viernes, 8 de diciembre de 2017

GASTRONOMÍA NATURAL

Volvemos nuevamente a dar señales de vida. Esto significa que otra vez estamos dispuestos a dejar el correspondiente texto en esa línea nostálgica  de costumbre. Sin más dilación vayamos al asunto. Esta vez el argumento del texto va en plan gastronómico. Nada que ver con esa moda, o más bien epidemia,  de emitir en la actualidad hasta el empacho programas de cocina en Televisión. Yo de lo que en esta ocasión voy a hablaros es de las diferentes plantas, bayas, raíces, frutos, y demás vegetales autóctonos que  crecían silvestres , y siguen creciendo la mayoría de ellos,   a lo largo y ancho del término de Mozos de Cea y algunos en su casco urbano. La degustación de todos estos vegetales se ha ido sucediendo de generación en generación. Según la situación o la necesidad de cada una de ellas,  hicieron el oportuno uso gastronómico de los mismos. Me temo que las últimas generaciones nacidas en el pueblo, o vinculadas estrechamente a él, desconocen el sabor de estos vegetales porque obviamente jamás los han probado. Esto se debe a que   nunca han tenido la necesidad de "entretener al hambre" con alguno de ellos. Como tampoco se han preocupado en saber si serán comestibles o no. Es lo normal por que a cada persona en esta vida le toca vivir sus propias  circunstancias  y su tiempo. Y es evidente que a las últimas generaciones no le ha tocado ni por necesidad ni por simple apetencia el degustar algunos de estos vegetales que a continuación reseñaré y los cuales no dudo que  parte de ellos se habrán extinguido debido a los productos químicos que últimamente vierten en el campo los labradores para la mejora de sus cosechas. Pero la mayoría siguen estando presentes, creciendo en su hábitat natural,   aunque ya no se les de la utilización culinaria que desde tiempos ancestrales se ha venido haciendo. No fue mi caso, pero a generaciones anteriores a la mía, en ocasiones  consiguieron saciarles el  hambre durante aquellos lejanos años, donde las penurias  y necesidades en los hogares del pueblo estaban a la orden del día. El listado de vegetales  es muy amplio. Yo como es habitual en este blog,  haciendo uso de mi memoria, trataré de enumerar aquellos que recuerde. Puede que me equivoque tanto de  su nombre,  como de su utilización culinaria y también de su forma.  Ya se sabe que confiarlo todo a la memoria,  la fiabilidad de lo expresado resulta cuestionable o equívoco. Pero bueno, me tomaré la licencia de escribir cuantos conozco o recuerde  y por supuesto que también tuve la ocasión de comerlos cuando la ocasión o la apetencia así  lo requerían. Por tanto empecemos enumerando por orden alfabético:

Abaleo: De esta planta dura y espinosa, aparte servir para  fabricar escobas los vecinos del pueblo, los   niños a base de destreza conseguíamos elaborar una especie de chicle  utilizando sus raíces

 

 

 
 
(La imagen muestra la planta del abaleo. Con sus raíces machacadas conseguíamos hacer
chicle)
 
Acederas: En los terrenos donde se cultivaba el cereal y en los prados nacía, y sigue naciendo,  esta planta de sabor ácido. Por entonces las que crecían en los sembrados eran las que comúnmente se comían en forma de ensaladas. Existe otro tipo de acedera del mismo color pero de mayor tamaño, que no son comestibles y a las que popularmente se las conoce como "Acederas de perro rabiado".
 

(En la imagen se muestran  las acederas  que eran comestibles )
 


Agavanza: Fruto de la zarza común de sabor insípido. Cuando alcanzaba el color rojo se las comía. Aunque no tenían mucha aceptación. Tenían el sambenito de que si las comías te picaba el culo. De ahí su popular sobrenombre de "Picaculos".


(Aquí tenéis en la imagen las  agavanzas en todo su rojo esplendor)
 
Alberjaca: Planta leguminosa silvestre que crecía entre los cereales. Muy parecida al guisante y también a las algarrobas. Perfectamente te podías confundir con esta última planta no comestible para las personas, por semejarse su forma y color.
 
 
 
 
(En la imagen aparecen las alberjacas para saber de que se trata)
 
 
Andrina: Pequeño fruto del espino conocido como andrino. Aun estando maduras las andrinas saben ácidas   y ásperas, pero aún así, por entonces las "echábamos el diente"  no con muchas ganas. Últimamente más que comerlas, se las utiliza para hacer pacharán casero con el anís de garrafón.


 
 
 (Todos conocemos de sobra lo que son las andrinas. Las de la imagen crecen en su espino  de forma   silvestre, tal como lo hacen en la actualidad las andrinas de Mozos de Cea)
 
 
 
Amajueto: Una especie de baya diminuta que nacía del espino común. Cuando presentaba el color rojo estaba maduro y  listo para comer. Su sabor era áspero e insípido. 
 
Imagen relacionada
 

(Estas bolas diminutas que aparecen en la imagen son los amajuetos cuyo sabor no es muy apetitoso, la verdad)

 
 
Berros: En los diferentes manantiales y cualquier otro torrente de agua clara que hay en Mozos de Cea, crece silvestre esta planta de hoja perenne que por aquellos años se consumía bastante en forma de ensalada. Pero ojo, que también junto a esta planta crece otra muy parecida que se conoce como berras y no se porque razón no es comestible. Hay que ser un experto para conocer  ambas.


