domingo, 28 de diciembre de 2014

RECUERDOS DE NAVIDAN EN MOZOS DE CEA

 
Estamos inmersos en las fiestas de Navidad. Es obvio que cada uno tiene su concepto personal acerca de lo que representan estas fechas. Es evidente que  habrá detractores de la Navidad por  el agobio que les supone tanto festejo; en cambio como contraposición estarán  los partidarios que vivirán estas fiestas navideñas con mucha alegría. Supongo que tanto los unos como los  otros tendrán su acertada parte   de razón ya que cada uno siente y vive la navidad según sus convicciones. Pero yo ahora no quiero   entrar a juzgar  cualquier concepto a favor o en contra de estas fechas tan significativa, sobre todo para la religión cristiana, porque que el objetivo de escribir ahora este texto quiero enfocarlo desde otro punto de vista bien distinto como son aquellos distantes  recuerdos que guardo  de la Navidad durante mi época infantil, la cual  pasé en Mozos de Cea. No se vosotros que pensamiento tendréis al respecto, pero yo personalmente pienso que la verdadera esencia y el espíritu de la Navidad se sienten y se viven en su mayor plenitud y naturalidad durante la niñez. Una vez que pasas esa etapa de la vida, creo que se va esfumado tanto su esencia como su espíritu por razones obvias, que supongo todos conoceréis.  Pero lo importante es que siempre nos quede dentro de nosotros, como algo intrínseco,  parte de ese espiritu  navideño de nuestra niñez. 
 
Y ahora vayamos al quid de la cuestión que nos es otro que contaros  algún recuerdo que tengo de mi época infantil, la cual transcurrió íntegramente en Mozos de Cea. Tampoco quiero excederme mucho para no resultar cansino. Estoy  seguro que más de uno pasará  olímpicamente de leer la totalidad del párrafo si la extensión del mismo acaba por aburrirle. La verdad es que por aquellos años de la Navidad de mi niñez vivida en Mozos de Cea no es que acontecieran hechos  espectaculares a los que ahora    poder resaltar. Recuerdo que solía nevar habitualmente todos los años por la época navideña. Y el paisaje navideño nevado resulta muy sugerente, ¿verdad?  Estoy hablando de los años que transcurrieron entre  mediados de la década de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado, claro está (¡Ostras, qué mayor ya es uno!) Que yo recuerde , y creo no equivocarme, únicamente se ponía un nacimiento en el pueblo: Era el que colocábamos en la escuela, con aquellas figuras del Belén de tamaño muy reducido. Los niños solíamos ir a por el musgo donde estuvieron los olmos, o negrillos,  de  Juanito. Allí, en  la popular olmeda, hoy ya desaparecida por haberse secado todos sus frondosos olmos. Y es que la terrible enfermedad  de la grafiosis ha exterminado casi por completo a todos los olmos a nivel planetario.  Me acuerdo del papel de plata y el cristal con que construíamos el río y  el paisaje nevado el cual lo formábamos espolvoreando   la leche en polvo que tomábamos gratuitamente a diario en la escuela.  El  árbol de Navidad que seguramente hoy día en muchos hogares del pueblo esté presente con sus típicos adornos, por aquellos años únicamente Erasmina Barreales  lo ponía todos los años con la decoración  navideña que aquella  señora personalmente  confeccionaba. Me acuerdo que todos los años unos de sus adornos decorativos eran las barras del dulce de membrillo que ella misma tradicionalmente elaboraba. Y allí año tras año íbamos todos los niños y niñas a su casa, que amable nos dejaba entrar para que contempláramos extasiados su árbol. Luego ya cuando fueron pasando los años, en otros hogares del pueblo fueron colocando el árbol de Navidad. A todos nos apuntábamos para ir  a hacerle nuestra particular visita y a  valorarlo  estéticamente.  Cuando estábamos dentro de la casa esa evaluación era más bien de  forma visual,  luego al salir hacíamos  comparaciones de todos  los árboles navideños vistos y comenzábamos ya de palabra a opinar y valorar su estética, hasta elegir a criterio personal cual nos parecía el más bonito.  Otra diversión más que teníamos por entonces. Sin más.
 
