sábado, 8 de septiembre de 2018

TOQUES DE CAMPANA

De nuevo retomo la palabra escrita con el cometido de costumbre. Sobradamente conocéis que esta misión es hablar mas o menos de lo mismo, aunque  que siempre con su habitual variante, porque el recuerdo en sí siempre varía dependiendo de la situación o las circunstancias en que éste se haya originado.  Y como de recuerdo se trata es obvio que todo cuanto guarda vínculos con el pasado de Mozos de Cea siempre está presente en cada párrafo que queda publicado en este espacio.  Situaciones y circunstancias de un pasado cuyos momentos a veces personalmente los viví in situ; otros en cambio no tuve la oportunidad de vivirlos, pero esto no es óbice  para poder  escribirlos ya que he tenido la suerte de  escucharlos por boca de otras personas.   Al ser transmitidos estos   momentos del pasado por  boca de las personas mayores es normal  que   que existan diferentes versiones sobre el mismo asunto dependiendo de la forma que cada uno nos lo cuente o lo haya vivido.  Por lo tanto, su veracidad quedará supeditado al grado de confianza y fiabilidad que nos confiera la persona que nos lo haya contado.  Y bueno,  expuesta la protocolaria presentación del texto, vayamos al asunto principal que no es otro que hablaros sobre los distintos toques de campanas que desde tiempos remotos se han practicado en Mozos de Cea. Lamentablemente hoy en día por un sin fin de circunstancias adversas  el tañer de las campanas es casi inexistente. 
 
Las campanas de la torre de nuestra iglesia, como la de todos los pueblos colindantes, digamos que tienen sus voces particulares, como también inigualables e inconfundibles. Unas voces que tiempo atrás en cada momento y ocasión, con su peculiar tañido   fueron capaces  de transmitirnos alegría y regocijo; si bien otras veces su tañido era similar al de  un sollozo que hacía estremecernos el corazón. Autenticas mensajeras de lo cotidiano y de lo divino. Uno de sus principales cometidos  ha sido el  anunciar el principio de la vida y su final: nacimiento y muerte. Siempre han funcionado con una especie de códigos sonoros que tiempo  atrás la mayoría de los vecinos  conocían y por supuesto que las personas mayores del pueblo aún los siguen conociendo porque los  han oído reiteradamente, con lo cual estoy convencido de que el sonido de esos   toques les resulta  difícil de olvidar.  A continuación escribiré, o citaré,   algunos de esos toques de campana que a lo largo del tiempo han sonado en nuestro pueblo. Muchos de estos toques me son familiares y varios de ellos de ellos los conozco perfectamente por haberlos escuchado en varias ocasiones.
 
 
 
 
 
( Para que estos   toques de campana no  queden definitivamente arrinconados en el silencio y el olvido y las nuevas generaciones que los desconocen tengan la oportunidad de escuchar los  tradicionales  toques de las campanas de Mozos de Cea, se suele hacer exhibición de los mismos durante las fiestas en honor al patrón del pueblo San Pelayo. Es lo que se puede apreciar en esta imagen, o fotografía sacada el 26 de junio de 2010, en la cual  aparece  Irineo  (Neo) Conde Pacho  en el momento de practicar uno de los  toques que a continuación citaré.  Junto a él están Tomás y Nacho que observan y escuchan con atención )

 

Comencemos con los toques:


Toque de bueyes: Con este toque los vecinos  soltaban las vacas atadas en sus cuadras para ir a pastar a los prados vecinales del pueblo:  "El Cesto", "Valdezalces"  "El Campofrío" "El Horcajo"... Normalmente se hacia a la tarde.  Cuando este toque se realizaba de mañana, habitualmente a finales del verano,   las vacas pastaban  las rastrojeras de  todas las fincas segadas. Para esta ocasión, los vecinos se organizaban en turnos para guardar el ganado.  Los días que duraba el cuidar del ganado dependía del número de vacas que de su propiedad pastaban. Cuando finalizaba su turno, se avisaba al  siguiente vecino que  correspondía para cumplir con esta obligación. El hecho de avisarlo se conocía popularmente como "Echar la vez".

Toque a concejo:  Se hacia con la intención de convocar a los vecinos a una reunión  en la "Casa Concejo" para debatir temas de interés general relacionado con el pueblo. En Mozos de Cea esta casa era  el edificio de la escuela, aunque la reuniones era costumbre  hacerlas  en plena calle. Cuando las inclemencias del tiempo lo imposibilitaban, el concejo se hacía dentro del portal de la casa del Sr.  Walérico  Pacho. Era obligatorio la asistencia a estas reuniones de un representante de cada casa.

Toque a facendera: Este toque consistía en la llamada a los vecinos para realizar trabajos en beneficio de la comunidad; tales como: limpiar charcas y manantiales, arreglar caminos, limpiar el lodo de las barreras, etc. También era costumbre que cuando nevaba, los vecinos de Mozos de Cea de forma colectiva quitaran  con sus palas toda  la nieve que cubría el trayecto de  la carretera  que lindaba con el terreno del pueblo. A la facendera estaba obligado a participar una persona de cada casa. Si por causa no justificada  no acudía, tenía su penalización. Bien a realizar en solitario algún trabajo comunitario o pagar un multa en "Papel del Estado". Este papel de pago, adquirido en el estanco,  se debía  presentar al alcalde pedáneo  para que éste comprobará que había sido abonada la multa.

