Es evidente que Mozos de Cea por excelencia hay que catalogarlo como pueblo de labradores. Pero esto no quita para testificar que todo cuanto esté vinculado a los rebaños de ovejas, también forma parte esencial de sus características. No hay duda de que en la actualidad este vínculo resulta cuestionable por razones tan evidentes como el que existen dos únicos rebaños. Y uno de ellos tampoco es que resulte muy fiable porque pude desaparecer en cualquier momento. Este hecho estuvo a punto de ocurrir tiempo atrás. No fue así porque su dueño, Virgilio Pérez, se quedó con unas pocas ovejas sin vender y éstas de manera progresiva han terminado por formar aparentemente un nuevo rebaño. El otro rebaño que actualmente pasta por todo el término de Mozos de Cea pertenece a un joven de Renedo de Valderaduey. De momento parece haberse asentado este "mozo forastero" con su amplísimo rebaño ejerciendo de pastor en el pueblo. ¿ Hasta cuándo? Esto con seguridad nunca se sabe. Ahora lo que realmente importa es el que aún sigan pastando las ovejas por todo el pago de Mozos de Cea, no ya por que limpian a base de bocados toda esa maleza asilvestrada que crece sin un orden ni concierto por todo el páramo, sino porque cuando uno va paseando por el campo, al escuchar sus estridentes balidos y el sonido ronco de sus cencerros, así como también los ladridos de los perros que acompañan al pastor, rompen ese silencio tan concentrado e intenso que por aquellos parajes acostumbra a darse. Y porque en definitiva, los rebaños mantienen vivo el paisaje y el entorno rural de Mozos de Cea.
(En esta imagen, o fotografía que fue sacada en 2010, aparece un rebaño de ovejas de Mozos de Cea pastando en Valdezalces. Las ovejas de este rebaño pertenecían a dos dueños diferentes: Julián Cuesta y Virgilio Pérez. El primero unos años después de haber sido sacada esta fotografía se deshizo del rebaño. Del segundo ya conocéis su situación, la cual os comento arriba en el texto. Por cierto, el pastor que cuidaba este rebaño era natural de Marruecos. De esta misma nacionalidad, o de países europeos como Rumanía, Bulgaria, etc. son las únicas personas que a día de hoy están dispuestos a "ajustarse" de pastor . Resulta casi una utopía hallar un pastor tanto autóctono, como hispano que esté dispuesto a desempeñar esta función.)
(En esta imagen, o fotografía que fue sacada en 2010, aparece un rebaño de ovejas de Mozos de Cea pastando en Valdezalces. Las ovejas de este rebaño pertenecían a dos dueños diferentes: Julián Cuesta y Virgilio Pérez. El primero unos años después de haber sido sacada esta fotografía se deshizo del rebaño. Del segundo ya conocéis su situación, la cual os comento arriba en el texto. Por cierto, el pastor que cuidaba este rebaño era natural de Marruecos. De esta misma nacionalidad, o de países europeos como Rumanía, Bulgaria, etc. son las únicas personas que a día de hoy están dispuestos a "ajustarse" de pastor . Resulta casi una utopía hallar un pastor tanto autóctono, como hispano que esté dispuesto a desempeñar esta función.)