Esta claro que la Navidad por entonces, y por ahora, está vinculada casi en su totalidad con la iglesia y con el dogma cristiano. Obviamente todos conocéis los motivos, por tanto huelga cualquier comentario al respecto. Eran varios los actos religiosos relacionados con la Navidad que se desarrollaban en la iglesia, como por ejemplo la adoración del niño que coincidía con  la fiesta de Reyes. Todos iban, o íbamos,  a besar a una figura en forma de niño Jesús dentro de una cuna que portaba el sacerdote junto al altar mayor y que  de vez en cuando pasaba un trapo por toda la figura. Supongo que para limpiar algún residuo labial que iba quedando en cada beso. También ponía una bandeja para que el "besad@r" de turno echara una moneda. Vamos que nada de "besos gratis".  Como es  típico por estas fechas, también por entonces, se cantaban villancicos- los de costumbre- Días antes de las vacaciones escolaresde Navidad los cantábamos frente al Belén en la escuela; luego ya en el portal de la iglesia. Antes de cada acto religioso los niños y niñas esperábamos a que empezara ese acto  todos  sentados en el portal de la iglesia en unos bancos que allí estaban. Las niñas a un lado y los niños a otros. Nos sentábamos uno tras otro siguiendo el orden de edad. El cura presente estaba siempre con sus habituales paseos hacia adelante y hacia atrás  a lo largo del portal. A su vez mientras paseaba, nos iba contando su particular rollo  con temática religiosa y siempre estaba  a la expectativa por si alguien no se comportaba como él ordenaba para aplicarle su particular correctivo. No se si alguno de aquellos niños o niñas que coincidieron conmigo por aquella época se libró de alguno de sus temidos castigos. Como ya he comentado, era   en aquellos momento de estancia en el portal de la iglesia cuando entonábamos los villancicos.  

 A la salida de misa de año nuevo, era costumbre que al sacerdote, D. Bernardo Pérez Gil,   cuatro mozos se lo llevaran a hombros desde la iglesia hasta la puerta de  su casa sentado en un sillón. Creo que el mismo día, a la mañana,  todos los niños y niñas  alegres y ansiosos íbamos a la casa del cura para que éste    nos regalase, digamos que como aguinaldo, una naranja y un puñado de piñones. Todo un tesoro para nosotros resultaban aquellos piñones. Que gran utilidad les dábamos. Obviamente después de comernos parte del puñado, el resto lo guardábamos para jugar al "juego de los piñones".  Marcábamos  un cuadro en cualquier lugar de la calle del pueblo, de tierra por supuesto, allí metíamos un par de piñones cada niño que se apuntaba a jugar, y a tratar de sacar el máximo número de  piñones siguiendo las reglas que desde muchos años atrás habían establecido para este juego. Para sacar los piñones del cuadro se utilizaba un tipo de moneda antiquísima que en su momento estuvieron vigentes: el ochavo y el real grande. Con el ochavo tenías más posibilidades de llevarte el mayor número de piñones. Pero los ochavos escaseaban.  Como es obvio los piñones acababan muy gastados y descoloridos de tanto rodar por el suelo. Por la época otoñal, los fréjoles servían para el mismo  juego y con idénticas reglas que los piñones, ya que éstos últimos  progresivamente habían desaparecido hasta que con el nuevo agüinado del siguiente año volvía a ponerse en circulación su tradicional juego.