 
(Aquí os muestro los berros en su hábitat natural)

Clavel: Su nombre correcto es diente de león, aunque popularmente le conocíamos como clavel. Crece, y aún lo sigue haciendo, en praderas y demás   terrenos herbáceos. De esta flor solíamos comer su tallo.
 
 
 

 
( Aquí podéis observar los amarillentos claveles de los que arriba os hablo)

Corniche: Era el primer fruto   que nacía del ciruelo. Su forma era  rugosa.  Sin madurar nos los comíamos por eso tenía un sabor bastante ácido. 

 
Corteza: Cuando se quitaba  al  chopo su corteza para limpiarlo,  a la piel interior de  esa  corteza  le arrancábamos finas tiras que gustosamente masticábamos por que tenía un sabor dulzón.  


 
 
 
(Ahí tenéis la corteza del chopo de donde  arrancábamos las finas tiras citadas) 

Espárragos: Nada tienen que ver con los conocidos espárragos que se venden en el mercado o enlatados. Estos se trata de una planta  que crece a ras de tierra y sus hojas son anchas y espinosas. Una vez pelada su raíz le da una apariencia a un pequeño espárrago por su color y forma. De ahí supongo que popularmente proceda su  nombre.

Espiga:  Es evidente que todos y todas conocemos de sobra de que se trata. Lo que no sabréis la mayoría es que era costumbre que una vez estuvieran bien granadas y verdes  las espigas tanto del trigo como la cebada, normalmente la segunda, una vez limpiadas sus "listas" (los hilillos que crecen en la punta de los granos) íbamos arrancando grano por grano  de la espiga y pelando su piel para comérnoslo.
 
 

(Así de verdes y granadas como están las espigas de la imagen nos las comíamos con gran apetito)
 
Garbanzos: También esta legumbre es sobradamente conocida, pero lo que muchos no sabréis que era costumbre arrancar  las  ramas de los garbanzos cuando estaban granados y verdes en la tierra donde crecían. Habitualmente antes de comerlos,  se metían  las ramas arrancada en el agua para quitar ese sabor a "salitre" como popularmente se conocía el  gusto que tenían los garbanzos verdes  si no se les lavaba.  
 
 
 
 
(Aquí tenemos una rama de garbanzos verdes, idéntica a aquellas que metíamos en el agua para quitar el sabor a salitre)


Gatuñas: Las ramas de este  arbusto espinoso de flores amarillas y que crece abundante por todo el páramo de Mozos de Cea, una vez que las limpiábamos en condiciones, las solíamos masticar y convertirlo en  nuestro "autóctono regaliz de palo". 

 
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 (De esta planta que aparece en la imagen conocida como gatuña los niños del pueblo  fabricábamos el popular  regaliz )
 
 
Lecherinas: También a ras de tierra crece esta planta y que es el brote de donde luego surgen los citados abaleos. Su hoja tiene semejanza a la escarola. Se suele comer, o se comía más bien,  en ensalada, aunque   en contadas ocasiones se hacia uso de ella.  El nombre creo que es debido a que sus raíces si las cortas sueltan un líquido pegajoso y blanquecino.



 
(En la imagen podéis ver la planta cuyo nombre es lecherina y que tanto abunda por el terreno de Mozos de Cea.)
 

Lechugas: Por descontado que no se trata de las típica  verdura que se cultiva en los huertos del pueblo, sino de una   hierba  fuera de lo común y  que crecen mayormente en los prados. En la eras recuerdo que por entonces había muchas de esta hierbas que acostumbrábamos a comer a menudo.  


 
Nabos: Años atrás era una planta que normalmente  se cultivaba en las linares de Villeza y  servía para alimentar especialmente a las vacas. Nosotros también los comíamos, pelados claro está. Tenían un sabor muy fuerte, como picante. No era muy agradable para el paladar, pero aún así los comíamos.
 
 

(Aquí están los nabos de los que hablo. Idénticos a los que en su día crecían en Villeza)
 
Malvas: Son pequeñas florecillas que crecen normalmente en  terreno herbáceo y que tienen un color violáceo. Se comían, o más bien se chupaban,  sus pétalos.
 

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(En la imagen aparecen las malvas que cito en el comentario de arriba con sus pétalos violáceos)
 
 
Moras: Creo que estas bayas son sobradamente conocidas. No necesita explicación alguna, y además aún se siguen comiendo. Pero mucho menos que por entonces: hoy en día hasta llegan a pudrirse de maduras  en sus zarzas.  Por aquella época   ni madurar las dejábamos, porque  niños, mozos, adultos...todos "íbamos a coger moras" a  menudo.




Imagen relacionada
 

( En la imagen aparecen las moras. De ellas todo se conoce. En Mozos de Cea siguen creciendo en sus correspondientes zarzamoras, pero lo habitual es no mostrar interés alguno de su presencia)

 
Panizo: Pequeñas plantas que nacían a ras de tierra de donde nacían unas bolas diminutas en forma de una cabeza de ajo. Antes de ingerir aquellas bolitas, había que quitarles  la piel.