No hay duda de que este último comentario que acabo de escribiros acerca de la realidad actual de los rebaños de ovejas que existen en el pueblo, para nada es un válido referente que confirma el que Mozos de Cea está vinculado estrechamente con el ganado lanar. Para esto fin, sería necesario remontarse a muchísimo años atrás y así dar fe de que es cierta esa vinculación, aunque pueda parecer todo lo contrario si hacemos comparaciones con la realidad actual. Al respecto, os comento que hay personas naturales de Mozos de Cea, la cuales hoy tienen más de setenta años, que dicen que cuando ellos eran mozalbetes, pudieron ver hasta once rebaños juntos pastando en el pueblo. Y yo les creo. Supongo que con tantos rebaños pastando juntos habría escasez de comida para que se alimentaran tantas ovejas. Hago este comentario porque obviamente la extensión del páramo de Mozos de Cea no creo yo que tuviera por entonces la capacidad suficiente para saciar de forma satisfactoria los estómagos de aquellas ovejas, a no se de que los rebaños fueran muy reducidos. De no ser así esto último, no me cabe ninguna duda de que pasarían hambre con frecuencia las ovejas y esta circunstancia con toda seguridad afectaría negativamente tanto en su desarrollo, como en su producción. Por otra parte, os comento que por la época de mi infancia, casi todos los vecinos del pueblo disponían de algunas ovejas en sus casas, las cuales ayudaban en la economía de subsistencia, que por entonces era muy común en la mayoría de hogares del pueblo. Quienes tan solo disponían de unas pocas ovejas, no se encargaban ellos de sacarlas a pastar. De este labor se ocupaban los pastores que cuidaban grandes rebaños . Era un favor que les hacían esos pastores, aunque supongo que lo normal era que luego fuera recompensado. Yo personalmente por razones tan obvias como el que aún no había nacido, no llegue a conocer la coincidencia de esos onces rebaños que juntos pastaban en el pueblo, pero en cambio cinco sí. Aquellos rebaños pertenecían a: Mariano Cuesta; Fernando Pérez; Nemesio López; Eusebio Lazo y Eradio García. Estoy hablando de a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado.
Como es lógico, quienes estaban en posesión de un gran rebaño, obligatoriamente tenían que disponer de una majada para encerrar a la noches sus ovejas; o también en ocasiones circunstanciales. Para este fin, la mayoría de pastores tenían el corral del ganado en el mismo edificio donde vivían. Ahora que lo pienso, desde luego que saludable no resultaba para nada tener el redil de las ovejas pegando al lugar donde haces tu vida diaria por todos esos nocivos parásitos que con frecuencia habitan entre sus lanas. En especial las malditas pulgas que acostumbran a picar como demonios, y luego rasca que te rasca. ¡Pánico las tengo! También junto a las viviendas solían estar las cuadras y dentro de ellas se guardaban los animales de tracción que se necesitaban para trabajar en las labores agrícolas. Vamos, que la insalubridad era por partida doble. Pero por aquella época no quedaba más remedio que vivir en estas condiciones. Como era lógico, los pastores por entonces no sólo contaban con los rediles ubicados en sus casas para encerrar los rebaños sino que también tenían otros alejados del núcleo urbano. Casi en su totalidad estos rediles se hallaban situados dentro de la cota del monte, o muy próxima a ella. Se trataba de rudimentarios y pequeños edificios que servían para el cuidado, protección y defensa de los rebaños y que estaban construidos con adobe, césped, teja y leña de roble. Material autóctono, sin duda. Se les conocía popularmente como "corrales de ganado". En mi opinión ponían cierto adorno al campo. Además también eran referencia del mismo ya que algunos parajes de Mozos de Cea reciben el mismo nombre del corral que años atrás allí existió; como por ejemplo: "El corral de la tía Margarita"; "El corral de los melgos"; " El corral del tío Dionisio"; "El corral de Epifáneo y Crescencio"; etc. (Este último corral que estuvo situado dentro de la cota del monte personalmente lo llegué a conocer cuando aún estaba en pie. Actualmente tan sólo quedan ya sus ruinas) Hoy en día solo se conserva uno de estos corrales en pie en buenas condiciones. Es una suerte de que siga conservándose de tal forma por el hecho de que lleva muchos años que ha perdido su funcionalidad y rendimiento. Cuando los anteriores perdieron su utilidad, sus dueños los abandonaron y por esta razón acabaron convertidos en ruinas. El corral que a día de hoy sigue en pie es propiedad de Matías Lazo y fue construido en 1963. Ya os hablé de este mismo corral, situado en un paraje de la cota del monte conocido como Torriyuelo en un texto anterior, por tanto huelga cualquier otro comentario al respecto. Por cierto, los excrementos de las ovejas, "cagalitas" como se las conoce popularmente en el pueblo, dentro de los corrales proporcionaban estiércol de mucha calidad que se aplicaba a las fincas como abono; y en especial para fertilizar la tierra de los huertos. Se trataba de era un abono muy solicitado. Aún lo sigue estando.