 Ya que estoy  hablando de que el cura nos regalaba a los niños ese aguinaldo, aprovecharé para  deciros también, aunque no guarde relación alguna con la Navidad,  que a primeros de noviembre,   D. Bernardo Pérez Gil, sacerdote que oficiaba los actos religiosos en el en el pueblo,  nos regalaba a cada niño el tradicional "picacho". Seguro que más de uno se preguntará   que es eso del picacho.  Os lo aclararé.    Se  trataba de un pedazo de pan grande, el cual correspondía a una de las  hogazas que las mujeres habían llevado a la iglesia  como ofrenda. Supongo que como ofrenda por celebrase la festividad de todo los santos o los difuntos .  Hay que reseñar que unas mujeres llevaban hogazas y otras una lata de trigo con una vela dentro que encendía durante el acto religioso. La vela se la  llevaban luego para casa, y la lata  vacía claro. El trigo como es lógico se lo quedaba el cura para que sirviera de alimento al ganado avícola  que tenía en su corral. Como el cura ni sembraba, ni recogía cosecha, imagino que  aquel trigo le venía de perlas, digo yo. Como eran muchas las hogazas que  recogía  prefería que, antes de quedarse duro el pan y no poder comérselo, trocear las hogazas y regalar un pedazo  a cada niño.    La mar de felices y contentos salíamos de la casa del cura  con aquel picacho que a cada niño obsequiaba.  Oye que hambre, hambre...pues no es que  pasáramos  por entonces, pero satisfacer la necesidades alimenticias las justas. Algunos podían satisfacerlas mejor  que otros, sin duda. Pero por regla general, lo dicho: justitas.



 
 (En esta fotografía están algunos de los niños y niñas que participaron en el juego de los piñones o se comieron su picacho)

 
Mira que dije al principio que no me iba a exceder para no aburrir al personal lector, y me esto dando cuenta que no he cumplido con lo dicho, y aún quedan "los santos inocentes" para hacer alguna referencia sobre este día tan peculiar. Tampoco es que se hicieran, o hiciera yo personalmente, alguna inocentada que pudiera  originar mosqueo seriamente al afectado. Bueno, confieso que una sí que  hice y la cual cabreó bastante a la afectada (ya ha muerto esta persona)   Y es que meter   dentro de una caja de zapatillas, excrementos secos, popularmente denominados cagajones,  de los dos mulos, o machos, que había en mi cuadra,  y hacer un envoltorio tal  como si se tratase de  un paquete enviado por correos, poniendo la dirección del destinatario, sin remite claro está, y por encima de la tapia tirárselo al corral  como si el mismísimo cartero lo había  depositado allí, pues  la verdad,  ahora que lo pienso, sí  que es para cabrearte con razón. Días después una persona, omito su nombre,    me comentó que la receptora del paquete montó en cólera y culpó a otras personas de esa, pongamos que  "broma escatológica", y vamos que soltó por su boca  una cantidad  de maldiciones e insultos     contra esas personas a las que culpabilizó equivocadamente de enviárselo por correo. Y yo al oírlo por entonces, ¿Qué queréis que os diga?,  pues "descojonándome por lo bajini"  sabiendo que el objetivo cumplió con creces su cometido.   Pero por lo general eran  inocentadas ingenuas las que se hacían, que más que con fines de chanza eran  con la finalidad de sacarle un beneficioso provecho. Creo que por entonces por falta de medios para cubrir las necesidades  básicas se ponía en marcha con facilidad  la picaresca en tal fecha, y si terciaba en otras fechas también.  Basta un ejemplo. Ibas a alguna casa. Llamabas  cuando saliera una persona, que preferías fuera la señora de la casa, (si era el señor, -¡cuidadito!-)  le decías: .- Me ha dicho mi madre que me dieras media docena de huevos. (por ejemplo) Si la mujer no se había dado cuenta que era el día de los inocentes, solía  darte esa media docena de huevos sin preguntar. Una vez que tenías en tu poder simplemente le decías: - ¡los santos inocentes se lo pagarán!. Aquella mujer estoy seguro que  la pobre   se quedaba con cara  sorprendida  y a su vez de mala leche   por esa inocentada que la habían colado. Vamos  que  acababa de  entregar media docena de huevos a un  pícaro  y sabía que no se los iba a devolver. Esta picaresca también trataban  alguna vez de llevarla a cabo con  los arrieros, Narciso y Revilla   que con sus carros y mulos iban a vender todo tipo de ultramarinos por entonces en Mozos de Cea, pero no creo que a estos dos les colaran alguna  vez  este tipo de engaño. Pienso que cuando alguien iba con la "inocente" intención de aprovecharse  ellos estaban  ya de vuelta. Como para dársela con inocentadas a estos dos  arrieros,  con los kilómetros de camino que tenían recorrido y horas de "pelea comercial", puerta a puerta,  que tenían a diario con las mujeres.
 