 
Siempreviva: Planta que acostumbra en todo momento a conservar la tersura y brillantez de sus hojas. Crecía sobre los céspedes que colocaban encima de las antiguas tapias de adobe que había tiempo atrás  en las casas del pueblo. Como  ya no construyen este tipo de tapias, ni las antiguas existen en la actualidad, prácticamente  se han extinguido en Mozos de Cea esta planta cuyas hojas devorábamos con gran apetito, a pesar de no tener un sabor exquisito.
 
 
 
( Esta es la siempreviva, con la tersura y la brillantez de sus hojas como indico)
 
Tallos: Se trata de las puntas de las  primeras ramas  que nacen de la zarza común. La primavera por tanto era la época idónea para cortar esas puntas tan tiernas  de la rama y pelar su piel para luego comerla. Esta misma operación y con el objetivo idéntico,  se hacía con las primeras ramas que  crecían en las cepas de la vid. El sabor de esto tallos era muy distinto a las de la zarza, pero también se saboreaban  gustosamente.
 
 
 
 
( Tal como se muestra en esta  imagen a una personas pelando el tallo de una zarza, así lo hacíamos nosotros para comerlo) 
 

Titos: Planta forrajera que  lo normal era que fuera utilizada para alimentar al ganado una vez que estaba   seca. Nosotros no esperábamos a que llegara a secarse. Cuando la vaina estaba verde y  granada, la arrancábamos de la rama, la pelábamos y  nos comíamos el  grano  gustosamente. El grano tiene, o tenía porque ya no se siembran,  forma de muela de ahí viene la manera popular de  nombrarla como esta pieza dental.
 
 
 
( Como podéis comprobar en la imagen, estos ya secos tienen la forma de la pieza dental que indico)

 

Estos que he reseñado son todos los vegetales o plantas comestibles que conozco y me acuerdo. Por supuesto que también recuerdo el sabor de muchos de ellos cuando eran  ingeridos. Por aquellos lejanos años no tenía ni el más mínimo reparo en el momento   de  comerlos. Cosa que ahora dudo, ya que   muchos de ellos si  que pudieran causar  cierto reparo si tuviera  que meterlos en  la boca. Aunque  supongo que si la necesidad fuera apremiante, no habría objeción alguna. Pero como en este momento no se da tal circunstancia, lo dejaremos en una duda. Estoy convencido que algunos de los lectores que aún me siguen soportando, en alguna ocasión habrán comido algunos de los vegetales que he nombrado, y hasta puede que recuerden el sabor que tenían. ¿A que sí? Todo es cuestión de hacer un ejercicio de nostalgia. No se hasta que punto podréis hallar interesante esta recopilación gastronómica que tiene como  referencia las plantas vegetales y  cuyo proceso de crecimiento y maduración lo llevan a cabo en el amplio término  de   Mozos de Cea.  Aquí se va a quedar   escrito. Con que lleguéis   hasta el final del texto sin mostrar ningún indicio de aburrimiento o desinterés, suficiente. 
 
Largos días y plácidas noches a todas y a todos.
 
 
 
Rafael.

 
prueba

jueves, 2 de noviembre de 2017

NOVIEMBRE

 
 
Regresamos a este espacio. Con más de lo mismo; o sea, otra breve dosis de recuerdo para consumo de los nostálgicos. Por que yo creo que nostálgicos, como las meigas, "habelos,  hailos". ¿No os parece?
 
Pongámonos en marcha. Es evidente que  ha comenzado el mes de noviembre el cual está vinculado estrechamente con los muertos . Un   claro ejemplo de ello es que  hoy día 2 de noviembre se celebra el "Día de los difuntos". Tanto ayer como hoy a lo largo y ancho del país, y allende nuestras fronteras,  el trajín  de entrar y salir de  los cementerios  está siendo una constante. Como es lógico en el  pequeño y solitario cementerio de Mozos de Cea ubicado en el término  de la "Era el alto",  también habrá  habido su particular ajetreo de entradas y salidas: sin duda,  otra cita anual  de rezos por los fieles difuntos  y de flores  depositadas sobre los nichos y tumbas  con el fin de recordar y conmemorar a los seres queridos  de nuestro pueblo que físicamente dejaron su vida terrenal.   

Cementerio vecinal de Mozos de Cea.





( En estas dos imágenes podréis observar el exterior y parte del interior del cementerio vecinal de Mozos de Cea. Su construcción data del año 1955 cuando era presidente de la Junta vecinal de Mozos de Cea, Epifanio Cuesta Rodríguez. Su reforma y ampliación finalizó en el año 2003. Por esta fecha el cargo de presidente de la Junta vecinal correspondió a  Jesús María Pacho Pacho. Como dato anecdótico comentaros que la primera persona que enterraron en este cementerio fue la señora Gregoria Gago, es de suponer que  en el año de su construcción)

