban con este problema. Desde luego que nadie desconocía el echo de encontrarse encharcados los aledaños de Villazanzo. Corría de boca en boca como la pólvora esta circunstancia para que todas quedaran enteradas y fueran preparando sus "katiuskas". Aparte del pagar los impuestos municipales correspondientes y el pago de los citados cupones, también en el Consistorio , a quienes ya tenían derecho a cobrar su pensión por jubilación, a primeros de mes se les pagaba la cantidad que les correspondía, gestionado todo por el aludido secretario municipal Sr. Germiniano. Por lo tanto, por aquellos remotos años el Ayuntamiento en apariencia hacía las funciones de una entidad bancaria por el pago de pensiones y el cobro anticipado de las mismas.
( En esta imagen se puede apreciar la penalización que en forma de recargo sufrían los morosos. Son dos pegatinas colocadas en el dorso de los cupones que indican la cantidad a pagar. Cantidad que obviamente había que sumar a lo que correspondía costear cada mes. Como podéis comprobar, en el dorso de estos cupones se puede apreciar también el sello de la comisión local)
Y así fue como transcurrieron aquellos momentos que pertenecen al pasado de Mozos de Cea. Tal como los recuerdo y viví in situ así os lo cuento. El grado de interés que pueda suscitar la forma como aquí quedan narrados, queda a la valoración personal de quienes les apetezca leer el texto. Gracias anticipadas por su lectura.
Saludos a todas y a todos
Rafael