Que no me enrollo más. Algo queda de Reyes y de nochevieja que contaros, pero no creo que tenga mucha relevancia. Y es que los reyes es obvio que generalmente nos traían cosas acorde a los recursos económicos que contaba las familias de cada hogar del pueblo . Y la verdad que la tendencia de esos recursos era más bien a la baja. Cuando había suficiente poder adquisitivo para estos menesteres, siempre que alguno de los padres tuviera la oportunidad de  bajar a comprar a  Sahagún, o pudiera  hacer la compra a esos dos arrieros citados,  era costumbre que nos regalaran algún objeto que sirviera para la escuela: goma de borrar, lápiz, cuaderno, pinturas, etc. También las típicas zapatillas que casi la totalidad de los niños calzábamos por aquella época, su marca era "La Cadena", color habitual azul, tenía una tira para atarlas al pie  abrochadas con un botón. También de vez en cuando a algún niño le regalaban aquellas pelotas de goma de  marca "Gorila" y que eran duras de leches.  Cuando se  jugaba a pelota a mano, normalmente en una pared de la derruida escuela,  te hacía mogollón de daño en la mano. El primer balón de goma que recuerdo trajeron a un niño por estas fechas, y por consiguiente el único del pueblo por entonces para jugar con él, fue a Julián (Morenin).  Cuando la economía familiar tocaba bastante fondo y no había medio alguno para regalos de Reyes en condiciones, hablo de mi casa, mis padres improvisaban regalos caseros para que al despertarnos, siempre madrugábamos para la ocasión, no nos lleváramos la desilusión de no encontrar nada dentro de la zapatilla, la cual   poníamos junto a la ventana para que dentro de ella nos dejaran algo los Reyes. Los regalos caseros consistían en: una perrona, (moneda antigua de 10 céntimos de peseta)  un trozo de chorizo, una naranja, algún caramelo...Simplemente con ver aquellos regalos  dentro de la zapatilla, o junto a ella, aunque resultará algo tan humildes, para nosotros bastaba ya que nos producía  una gran  ilusión  verlos junto a la zapatilla, o dentro de ella,   porque nos imaginábamos que por la noche los Reyes Magos habían pasado por nuestra casa mientras dormíamos. ¿Y de la Nochevieja que puedo deciros? No recuerdo gran cosa de mi niñez asociada a ella.  Mis recuerdos están mas relacionados con la Nochevieja que disfrutaba mi hermano mayor, Talín, en compañía de los otros mozos del pueblo en la cantina de Hortensio. Allí se pasaban esa especial noche cantando y bebiendo los licores de turno. En cierta ocasión hicieron una especie de  concurso que consistía  que,  entre trago y trago, cada mozo tenía que cantar un trozo de una canción, quien por cualquier circunstancia   no lo entonara  debería pagar la botella que estaban bebiendo. Imagino, que a pesar de lo ebrios que se supone estaban por  tanto trago,  intentarían  afinar la garganta lo más posible cada uno, y si no se sabían el trozo de una canción, seguro que lo improvisaban con tal de no pasar por caja.  Lo que sí  recuerdo es algo que cantábamos  mis hermanos y yo    por Nochevieja, no se si alguien más  cantaría lo mismo. Decía esto:

"Esta noche es noche vieja,
noche de cascar piñones
ha parido la estanquera
un celemín de ratones."
 
(Se cantaba a ritmo musical como el típico villancico "Esta noche es noche buena/  y mañana Navidad...")


Sean felices lo que queda de fiestas. Y salud que no falte en el 2015
 
Saludos a todas y a todos.
 