Con referencia a  este mortuorio asunto del que os hablo,  voy a comentaros   una tradición litúrgica que durante mi lejana niñez  todos los años  se llevaba a cabo en Mozos de Cea por estas fechas.  Aunque ahora que lo recuerdo, lo que a continuación voy a comentaros creo que ya lo  escribí con anterioridad tiempo atrás.  Seguro que disperso  por algún archivo o entrada  se hallará publicado. Pero bueno, tampoco vendrá mal volver a recordarlo. Os comento. Por aquellos remotos años  durante los días 1 y 2 de noviembre era costumbre que las mujeres del pueblo como ofrenda para honrar a los difuntos y a los santos,  llevaran a la iglesia una hogaza de pan, normalmente  amasadas por ellas mismas  en sus particulares hornos, o  también un escriño lleno de trigo. Quienes no disponían de este recipiente fabricado con paja, acostumbraban a llevar una lata grande donde en su  día se conservó el escabeche,   llena con el mismo cereal claro está.   A  la hogaza  solían acoplarla en el centro una vela y  sobre el trigo que había en el interior de  los  recipientes introducían otro cirio. Todas ellas permanecían encendidas hasta la finalización del acto religioso   que se celebraba para la ocasión.  Una vez apagadas las velas,   el sacerdote que oficiaba aquel acto religioso, Bernardo Pérez Gil, (¿y quién iba a ser si no?) se dirigía hasta  donde se hallaban  situadas todas  aquellas mujeres arrodilladas, la mayoría de ellas en su particular reclinatorio y  con sus ofrendas al lado,   y a cada un de ellas les  iba rezando un responso  en latín.  Al acabar  aquellos monótonos e idénticos  rezos, cuyo soniquete  parecía un cansino mantra por el  repetitivo final del  "Domine Deus noster. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen",    los monaguillos éramos quienes nos  encargábamos  de recoger  el trigo y las hogazas y almacenarlo todo ello  en el trastero de la iglesia. Luego,  el cereal se lo llevaba a  su  panera el sacerdote para alimentar a los conejos y gallinas  que tenía  en su corral.  Con alguna de las  hogazas lo normal era que se  quedara  para su particular consumo; en cambio  el resto acostumbraba a cortarlas en pequeños  trozos. Un día o dos después de la festividad de los difuntos,   todos los niños del pueblo una vez  que terminaba la misa matinal, íbamos la mar de contentos   a su casa  para que nos diera a cada uno de nosotros  un trozo de aquel pan que con gran apetito nos comíamos. Esto se conocía popularmente como "ir  a casa del cura  a por el  picacho".  




  
(En esta imagen se puede apreciar en primer lugar el escriño del que  os hablo y que es semejante a los que por entonces se utilizaban en Mozos de Cea para la ofrenda que arriba cito. En segundo lugar aparece una hogaza que es idéntica a las que amasaban por aquel tiempo en los rudimentarios hornos del pueblo. Por tanto, esta misma hogaza sin problema alguno hubiera servido  para proporcionarnos el recordado picacho.)

 Otra de las costumbres que por entonces se llevaba a la práctica  durante el mes de noviembre era el "Tocar a las ánimas".  El objetivo  de aquel toque era la  de rogar por las almas del purgatorio según los preceptos de la religión cristiana .  Este toque de campana siempre se practicaba  por la noche.  A pesar de que han transcurrido más de cincuenta años desde la última vez que escuché este singular tañido, aún tengo retenido en mi memoria aquel   sonido de las campanas  tocando a las ánimas.   Recuerdo aquellos momentos    en torno  familiar  porque estábamos  todos recogidos en nuestra rudimentaria cocina  al calor de la lumbre que ardía detrás  de la "hornacha" durante aquellas fría noches de noviembre. Con frecuencia los allí presentes daban su opinión  acerca de    si tocaba con destreza o no   el   campanero de turno.  La verdad es que   aquel toque de campana  al practicarse de noche y  con aquella misión    tan   esotérica  que tenía, resultaba un tanto  estremecedor.  Yo se  de una persona que le producía auténtico pavor oírlo. Si por casualidad se encontraba en la calle en el momento de sonar la primera campanada, se iba disparado   para su casa. Me temo que ésta será otra tradición más que ya ha pasado a  formar  parte del pasado. ¿ Acaso queda alguien  en el pueblo dispuesto a retomar esa costumbre? A pesar de que habrá más de una persona que no tendría problema alguno en ponerla nuevamente  en práctica por conocer perfectamente como se toca,  estoy plenamente convencido de que ya nunca más se oirá en Mozos de Cea durante las frías  noches de Noviembre ese misterioso y fúnebre tañido de las campanas tocando a ánimas.

 


(Aquí os dejo esta imagen donde podéis ver las actuales campanas de la torre de Mozos de Cea. Las mismas que en el pasado durante el mes de noviembre al anochecer  tocaron a ánimas.)