( Aquí podéis ver en esta imagen en que condiciones está en la actualidad el corral de ganado que aún queda en pie en Mozos de Cea. Yo pienso que, debido a su buena conservación, aún podía seguir cumpliendo perfectamente su funcionalidad sin problema alguno. Como ya he comentado, su propietario es Matías Lazo Fernández y está ubicado dentro de la cota del monte; concretamente en el término conocido como "El alto de Torriyuelo". )
Resulta de Perogrullo el que donde hay ovejas, existen pastores. Por este motivo pienso que es también consubstancial a la idiosincrasia de Mozos de Cea el oficio de pastor. Como algo anecdótico comento que en su momento, hubo algunos casos en el pueblo, donde se dio la circunstancia que dentro de una misma familia se fueron sucediendo las generaciones en el cuidado del rebaño familiar. Según mi criterio, antiguamente la función del pastor era realmente dura. Sobre todo en invierno por las gélidas temperaturas que por entonces acaecían. Pero aquellos pastores de antaño, igual que los labradores, eran duros como la tierra que los acogía, y estaban curtidos por el frío y la solana, de ahí el que estoicamente aguantaban las rigurosas temperaturas del invierno en medio del campo todo el puñetero día hasta el anochecer: completamente a la intemperie lloviera o hiciera un frío de mil demonios. Siempre vigilando y cuidando el rebaño, razón por la cual siempre buscaban el mejor pasto y el agua para que abrevara el ganado, sobre todo en verano. Tenían la costumbre de que cuando las ovejas dejaban de pastar por estar arriando, aprovechaban para comerse las viandas que llevaban o también para echarse una reconfortante siesta. Esto de la siesta era más bien patrimonio exclusivamente del verano. En alguna ocasión cuando arreciaba la calima, encerraba el ganado en los corrales del campo hasta que aflojara el sofocante el calor. Como indico arriba, soportaban a la intemperie las rigurosas temperaturas invernales, por este motivo necesariamente tenían que vestir un tipo de atuendo que les protegiera a conciencia de aquel intenso frío. Y esto es lo que hacían. Por cierto, esa sólida vestimenta de abrigo artesanalmente la confeccionaban los propios pastores. Para ello utilizaban los pellejos secos de la oveja, y como aún conservaban la lana, resultaba un aislante ideal contra el frío. Comentaré que una de aquellas prendas de abrigo que vestían los pastores, a mi entender la más principal, tenía por nombre zamarra. Se trataba de una especie de hábito que le cubría todo el cuerpo hasta las rodillas. También vestían los bragos los cuales tenían similitud a las polainas y les cubría desde el muslo hasta los tobillos. Utilizaban también como calzado los tradicionales chócolos, sobre todo los días de lluvia. Se trataba de unos zapatos cuya suela era de madera bastante gruesa. También los propios pastores eran quienes se encargaban de fabricar este calzado tirando de lezna y cuero, aunque la suela creo que la adquirían ya fabricada en algún comercio de Sahagún. Luego también llevaban el tradicional zurrón, o más bien zurrona que es como popularmente se la nombraba. Les servía para llevar en su interior las viandas y demás artilugios necesarios para la vida de pastor. Por supuesto que también estaba elaborada la zurrona con el pellejo de la oveja. Vamos que el pastor se podía camuflar perfectamente entre el ganado sin el temor a ser descubierto. Otra prenda textil que formaba parte del atuendo de los antiguos pastores era una capa que estaba confeccionaba con un tejido basto de color castaño y que se conocía popularmente como "capa de estameña". También formaba parte de su indumentaria, aunque no textil, la tradicional cacha. Un artilugio que se fabricaba artesanalmente con las ramas de los diferentes tipos de árboles que crecen en el pueblo. Había por entonces en Mozos de Cea algunas personas que eran verdaderos artistas fabricando cachas. Una de estas personas era Florentino López ("El tío Flores); como también lo fue Eradito García, éste además era un auténtico maestro en fabricar artesanalmente todo tipo de cachivaches de madera. Por otra parte, la tradición mandaba que el día 29 de junio, festividad de San Pedro, era la fecha señalada en que los amos de los rebaños que por alguna razón