jueves, 11 de diciembre de 2014

PAGAR LA CUARTILLA

Una de las  tradiciones hoy ya desaparecidas y que muchos años atrás estuvo vigente   en Mozos de Cea fue la de "Pagar la cuartilla". Esta tradición consistía en que todo  joven, o mozo como popularmente se les nombra en el pueblo, cuando cumplía la edad de 18 años tenía que convidar   con un garrafón de vino  cuya  capacidad en litros equivalía  a una cuartilla, cinco litros aproximadamente, a todos    los mozos del pueblo que con anterioridad ya  habían  cumplido con  esta tradición. Normalmente el vino con que  el joven obsequiaba al resto de mozos era de la cosecha propia ya que por entonces prácticamente la totalidad de los vecinos del pueblo en sus casas disponían de la correspondiente  lagar y bodega donde elaboraban y conservaban   su propio vino. No se si tenía denominación de origen o no aquel "caldo autóctono", lo que si recuerdo es que aunque las personas  bebían una gran cantidad de ese líquido, difícil resultaba el que alguna de ellas  acabara con una impresionante borrachera, vamos que grados etílicos    los justos para catalogarse como "bebida alcohólica". A lo que íbamos, que el joven les obsequiaba con su cuartilla de vino y como eran unos cuantos mozos los que por entonces vivían de forma permanente en el pueblo, digo yo que a mucho trago "per cápita"  no tocaría.  Aunque seguro que los tragos suficientes para pasarse un agradable rato todos juntos  en parrandera convivencia 
 
El pagar la cuartilla no quedaba meramente  en una tradicional anécdota, o exclusivamente en    pasarse  un   buen rato bebiendo y cantando con el resto de los mozos del pueblo un día determinado, generalmente un domingo a la tarde, sino que el mozo que  había cumplido necesariamente  con la tradición se le concedía  unos derechos establecidos y  también el cumplir con a unas obligaciones que  te imponía el pago de esa  cuartilla. Como por ejemplo, el derecho de poder subir al coro cuando asistía a algún acto religioso que se celebraba en la iglesia, o  el poder ser  uno de los integrantes   que cargaba sobre su hombro las andas que portaban una determinada figura eclesiástica cuando a ésta se la sacaba en procesión. Cuando no habías pagado la cuartilla,  tu puesto en la procesión era el de llevar los faroles,  acompañando a quien portaba la cruz.  Normalmente el portador de esa cruz metálica era el que hacía de mayordomo de la iglesia, el cual  el sacerdote que ejercía por entonces en el pueblo, D.Bernardo Pérez Gil,  había nominado de entre los vecinos del pueblo. Cada uno de enero se renovaba el cargo y era nominaba nuevo vecino. El mayordomo además de portar la cruz en la procesión,  tenía otros cargos  como el de la limpieza de la iglesia y demás eventos relacionados con la misma. A lo que íbamos, aparte de favorecerse con los asuntos  relacionados con la   iglesia, podía estar presente en   cualquier reunión o festejo que organizaban los mozos y además con derecho a opinión. Como ya he comentado tenía sus obligaciones, como por ejemplo el tener que pagar la parte que le correspondía de los  gastos que suponían la contratación de los músicos que amenizaban la fiesta del día de San Pelayo.  Unos gastos que suponía  un notorio sacrificio para la economía en precario que por entonces soportaban casi la totalidad de los hogares del pueblo. Aunque bueno, los mozos siempre se las arreglaban para que al final la contribución personal de cada uno a la causa festiva  fuera menos onerosa. Aparte del dinero   que se embolsaban en la diana musical con fines recaudatorios  y   que acostumbra a  celebrase  el segundo día del patrón yendo casa por casa, unos días antes de San Pelayo todos los mozos iban al monte a cortar la leña de la "suerte" que se les había  reservado con el fin  de que sirviera de  ayuda para   sufragar los gastos de orquesta. Todos los vecinos del pueblo, tal como se hace aún ahora, se les adjudicaba también por entonces un pequeña porción  de monte, denominado "suerte", para que cortaran la leña de roble que les había sido designado. Los mozos una vez cortada la leña, de roble obviamente,  la cargaban en los correspondientes carros- solían ser dos o tres los carros utilizados- y la traían para el pueblo. Luego en una especie de subasta la vendían. Normalmente se quedaban con el corte de leña alguno de los vecinos ya ancianos,  porque  no contaban ni con fuerza física para cortarla ni medios de transporte para traerla a su domicilio.  Los carros cargados con el corte de leña    se acostumbraba a exponerlos  para su venta donde anteriormente estuvo situado el frontón, o el trinquete como popularmente  el pueblo se le nombraba . Hoy ese espacio donde estuvo  ubicado en su día ese trinquete se llama calle Cascajera.