Aprovecharé la coyuntura para daros alguna información acerca de estas campanas. Os comento.    En cada una de ellas   hay una inscripción  grabada para indicarnos el nombre que corresponde a la campana y   el año de su construcción. También en esa inscripción aparecen los nombres del alcalde pedáneo y  del sacerdote de la parroquia que ostentaban sus cargos en el año que fueron colocadas  en la torre, que obviamente corresponde al año de su fabricación. Sobre la campana de la izquierda que se muestra en esta imagen y  que es  la de mayor tamaño, aunque no se aprecie con mucha claridad, su nombre corresponde   al   de "Sagrado Corazón de Jesús".  El año que consta de su construcción es  1960.  El nombre que aparece como  alcalde pedáneo es el de  Don Epifáneo Cuesta Rodríguez y  del párroco Don Bernardo Pérez Gil. Sobre la campana que está a la derecha de la imagen aparecen los mismos datos inscritos  que en la anterior, aunque con una salvedad ya que  el nombre de esta campana es el de "Corazón de María". Curiosamente sus nombres son los mismos que las dos antiguas cofradías religiosas que hay, o más bien  hubo, en su día en Mozos de Cea porque dudo si aún seguirán vigentes. Es de suponer que ambos nombres fueron puestos en honor a ambas  cofradías. Por otra parte, lo que se puede  apreciar con escasa visibilidad  es el badajo de  la campana izquierda del que  cuelga un trozo de cadena. La punta del final de la misma    llega hasta donde se encuentra el recinto de la iglesia conocido como "El bautisterio".  Desde ese lugar, se tira    con fuerza de esta misma cadena- por experiencia propia lo se- para  dar las  campanadas que llamen a los files para que acudan  al correspondiente acto religioso a celebrar en la iglesia. Quiero comentaros también que las antiguas campanas que hubo en la torre, supongo que serían  las primeras, debido a  su antigüedad y funcionamiento acabaron deteriorándose.  Esta circunstancia  hizo que tuvieran que ser remplazadas por otras nuevas.   Las deterioradas campanas fueron   llevadas a una fundición de Saldaña y de este modo se consiguió   el suficiente  bronce y otros metales  necesarios para  fabricar en esta misma localidad palentina las actuales campanas que hoy tan "señoriales" se las puede observar  asentadas en  sus correspondientes troneras en la torre de Mozos de Cea, aunque lamentablemente estén más silenciosas que en épocas pasadas.  

Y colorín colorado este texto se ha acabado. A pesar de que haya muchas referencias mortuorias escritas en él,  aún así, espero que os haya resultado grata experiencia su lectura.

Largos días y plácidas noches a todas y a todos.

Rafael

 

Prueba

miércoles, 11 de octubre de 2017

ROMANCE A MOZOS DE CEA





Seguimos por aquí.
 
En esta ocasión os dejo publicado este vídeo donde de mi propia voz suena el poema "Romance a Mozos de Cea". El poema está escrito a principios de la década de los noventa del siglo pasado. Comprobaréis que mientras suena  el poema, van apareciendo sucesivamente imágenes relacionadas con Mozos de Cea.
 
Espero que os guste y disfrutéis con las imágenes y la interpretación del video
 
Saludos
 
Rafael

domingo, 17 de septiembre de 2017

DíAS DE BAILE

Seguimos recordando.

En esta ocasión voy a empezar comentando  que en tiempos muy remotos el tipo de "discotecas" que había por los pueblos limítrofes a Mozos de Cea se las conocía como Salones de baile; a lo que por cierto, había que acoquinar la entrada con la cantidad que estaba estipulada si querías acceder al interior de estos locales.  Yo personalmente sólo conocí a dos de estos salones de baile: el que estaba en Santa María del Río y el otro en Villamartín de D. Sancho. Este último tenía un nombre muy pretencioso: "Pista Gago". Es de suponer que a pesar de la presuntuosidad de su nombre, estoy seguro que  su decoración  sería de lo más rudimentaria. En Valdavida también hubo un salón de baile  en su día. Yo no lo llegué a conocer, pero tengo entendido que el suelo de este local estaba sin pavimentar; o sea  que de tierra. Esto  indica que sería de una cutrez notoria. También en su día hubo un salón de baile en Mozos de Cea y tampoco su suelo estaba pavimentado. Estuvo situado donde en la actualidad tiene Tomás Cuesta Antón  su garaje. Aún viven algunas personas del pueblo, con casi noventa tacos en sus cuerpos,  que durante su etapa adolescente y principio de su juventud tuvieron la oportunidad de haber   bailado dentro de aquel local. Según me contaron, parte de su decoración  estaba hecha a base de   fotografías de las revistas del corazón de aquella época. El local perteneció en su día a un señor de Villamartín de D. Sancho, llamado Eusebio Albalá. Supongo que se deshizo de él  vendiéndose   a la familia de quien hoy es su propietario. Antes de convertirlo en el actual  garaje, fue utilizado tiempo atrás como pajar. Tomás me comentó que las paredes de aquel pajar estaban empapeladas. Es de suponer que ese papel de alguna manera resultaba ser una especie de vestigio del pasado que acreditaba la utilidad que  muchos años atrás se le dio a aquel local y que no fue otro que el de  un rudimentario salón de baile, donde por cierto, la música que allí sonaba era producida por un manubrio, o chinganillo. Desconozco que suerte corrió  ese aparato musical, o a quien perteneció el mismo.




(Para quienes nos conocían de que se trata el manubrio, o chinganillo, aquí os dejo estas dos  imágenes  donde se puede apreciar con toda claridad el susodicho aparato musical, tanto de perfil  como de frente. Como podéis comprobar el que está de perfil tiene una manivela en el costado, la cual obviamente para que emita sonido el manubrio,  una persona tiene que encargarse de girarla manualmente.  Imagino  que un aparato musical al de la imagen  habría en su día  en el salón de baile de Mozos de Cea)
 
 
Después del cierre del salón, que según me comentaron la causa principal  fue que se levantaba mucho   polvo mientras bailaban al ser el suelo de tierra y esto originaba enfermedades respiratorias,     se continuaban celebrando los  populares  bailes en pueblo. Se montaban en plena calle y cuando las inclemencias del tiempo no permitían bailar a la intemperie, solían utilizar el portal de Silvio Morán  que estuvo ubicado  en su día donde construyó  su actual vivienda Maxi de Lucas Barreales.  Había por entonces una moza en el pueblo de nombre Enedina Díez de Lucas, conocida popularmente como "La Ina", que ella solita con pandereta en mano se bastaba para organizar un gran bailoteo. Supongo que las jotas leonesas sería de lo más recurrente, a tenor del instrumento que tocaba. Tiempo después dos vocacionales músicos, también autóctonos del pueblo, siguieron con la misma dinámica de montar el  bailoteo en plena calle.  Se trataba de Marceliano Pacho Rodríguez y Eugenio de Lucas Cuesta. El primero tocaba la dulzaina y el segundo el tambor. No hay duda de  que con estos dos instrumentos tendrían la posibilidad de tocar música  más variada que la que podía proporcionar la simple pandereta. Estoy  convencido que por entonces  los pasodobles abundarían  en el  repertorio de estos dos músicos. 