Toque de quema: Se trataba de un toque rápido y largo que requería la intervención de todos los vecinos del pueblo para sofocar el incendio de un determinado edificio.  Al escuchar el toque, rápidamente los vecinos sacaban  sus calderos de casa y se  acercaban al foco del incendio. Solían también acudir vecinos de los pueblos colindantes. Se formaban cadenas humanas que llegaban hasta donde se hallaba el  agua más próximo; bien la de un pozo, o de las barreras. El trasiego de calderos  llenos y vacíos de ida y vuelta y de mano en mano  era una constante. Des esta forma tan rudimentaria y  práctica se apagaban los incendios, o quemas, en aquellos remotos años, de los cuales,  yo presencié in situ  durante  mi infancia y adolescencia tres incendios en el pueblo y que   fueron los siguientes:  la casa de  Ambrosia Morán (La monja), la casa de Cayo Cuesta y  desgraciadamente también  la antigua casa donde viví prácticamente toda   mi infancia. En la actualidad ese viejo edificio que se quemó y luego fue reformado, ya ha desaparecido y en su lugar hemos  plantado una variedad de manzanos.


Toque de posas: se trata de una cadencia lenta y de repetidos sones graves y agudos intercalados. Aún se sigue conservando esta costumbre de tocar  a posas. Aunque últimamente tan sólo se toca el día del funeral porque es cuando el cadáver del difunto se halla presente en el pueblo. En aquellos remotos años,  al no existir tanatorio alguno para velar el cadáver,  el difunto permanecía todo el tiempo en el pueblo, razón por la cual el toque de posas se practicaba muy de continuo durante los dos días que era el tiempo habitual que se tardaba  en llevar a cabo el entierro. Al parecer en alguno de otros pueblos según el sonido de una u otra campana y el repique inicial se podía conocer si el difunto era varón o mujer, o si el difunto  formaba parte del clero.  Que yo sepa en Mozos de Cea no se daba esta circunstancia. Aunque  en alguna ocasión si que he escuchado que cuando falleció  a mediados del siglo pasado el sacerdote que oficiaba por entonces en el pueblo, D. Anacleto Cuesta, aquel toque a posas fue algo diferente al de costumbre.

Toque de Gloria: se practicaba a la muerte de un niño. Parece ser que a este menor de 7 años, al morir,  supuestamente se le enviaba a la Gloria.  Y en algunos pueblos, como por ejemplo Villóta del Páramo (Palencia), popularmente comentan que  el  tañer de las campanas cuando tocan a Gloria van diciendo, más o menos: " vas bien,  bien vas, al cielo vas, del cielo vienes, al cielo vas...."   Por entonces era muy habitual que fallecieran a esta corta edad niños en el pueblo debido a enfermedades infantiles hoy prácticamente erradicadas y también por deficiencias en su alimentación.  

Toque a Misa: Sigue vigente en la actualidad este toque. Normalmente se practica los domingos y festivos. Consta de tres series de aproximadamente 27 toques, finalizando cada uno de ellos en dos o tres toques. Cuando pasan varios minutos se dan tres toques de campana para avisar que va a comenzar la misa. Este toque se conoce popularmente como "Dar las tres". Años atrás, era costumbre el que una vez finalizado el toque de misa inicial, y antes de que dieran las tres, en ese intervalo de tiempo se practicará el repique y volteo de campanas.

Toque al Rosario: Toque normal y corto con una sola campana que llamaba a los vecinos a rezar el rosario en la iglesia. También se "daban las tres" para avisar a los devotos  que daba el comienzo de este tradicional rezo católico. El rosario era habitual rezarlo a la noche, a excepción de los domingos y festivos que se hacía por  la tarde y a su finalización en ocasiones todos los  presentes dentro del templo cantaban la salve.   Normalmente en octubre se comenzaba a rezar el Rosario  y finalizaba a comienzos del verano.

Toque a comulgar: se trataba de un toque corto y continuado que servía como llamada  para  acudir a tomar la comunión. Únicamente asistían a este breve acto litúrgico,   los feligreses que iban a comulgar. Siempre se celebraba por la mañana.  Como algo anecdótico os comento que debido a la brevedad de este acto litúrgico, el sacerdote Bernardo Pérez Gil  nos pagaba a los monaguillos sólo cincuenta céntimos, o un real de los de entonces. Vamos,  que la mitad de lo que nos pagaba por ayudar en la misa que era una peseta a cada monaguillo.