no querían o no podían cuidarlos personalmente, contrataban a otros pastores para este fin. El contrato duraba hasta la próxima festividad de San Pedro. Al respecto, comentaros que en argot popular, no se decía lo de contratar, sino que se ajustaba de pastor. En el pueblo, por entonces era normal que se diera de continuo la circunstancia de haber pastores que guardaban su propios rebaños y otros que estaban al cuidado de ajenos. En Mozos de Cea por entonces había quienes se "ajustaban de pastor" para cuidar los rebaños del pueblo, otros en cambio se ajustaban para hacer esta misma función en los pueblos colindantes y en ocasiones en otros bastante más alejados. Y es que cuando la necesidad y la urgencia aprietan, no hay distancia que valga. No quiero que se me olvide el comentaros que antiguamente era una costumbre el que fueran los pastores quienes se encargaban de adecentar los manantiales y las charcas que hay a lo largo y ancho del páramo de Mozos de Cea. Esta labor, yo creo que no lo hacían como un bien comunal, ni tampoco por tradición, sino más más bien por la necesidad de tener las charcas en perfectas condiciones para que abrevaran los rebaños sin problema alguno; lo mismo que los manantiales para que de los mismos ellos pudieran beber su agua en condiciones salubres. Por desgracia, al haberse abandonado esta labor, a día de hoy prácticamente el agua de todos los manantiales es insalubre y a la abundante maleza que crece asilvestrada se ha apoderado de todas las charcas, razón por la cual apenas se percibe el escaso agua que hay dentro de todas ellas.
(En esta imagen aparece un pastor ataviado con la antigua indumentaria de la que os hablo en el texto. Se trata de la zamarra. Como podéis observar está confeccionada con la piel, o pellejo seco, de la oveja. Con una zamarra parecida a la que aparece en la imagen, atada al pecho con un cinturón, se vestían por entonces los pastores de Mozos de Cea en invierno para protegerse del frío)
Y hasta aquí este extenso recorrido que de forma resumida he escrito acerca de todo cuanto guarda estrecha relación con los rebaños de ovejas y los pastores de Mozos de Cea. Por supuesto que si decidiera entrar minuciosamente en más detalles vinculados a este asunto, el texto sería excesivamente largo y puede que hasta farragoso, y no dudo de que acabaría aburriendo de forma general. Por tanto daremos por concluido el párrafo, esperando como de costumbre que os haya resultado amena la experiencia de su lectura. Si no es así, al menos que todo lo que aquí dejo escrito y publicado pueda servir como homenaje y recordatorio a aquellos antiguos pastores, que son ya parte del pasado y memoria viva de Mozos de Cea.
Largos días y plácidas noches a todas y todos. (Y a seguir siendo felices)
Rafael
Como es lógico, quienes estaban en posesión de un gran rebaño, obligatoriamente tenían que disponer de una majada para encerrar a la noches sus ovejas; o también en ocasiones circunstanciales. Para este fin, la mayoría de pastores tenían el corral del ganado en el mismo edificio donde vivían. Ahora que lo pienso, desde luego que saludable no resultaba para nada tener el redil de las ovejas pegando al lugar donde haces tu vida diaria por todos esos nocivos parásitos que con frecuencia habitan entre sus lanas. En especial las malditas pulgas que acostumbran a picar como demonios, y luego rasca que te rasca. ¡Pánico las tengo! También junto a las viviendas solían estar las cuadras y dentro de ellas se guardaban los animales de tracción que se necesitaban para trabajar en las labores agrícolas. Vamos, que la insalubridad era por partida doble. Pero por aquella época no quedaba más remedio que vivir en estas condiciones. Como era lógico, los pastores por entonces no sólo contaban con los rediles ubicados en sus casas para encerrar los rebaños sino que también tenían otros alejados del núcleo urbano. Casi en su totalidad estos rediles se hallaban situados dentro de la cota del monte, o muy próxima a ella. Se trataba de rudimentarios y pequeños edificios que servían para el cuidado, protección y defensa de los rebaños y que estaban construidos con adobe, césped, teja y leña de roble. Material autóctono, sin duda. Se les conocía popularmente como "corrales de ganado". En mi