Y ahora situémonos en la década de los sesenta, del siglo pasado claro está. Una época que yo viví in situ en el pueblo. Pues bien, por aquella época en el pueblo ya había vecinos que disponían del tradicional tocadiscos; aunque fuera por entonces un artículo de lujo inaccesible para algunos hogares. Uno de aquellos vecinos que disponían del electrodoméstico musical citado era Trinidad Antón, o más bien su hija Avelina (Vina). Y bien en el portal de Trinidad, que estuvo ubicado en donde actualmente tiene la entrada al patio de la vivienda propiedad de David Melchor y Asunción Pacho (Sunci),  se organizaba a la tarde y parte de la noche un gran bailoteo, como si de un  popular guateque se tratara. Por aquellos años en los discos de vinilo sonaban canciones como: "La flechas del amor", de Karina; "Bonye and Clyde", de Los Mustang; "Puente a Mallorca"; de Los Mismos; "Cartagenera morena", de Los tres sudamericanos; etc.  Al ritmo de esta canciones, y varias más, en el susodicho portal  danzaban alegremente los  mozos y mozas. A los niños nos restringía con asiduidad la entrada. Supongo que la restricción se debía  a lo pecaminoso que era para los niños observar lo provocativo que nos resultaba  algún que otro achuchón de las parejas bailando agarrado. Referente a este tema, os voy a contar algo anecdótico. Cierto día al volver al negarnos de nuevo la entrada, todos los niños y niñas decidimos por nuestra cuenta montar un baile paralelo. Para ello nos servimos del tocadiscos que disponía  otro vecino de pueblo, concretamente Cayo Cuesta Gago. Y en su corral organizamos un espectacular bailoteo y hasta bien entrada la noche nos divertimos de lo lindo. Pero hete aquí que el párroco que ejercía su oficio en el pueblo por entonces, Bernardo Pérez Gil, se enteró al día siguiente de lo sucedido y nos aplicó un correctivo de órdago a la mayor. ¡No veáis   con qué  actitud  tan severa y  fustigadora se mostraba en   estos casos! Según contaban generaciones anteriores a la mía,   cuando había un acontecimiento especial  en el pueblo y a cuenta de ello a  la noche se organizaba  el acostumbrado baile,   poco antes de la celebración del mimo, Bernardo Pérez Gil, ya andaba con ojo avizor por la calle vigilando y ordenando  a los  niños que se fueran para casa. Y sin rechistar le obedecían por temor a las consecuencias. En fin; que después de aquel correctivo que nos aplicó, se nos quitaron todas  las ganas  e intenciones de volver a montar otro festejo parecido.




(Está claro que  en su ADN  Mozos de Cea lleva el bailoteo. De ahí el que sus habitantes estén siempre  predispuestos a bailar en el lugar y la situación que sean preciso. Como muestra esta imagen tomada en agosto de 1999. En medio de la Calle Mayor varias mujeres, algunas ataviadas con los populares  manteos de rodeo y mantón de manila,  bailan animosas una jota leonesa)

La mitad de la siguiente década, me refiero a los setenta, fue mi etapa  adolescente  y  también la viví in situ en el pueblo, motivo por el que puedo dar fe  con toda veracidad   que la celebración del bailoteo en el pueblo continuaba su curso. Por aquellos años se celebraba en el antiguo Teleclub,  edificio que  estaba recién construido por entonces. Este local público, además de contar en su haber con el indispensable televisor, también tenia un  tocadiscos. Y este electrodoméstico  era quien nos proveía  la música necesaria para los bailables de costumbre. Era durante la temporada veraniega cuando con mayor asiduidad se organizaban debido a que  había muchos    jóvenes y adolescentes en el pueblo.   Normalmente los discos nos los regalaban generosamente algunas de las mozuelas   que se habían largado  del pueblo a buscarse la vida a diferentes lugares del país: Angelines, Oliva, Engracita, Mª Carmen, Dorita...y alguna otra más que  ahora no recuerdo su nombre. Pero  desde luego todas ellas contribuyeron a que pudiéramos disponer de una cantidad considerable de discos  que estaban muy de moda por entonces y además  resultaban muy marchosos la mayoría de ellos;  como por ejemplo: "Acalorado estoy"; de Los Diablos; "Cuentamé"; de Formula V; "Marylin", de Trébol, " La chica de la boutique", de Heleno... y alguno de esos  discos  que se editaban en inglés y tenían un  ritmo tremendo. Algunas noches   sacábamos los altavoces por una ventana y preparábamos el baile en el "Campín de la Virgen", que es así como se conocía popularmente el espacio  donde actualmente está la terraza del bar. En alguna ocasión venían jóvenes de otros pueblos al bailoteo; sobre todo el que organizábamos en Noche Vieja. A este baile acudían  con asiduidad los de Velilla de Valderaduey.

