martes, 7 de julio de 2015

A PESAR DE TODO, LA VIDA SIGUE.

Ayer lunes 6 de julio, víspera de san Fermín, me llegó la luctuosa noticia de que se celebró el funeral y entierro de un vecino de Mozos de Cea, en concreto de Vicente Díaz. La verdad es que  no se trata únicamente del triste hecho  de que haya fallecido esta persona, si no de que al ser un vecino que tenía su residencia permanente en el pueblo, hace que su desaparición física sea muy preocupante porque indica que es un pequeño avance más hacia la inevitable despoblación en un futuro próximo  de Mozos de Cea. Desde tiempos bastantes lejanos no existe ese equilibrio compensatorio que sólo se puede hacer posible  cuando surgen  los  nacimientos en parecida proporción con las defunciones. Es obvio que la natalidad en el pueblo es  inexistente y el goteo de defunciones es progresivo, esto queda verificado con el reciente  fallecimiento de las  dos personas que tenían su   residencia permanente en el pueblo: la que cito en este texto  y Exuperancia Pacho. Por este motivo tal como indico, resulta alarmante la defunción de esta clase de personas por que son  la esencia misma y  la identidad del pueblo por el simple y a su vez transcendente  hecho de haber permanecido de continuo en él y no haber caído en la tentación de emigrar como muchas personas lo han echo,  o lo hicimos,  porque obviamente yo también emigré de pueblo aquel lejano septiembre del año   1974.   Ellos en contra, decididamente  permanecieron de seguido   apegados a esa tierra de secano, agraria por antonomasia,  y por esta razón   contribuyeron  a que el pueblo continuase vivo y no sentirlo  como si sus propias ausencias y vacíos lo habitara. Es cierto que no hay mucha plenitud de vida, ya que la mayoría de sus habitantes se encuentran en la etapa de su vejez y eso obviamente no es sinónimo de vitalidad, más bien lo contrario; pero aún así,  ni el silencio, ni el vacío, ni la soledad han conseguido envolverlo. Todavía  se le puede sentir  vivo, y ahora en verano, la vida se despliega con mayor intensidad  por entre sus diversas calles y también locales de asistencia pública. Pero todos somos conscientes de que si Mozos de Cea continua en un futuro tal como hasta ahora con la natalidad inexistente y la progresiva defunción de sus habitantes, su destino ha de ser  que en un  futuro próximo acabe despoblado, (como desgraciadamente acabarán la mayoría de los pueblos colindantes porque todos ellos se encuentran  en esta misma tesitura. ).  Quizá muchos de nosotros no lleguemos a conocer tal circunstancia, y toquemos madera para que así sea,  aunque va resultar ineluctable que este hecho suceda. Pero ahora de lo que se trata es del presente y éste manifiesta el que Mozos de Cea de momento no muestra  visión alguna de ser un  pueblo  desolado al que ineludiblemente ha sido derrotado por su destino.
 
Quizá la triste noticia de fallecimiento de un vecino del pueblo me ha provocado escribir estas palabras con cierto aire de pesimismo, aunque creo que también  cargadas de un realismo preocupante. Está claro que quienes en su día emigramos por diferentes razones a los diferentes partes del país, y a allende de éste,  buscando objetivos todos ellos asociados a  mejorar el status personal de cada uno,   mucha culpa tengamos de su progresiva despoblación.  Lo que está claro es que  las estancias cortas o largas de tiempo que permanezcamos en él los "autóctonos emigrantes" no soluciona esta problemática.  La solución principalmente radica en poder  recuperar parte de aquella antigua  natalidad que  acostumbra a darse de manera constante por aquellos  tiempos remotos, pero me temo que hoy en día  el que esto ocurra   resulta una utopía porque no se existen las idóneas y necesarias   condiciones para poder hacerse realidad. Por lo tanto, la suerte está echada. Y el futuro, queramos o no, va ser   quien aplicara su particular sentencia al pueblo. ¿Cuándo?, eso es todo una incógnita.









(En esta ocasión trato de ilustrar el texto con una imagen relacionada con el mismo. Se trata de una de las dos  puertas del cementerio, donde a través de   ella se puede observar a un perro, concretamente a Nena la perrita de Eduardo, que mira contemplativa el interior de ese recinto donde descansan eternamente aquellas personas que formaron parte intrínseca y fundamental  de la. historia de Mozos de Cea )


 
Y hasta que  el destino y el futuro se pongan de acuerdo, que el presente  de Mozos de Cea siga su curso, aunque por desgracia, y también  por nuestra inherente condición de ser mortales, tengamos que conocer noticias luctuosas como la muerte de Vicente Díaz;  que la verdad no tengo muchos recuerdos de cierta relevancia  asociados a su persona. Personalmente considero que era de un  carácter muy  reservado y poco dado a ser sociable y envuelto en un cierto aíre, entre místico y oculto.  Y sin duda alguna, la religiosidad fue siempre su santo y seña. Verdaderamente no tuve mucho trato con él, sólo  el acostumbrado y cordial saludo de bienvenida y algún que otro comentario intranscendente. Los recuerdos con cierta enjundia que tengo de Vicente, todos ellos están relacionados a la época en que permanecí de continuo   el pueblo, y éstos son muy pocos y algo confusos. Uno que nunca se me ha olvidado, a pesar de que  yo era muy niño, es el verlo jugar al futbol en la era. Cuando se ponían como instintivo un pañuelo atado alrededor del   brazo para diferenciar de que equipo era cada jugador. Luego también le recuerdo conduciendo por aquellos años su tractor de marca Renault, no tenía cabina y era de color anaranjado. Por cierto, fue el tercer vehículo para trabajar en el campo que hubo en el pueblo.  Lo que tampoco he olvidado es aquel soniquete relacionado con su nombre el cual   los niños acostumbrábamos a decir, o cantar, cuando le veíamos por la calle. Decía así: "Vicente/ culo caliente/ la botiquilla del aguardiente".  La verdad  ahora que lo pienso,  no se que relación puede guardar eso de el "culo caliente con la botiquilla del aguardiente"... Me resulta bastante incoherente. Supongo que  todo se deba a los ajustes  de la rima, aunque este caso claramente ripiosa.  En fin; que tal  como se expresa el tópico: cosa de niños aquel sonsonete. El cual hoy he traído a la memoria porque a quien iba dirigido físicamente ha desaparecido; aunque dejemos de eufemismo y digamos que ha muerto. Por lo tanto, que la eternidad te sea leve y en paz descanses, Vicente.

Ya nada más. Espero que, aunque el texto rezume  cierta melancolía, os resulte grata su lectura.

Saludos a todas y a todos

Rafael