opinión ponían cierto adorno al campo. Además también eran referencia del mismo ya que algunos parajes de Mozos de Cea reciben el mismo nombre del corral que años atrás allí existió; como por ejemplo: "El corral de la tía Margarita"; "El corral de los melgos"; " El corral del tío Dionisio"; "El corral de Epifáneo y Crescencio"; etc. (Este último corral que estuvo situado dentro de la cota del monte personalmente lo llegué a conocer cuando aún estaba en pie. Actualmente tan sólo quedan ya sus ruinas) Hoy en día solo se conserva uno de estos corrales en pie en buenas condiciones. Es una suerte de que siga conservándose de tal forma por el hecho de que lleva muchos años que ha perdido su funcionalidad y rendimiento. Cuando los anteriores perdieron su utilidad, sus dueños los abandonaron y por esta razón acabaron convertidos en ruinas. El corral que a día de hoy sigue en pie es propiedad de Matías Lazo y fue construido en 1963. Ya os hablé de este mismo corral, situado en un paraje de la cota del monte conocido como Torriyuelo en un texto anterior, por tanto huelga cualquier otro comentario al respecto. Por cierto, los excrementos de las ovejas, "cagalitas" como se las conoce popularmente en el pueblo, dentro de los corrales proporcionaban estiércol de mucha calidad que se aplicaba a las fincas como abono; y en especial para fertilizar la tierra de los huertos. Se trataba de era un abono muy solicitado. Aún lo sigue estando.
( Aquí podéis ver en esta imagen en que condiciones está en la actualidad el corral de ganado que aún queda en pie en Mozos de Cea. Yo pienso que, debido a su buena conservación, aún podía seguir cumpliendo perfectamente su funcionalidad sin problema alguno. Como ya he comentado, su propietario es Matías Lazo Fernández y está ubicado dentro de la cota del monte; concretamente en el término conocido como "El alto de Torriyuelo". )
Resulta de Perogrullo el que donde hay ovejas, existen pastores. Por este motivo pienso que es también consubstancial a la idiosincrasia de Mozos de Cea el oficio de pastor. Como algo anecdótico comento que en su momento, hubo algunos casos en el pueblo, donde se dio la circunstancia que dentro de una misma familia se fueron sucediendo las generaciones en el cuidado del rebaño familiar. Según mi criterio, antiguamente la función del pastor era realmente dura. Sobre todo en invierno por las gélidas temperaturas que por entonces acaecían. Pero aquellos pastores de antaño, igual que los labradores, eran duros como la tierra que los acogía, y estaban curtidos por el frío y la solana, de ahí el que estoicamente aguantaban las rigurosas temperaturas del invierno en medio del campo todo el puñetero día hasta el anochecer: completamente a la intemperie lloviera o hiciera un frío de mil demonios. Siempre vigilando y cuidando el rebaño, razón por la cual siempre buscaban el mejor pasto y el agua para que abrevara el ganado, sobre todo en verano. Tenían la costumbre de que cuando las ovejas dejaban de pastar por estar arriando, aprovechaban para comerse las viandas que llevaban o también para echarse una reconfortante siesta. Esto de la siesta era más bien patrimonio exclusivamente del verano. En alguna ocasión cuando arreciaba la calima, encerraba el ganado en los corrales del campo hasta que aflojara el sofocante el calor. Como indico arriba, soportaban a la intemperie las rigurosas temperaturas invernales, por este motivo necesariamente tenían que vestir un tipo de atuendo que les protegiera a conciencia de aquel intenso frío. Y esto es lo que hacían. Por cierto, esa sólida vestimenta de abrigo artesanalmente la confeccionaban los propios pastores. Para ello utilizaban los pellejos secos de la oveja, y como aún conservaban la lana, resultaba un aislante ideal contra el frío. Comentaré que una de aquellas prendas de abrigo que vestían los pastores, a mi entender la más principal, tenía por nombre zamarra. Se trataba de una especie de hábito que le cubría todo el cuerpo hasta las rodillas. También vestían los bragos los cuales tenían similitud a las polainas y les cubría desde el muslo hasta los tobillos. Utilizaban también como calzado los tradicionales chócolos, sobre todo los días de lluvia. Se trataba de unos zapatos cuya suela era de madera bastante