Y hasta aquí este largo recorrido por todo el  particular y popular baioloteo que se ha ido celebrando en Mozos de Cea durante diferentes épocas. Ahora el único que se  celebra, si no hay alguna circunstancia extra,  es el  del día  San Pelayo. Y esperemos que no siga faltando a su tradicional cita el día del patrón en este pueblo que ha sido muy "bailón" desde tiempos remotos. Y lo sigue siendo actualmente; por qué ¿Quiénes son los últimos, y casi los  únicos,  que se quedan  a la noche dándole marcha al cuerpo en los bailoteos que se preparan cada año   cuando organiza el Ayuntamiento la popular comida de fraternidad? : LOS DE MOZOS.   Quien diga lo contario, miente como  un bellaco.  Espero halláis disfrutado con la lectura del texto escrito.

Largos días y plácidas noches a todas y todos

Rafael


 

jueves, 6 de julio de 2017

PALABRAS PARA UN ADIOS


SERAPIO LAZO FERNÁNDEZ

(In memoriam)
 
 
 
(1935 - 2017)


Una persona  que desde su nacimiento  estuvo afincada de forma permanente  en el pueblo, ayer 5 de julio de 2017 murió a la madrugada. (¿Desconozco cual debe ser la  razón por la que siempre acostumbra a llevarnos en su compañía la muerte a la hora en que parece despertarse el alba?)  Me estoy refiriendo a   Serapio Lazo Fernández.  No se vosotros que sensación os deja esta triste noticia.  A mí la verdad que más allá de la tristeza que supone su defunción, lo que me deja es una sensación de pérdida irreparable. Resulta un problema demográfico muy preocupante el hecho de fallecer una persona que ha residido de continuo en Mozos de Cea por no existir la necesarita  natalidad que pueda compensar su equilibrio demográfico. Esta es una situación terrorífica, la cual  contribuye a que progresivamente se vayan quedando vacíos de habitantes todos los pueblos con  símiles características a  Mozos de Cea. También es una obviedad el que cuando fallece esta clase de personas profundamente arraigadas  de por vida al pueblo, el preocupante vacío que dejan, no es exclusivamente el de contribuir a su paulatina despoblación, sino que con él también desaparece una pequeña e intrínseca parte  vinculada a esta tierra agraria por antonomasia. Del mismo modo desaparecen   también todos aquellos  momentos personales de quienes  han coincidido en   la existencia con el difunto. Si tuviera  que evocar de manera afectiva mis momentos personales con esta persona fallecida, estarían vinculados estrechamente al pasado. En mí etapa de niñez y adolescencia vividas íntegramente en Mozos de Cea. Después de que emigré del pueblo, cuando regresaba en ocasiones , tuve mis encuentros y desencuentros con el finado, pero siempre fueron desde el respeto, y sobre todo desde el agradecimiento debido a que  su permanente presencia  era de vital transcendencia por  contribuir  a que Mozos de Cea siguiera estando  habitado por personas como él, tan arraigadas y pegadas hondamente  a esa tierra. Sin duda,  personas que nunca cayeron en la tentación de emigrar, la cuales  hacen todo lo posible para  que  "los emigrados" podamos notar que el latido  de nuestro  pueblo continúa  vivo y con ello  permiten  que no muera en la indiferencia ni en el olvido de forma general. Por lo tanto, no es sólo una sensación triste la que me deja su fallecimiento, tal como indico arriba, sino ese presentimiento de ausencia permanente que en el pueblo  quedará de él ulterior a su muerte.  Cierto que debido a sus serios problemas de salud, los últimos años, apenas se dejaba ver, razón por la cual   no solía acudir a las amenas charlas  que  tradicionalmente  acostumbran a entablar los vecinos del pueblo  sentados sobre el "popular madero"; en este caso el madero  que  frecuentaba en común compañía  está situado frente a la Plaza de San Pelayo.   A veces se le  echaba en falta  porque era un buen contador de  divertidas  historias y anécdotas. Desde luego muy elocuente en cuanto a la forma de  expresarlas.  Y a mí personalmente cuando regreso al  pueblo, me gusta estar con esa gente que permanece de continuo en él porque son la esencia del mismo. Es como si estando en su presencia,   de alguna manera   tratara de seguir  formando parte intrínseca aún de Mozos de Cea, aunque únicamente   es a través del  pasado la única  posibilidad que me queda de mantener vivos los vínculos que me unen al pueblo.  A este respecto, siempre tendré en mi evocación de forma preferente al añorado Luis Pacho Rodríguez. Persona que estuvo  arraigada con firmeza y tradición a la tierra: él  era en esencia Mozos de Cea.  Confieso que siempre que estoy junto al "Corral de las Malvas" - donde estuvo, sigue estando, su hogar-,    a pesar de que falleció hace unos años, su  ausencia se dejan sentir.