Toque de ánimas: este toque de campana se practicaba durante todas las noches de noviembre al ser éste el mes consagrado a los difuntos, de ahí la razón por lo que el tañer de las campanas llegaban con un sonido fúnebre y estremecedor. Acerca del toque de ánimas ya hablé largo y extendido en otra ocasión, por tanto huelga cualquier otro comentario al respecto para no repetirme en lo mismo. Si hay algún interesado en volver a leer el texto relacionado con este asunto, sólo es cuestión de que busque  el archivo correspondiente a noviembre del pasado año y allí sin problema alguno está a su disposición la lectura del mismo. 

Toque de oración:  cuando se ponía el sol se practicaba este toque que obviamente se hacía para llamar a la oración a todos los vecinos del pueblo al atardecer.


Toque al alba: también conocido como "toque de los maitines" . Como el anterior toque, aunque éste  se practicaba al amanecer,  se hacia con el propósito de llamar a primeras horas de la madrugada a los vecinos  a la oración. Por cierto,  Crescencio Morán, era quien habitualmente se encargaba de este madrugador toque con repiqueteo incluido.   

Toque de mediodía: conocido también como el "toque del ángelus". En tiempos remotos en Mozos de Cea, cuando el reloj marcaba las 12 del mediodía era costumbre tocar una de las campanas  para anunciar el ángelus del mediodía. Por lo tanto había llegado la hora de rezar el tradicional "Ave María".  Supongo que habría varios devotos que rezarían las convenientes oraciones que a cada toque correspondía,  aunque  no me cabe la menor duda de que también habría quienes les traía al pairo esos toques de oración.  Lo que resulta bastante palmario es que había una constante y fervorosa devoción  a la religión cristiana. Da fe de ello las muchas horas del día que por entonces se empleaban en la práctica del rezo diario.   

Aprovecho para comentaros también un par de toques más los cuales  que yo sepa  en Mozos de Cea  no se han practicado nunca, aunque en algunos de los pueblos limítrofes sí. Me estoy refiriendo al "Toque de nublo" que tradicionalmente se hacía para intentar alejar las tormentas de granizo, aunque dudo acerca de si  sería efectivo o no ese tañido de campana. Supongo que todo este asunto forma parte de las creencias populares.  El otro es  el "Toque de niebla". Éste toque  normalmente se llevaba a cabo en los  días que había niebla cerrada y la visibilidad era nula. Era muy útil para los pastores porque les servía como orientación.
 
 
 
 
 
 
(El que aparece en esta nueva imagen, la cual  coincide con el mismo día de la exhibición que muestra   la imagen, o fotografía,  de arriba,   es Tomás Cuesta Antón. Como podéis comprobar  también está practicando uno de los tradicionales toques. Junto a él, Nacho escuchando atentamente )
 
Otra cosa que también quiero comentar en referencia a este asunto, es que  Mozos de Cea tuvo en su día un  campanero oficial. Este cargo correspondió al  Sr. José Fernández Martínez, fallecido en 1970. Allá por la década de los sesenta del siglo pasado, este señor estuvo durante dos años seguidos ejerciendo su función de campanero en el pueblo, con lo cual durante todo este tiempo se encargó de la práctica de la mayoría de los  toques aquí recogidos y también era quien tenía la llave para abrir  la puerta que daba  acceso al campanario. Creo recordar   que una vez  que cesó de su cargo, la puerta de la torre permaneció abierta para acceder al campanario libremente y así sin problema alguno  pudieran practicar los toques correspondientes los circunstanciales   campaneros de turno. Como por ejemplo el citado Crecencio Morán, muy asiduo en la práctica del volteo y repiqueteo. A los niños no había quien se nos adelantara para  quitarnos el "toque del ángelus" al mediodía. Mi hermano Anastasio Bueno (Tasi) por entonces  también practicaba con frecuencia noche tras noche de noviembre  el "toque de ánimas". Matías Lazo encargado de engrasar las campanas y  de voltearlas habitualmente.   Que conste que yo personalmente también he hecho mis "pinitos campaneros".  Confieso que tengo cierta querencia por hacer tañer las campanas. Lamentablemente hoy en día ya ni circunstanciales campaneros quedan. El silencio de las campanadas es atronador. Los toques aquí citados, a excepción del de la celebración de la misa, todos ellos brillan por su ausencia . Parece que en Mozos de Cea ya ni doblan por los muertos, ni se escucha su jubiloso volteo, a pesar de que aún siguen recias y señoriales en lo alto de la torre, esperando que alguien las haga tañer para que puedan romper el silencio de nuestra vida y  a las personas puedan guiar en su rutina diaria; en especial a quienes viven de continuo en el pueblo.  No quisiera ponerme pesimista y verlo todo negativo, pero por desgracia la realidad es la que es, con lo cual, me temo que  el triste  y atronador  silencio de las campanas  ahora en adelante va a se  la tónica general. ¿Hasta cuando ha de durar este silencio?   Con tal de que no se eternice  me conformo.

Por hoy ya nada más. Espero os haya resultado amena la lectura de este tañer de campanas que  a través de la palabra escrita he puesto el empeño de hacer que sonaran. Si algún leve tañido o repiqueteo he conseguido haceros llegar, el objetivo de escribir este párrafo quedará logrado.

Largos días y placidas noches a todas y a todos.

Rafael.