gruesa. También los propios pastores eran quienes se encargaban de fabricar este calzado tirando de lezna y cuero, aunque la suela creo que la adquirían ya fabricada en algún comercio de Sahagún. Luego también llevaban el tradicional zurrón, o más bien zurrona que es como popularmente se la nombraba. Les servía para llevar en su interior las viandas y demás artilugios necesarios para la vida de pastor. Por supuesto que también estaba elaborada la zurrona con el pellejo de la oveja. Vamos que el pastor se podía camuflar perfectamente entre el ganado sin el temor a ser descubierto. Otra prenda textil que formaba parte del atuendo de los antiguos pastores era una capa que estaba confeccionaba con un tejido basto de color castaño y que se conocía popularmente como "capa de estameña". También formaba parte de su indumentaria, aunque no textil, la tradicional cacha. Un artilugio que se fabricaba artesanalmente con las ramas de los diferentes tipos de árboles que crecen en el pueblo. Había por entonces en Mozos de Cea algunas personas que eran verdaderos artistas fabricando cachas. Una de estas personas era Florentino López ("El tío Flores); como también lo fue Eradito García, éste además era un auténtico maestro en fabricar artesanalmente todo tipo de cachivaches de madera. Por otra parte, la tradición mandaba que el día 29 de junio, festividad de San Pedro, era la fecha señalada en que los amos de los rebaños que por alguna razón no querían o no podían cuidarlos personalmente, contrataban a otros pastores para este fin. El contrato duraba hasta la próxima festividad de San Pedro. Al respecto, comentaros que en argot popular, no se decía lo de contratar, sino que se ajustaba de pastor. En el pueblo, por entonces era normal que se diera de continuo la circunstancia de haber pastores que guardaban su propios rebaños y otros que estaban al cuidado de ajenos. En Mozos de Cea por entonces había quienes se "ajustaban de pastor" para cuidar los rebaños del pueblo, otros en cambio se ajustaban para hacer esta misma función en los pueblos colindantes y en ocasiones en otros bastante más alejados. Y es que cuando la necesidad y la urgencia aprietan, no hay distancia que valga. No quiero que se me olvide el comentaros que antiguamente era una costumbre el que fueran los pastores quienes se encargaban de adecentar los manantiales y las charcas que hay a lo largo y ancho del páramo de Mozos de Cea. Esta labor, yo creo que no lo hacían como un bien comunal, ni tampoco por tradición, sino más más bien por la necesidad de tener las charcas en perfectas condiciones para que abrevaran los rebaños sin problema alguno; lo mismo que los manantiales para que de los mismos ellos pudieran beber su agua en condiciones salubres. Por desgracia, al haberse abandonado esta labor, a día de hoy prácticamente el agua de todos los manantiales es insalubre y a la abundante maleza que crece asilvestrada se ha apoderado de todas las charcas, razón por la cual apenas se percibe el escaso agua que hay dentro de todas ellas.
(En esta imagen aparece un pastor ataviado con la antigua indumentaria de la que os hablo en el texto. Se trata de la zamarra. Como podéis observar está confeccionada con la piel, o pellejo seco, de la oveja. Con una zamarra parecida a la que aparece en la imagen, atada al pecho con un cinturón, se vestían por entonces los pastores de Mozos de Cea en invierno para protegerse del frío)
Y hasta aquí este extenso recorrido que de forma resumida he escrito acerca de todo cuanto guarda estrecha relación con los rebaños de ovejas y los pastores de Mozos de Cea. Por supuesto que si decidiera entrar minuciosamente en más detalles vinculados a este asunto, el texto sería excesivamente largo y puede que hasta farragoso, y no dudo de que acabaría aburriendo de forma general. Por tanto daremos por concluido el párrafo, esperando como de costumbre que os haya resultado amena la experiencia de su lectura. Si no es así, al menos que todo lo que aquí dejo escrito y publicado pueda servir como homenaje y recordatorio a aquellos antiguos pastores, que son ya parte del pasado y memoria viva de Mozos de Cea.
Largos días y plácidas noches a todas y todos. (Y a seguir siendo felices)
Rafael
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