Desgraciadamente por ley de vida estos vecinos de permanencia continuada en el pueblo van desapareciendo físicamente debido a su envejecimiento. Y este hecho me preocupa, y a la vez me genera incertidumbre.  O esto  da un giro radical en cuanto a su equilibrio compensatorio respecto  a   natalidad y fallecimiento, o al futuro "pintan bastos" en lo referente a la despoblación de Mozos de Cea.   Como el goteo de fallecimientos es paulatino,  me temo que su despoblación como espada de Damocles va a estar pendiendo  de continuo sobre Mozos de Cea. Porque ya se sabe, que cuando un vecino fallece, el cierre de la casa que habitaba se hace cada vez  más realidad. Y obviamente, el progresivo cierre de casas es un nefasto presagio por que indica que en el horizonte se vislumbra a un pueblo que quedará vacío de habitantes tarde o temprano. Ahora pongámonos en la situación de que los malos augurios se cumplen...¿Os imagináis a Mozos de Cea despoblado, como si de un pueblo fantasma se tratara, donde sólo el olvido y la soledad fueran sus únicos habitantes?. ¿Creéis que los ocasionales veraneantes o los autóctonos jubilados, podrán seguir haciendo sostenible en un futuro la situación demográfica como hasta ahora? Hay dejo este par de interrogantes. No hay duda de que cada uno de vosotros tendréis vuestra particular respuesta, con argumentos muy válidos. Lo que no admite duda, de  que estoy enfocando el asunto desde una óptica muy pesimista. Quizá me he dejado llevar por la triste noticia del fallecimiento de Serapio Lazo Fernández y la pérdida que representa este hecho en lo  concierne al problema  demográfico. Pero esto no quita el que subyace un preocupante realismo en todo  este tema si lo analizamos detenidamente. Por supuesto que me gustaría estar equivocado y que mis preocupaciones al respecto son infundas, por consiguiente  no tienen razón de ser.  Y que seguirá en un futuro el pueblo habitado, aunque bajo mínimos. Y que sobre el árido y agrario  pago de Mozos de Cea seguirán dándose puntualmente cita cada otoño y verano  la sementara y la cosecha para  no acabar  siendo un coto privado de caza que se lo haya adjudicado un individuo sin escrúpulo alguno sólo con el fin de   lucrarse  con las correspondientes  licencias de caza.  Pero me temo que no es así porque la realidad vaticina más bien todo lo contrario. No nos dejemos engañar por la ilusionante  situación circunstancial que se da cada verano en el pueblo cuando se duplica la presencia de personas que allí se encuentran  de forma pasajera. Ciñámonos  a la dura y cruda realidad, la cual  no augura nada alentador, si no se da la susodicha situación citada. Y como en estos momentos ni se dan las condiciones ni las posibilidades para que compensatoriamente se equilibre, la natalidad y las defunciones,  lamentablemente tendremos que ponernos en lo peor. Aunque bueno,  siempre habrá que dejar un pequeño margen para la esperanza.

Sobre la persona que ha fallecido en Mozos de Cea, Serapio Lazo Fernández, trataré de escribiros en síntesis algo sobre su persona. Comentaros que  su ocupación  laboral fue esencialmente     la de pastor . Si no me equivoco hasta su jubilación ejerció este oficio. Aunque esto no quita que también desempeñó las tareas agrícolas cuando la necesidad lo requería. En cuanto a su carácter,  personalmente yo  lo conceptuaría  muy visceral y un tanto irascible en el caso  de  llevarle la contraria. Sobre todo en lo tocante a sus ideas, pongamos políticas. Ahí desde luego que se mostraba inflexible y salía su visceralidad a relucir si alguien no iba acorde con sus ideas. Fue un entusiasta del juego del dominó. La partida del domingo, mañana y tarde,  par él era sagrada; normalmente tenía de compañero a su quinto: Eutimio Pinto Pacho. Y no le importaba discutir acaloradamente cualquier jugada, tanto con el compañero de juego como con los contrincantes. Vamos, que se ve que llevaba mal lo de perder. Algo normal en quienes juegan al tute o dominó  en Mozos de Cea, que no veas las "grescas" que se montan de vez en cuando a cuenta  del juego. También cabe reseñar que fue alcalde pedáneo del pueblo. Lo que no recuerdo ahora  exactamente por que fechas   se hizo cargo de  la alcaldía en el pueblo.  Que corresponden a la década de los ochenta del sigo pasado, de eso estoy bien seguro.   Como ya he indicado  con anterioridad, lo más emotivo que recuerdo de su persona, está asociado a la época antes de emigrar hacia tierras del Norte. O sea, años anteriores a 1974. Pero después de mi marcha, en cada reencuentro en el pueblo con él, nunca faltó el entusiasta saludo y la buenas palabras de bienvenida. Y por supuesto, que en alguna que otra ocasión, por mor de las ideas políticas opuestas, surgió algún que otro   confortamiento verbal. Pero sin mayor problema. Todo esto ya ha quedado atrás, ha pasado a formar  de su historia personal. Y como toda persona que tristemente fallece  con  ese profundo y permanente  arraigo   en nuestro pueblo, es de suponer que  habrá dejado su particular legado para la posteridad disperso por entre los diferentes lugares, genuinamente agrarios, ubicados a lo largo y ancho del pago de Mozos de Mozos de Cea.


Una vez finalizadas estas palabras, un tanto luctuosas  y que a su vez  claramente rezuman pesimismo por las subjetivas razones que he dejado expuestas, me despediré con un: ¡Hasta siempre Serapio Lazo Fernández   y  que la eternidad te sea leve!


                                                                     ( 6 de julio de 2017)


Rafael.