Como ya comento al principio, esta tradición ya ha desaparecido.  En la actualidad  es imposible que pudiera volver a repetirse tal circunstancia   porque  en Mozos de Cea no queda ya joven alguno residiendo de forma permanente  que pudiera dar  continuidad a esta curiosa tradición.  Creo, aunque no con toda seguridad, que los tres últimos jóvenes en pagar la cuartilla fueron: José Luis, Santiago y mi hermano Tasio  ( los tres quintos nacidos en 1952). Y esto sucedió si no me equivoco al comenzar la década de los setenta del siglo pasado. También es de recibo reconocer que si no se pudo mantener la continuidad de esta  tradición en parte fue porque  los jóvenes que precedían a los tres nombres citados, ya  no residían de continuo en Mozos de Cea,  porque por una u otra circunstancia se vieron en la obligación de marcharse del pueblo.  Esto fue motivo suficiente para que de forma inevitable tuviera que ponerse fin a la tradición de que todos los  mozos al cumplir los 18 años tuvieran que  pagar la cuartilla . Y es una pena que esto ya desaparecido, la verdad. Porque las tradiciones, además de formar parte del acervo cultural de un pueblo, es la esencia y la identidad del mismo. De ahí lo importante y esencial que resulta siempre recuperarlas aquellas que por una u otra razón han desaparecido.
 
Para dar credibilidad  de que en su momento existió esta antigua tradición en Mozos de Cea, he tenido que recurrir  a la memoria con en fin de contárosla  desde mi particular punto de vista.  Desconozco si este hecho de rememorarla y narrárosla puede suscitaros interés alguno.   Quizá al dejarla escrita en   este  espacio sólo he pretendido que  al menos en el recuerdo continúe subsistiendo y con ello intentar de alguna manera  que no desaparezca del todo. Al margen del concepto o pensamiento  que cada uno tenga sobre este tema, espero   que os haya resultado amena la lectura de esta especie de "ejercicio de nostalgia" que aquí dejo escrito.

Saludos a todas y a todos.

Rafael 

viernes, 28 de noviembre de 2014

ROMANCE A MOZOS DE CEA

En esta ocasión voy a dejar escrito, o más bien publicado, un poema que hace ya unos cuantos años  lo escribí y que puse por título:  "Romance a Mozos de Cea". Como la estructura rítmica y métrica se ajusta a las medidas que requiere esta composición poética, generalmente de versos octosílabos,  de ahí el por qué de este  título. El poema lo escribí a principios de la década de los años noventa del siglo pasado, creo que en 1990. En el año 1995 en una editorial de Sevilla, publiqué  un  libro de poemas, o más bien cuaderno poético por su reducido número de páginas, y los versos del mismo guardaba estrecha  relación  con Mozos de Cea. Escritos desde una visión  intimista y particular, sobre nuestro pueblo, donde la nostalgia digamos que esencialmente es su  concepto general. En este libro que puse por título "Recuerdos de la tierra",    publiqué el poema que a continuación os dejaré publicado para su lectura. Imagino que algunos de vosotros ya le habréis tenido la ocasión de leerlo   con anterioridad porque el libro donde venía publicado este poema  lo repartí gratuitamente el año de su publicación entre los vecinos del pueblo. Fueron 100 los ejemplares editados. Luego también apareció publicado  este Romance en otra  reedición ampliada que hice de Recuerdos de la tierra, donde incluí en el mismo nuevos  poemas y textos en prosa. Esta segunda publicación ampliada  fue más bien una "autoedición" que  constó de 50 ejemplares y también fueron repartidos gratuitamente como el anterior.  Por cierto, la portada que ilustraba el libro de esta reedición, era una fotografía cuya autora de la misma es: María Jesús  Villacorta, como todos sabéis cónyuge del Sr. alcalde. La elección, o decisión, de que  fotografía ilustrara la portada fue sencillamente porque había resultado ser  la ganadora de un concurso de fotografía relacionado con Mozos de Cea el cual se celebró  en  el verano del    2001. Quiero haceros saber  también que    esta segunda edición de Recuerdos de la tierra en parte lo hice como homenaje a mi madre, fallecida en agosto de 2002. El mismo día que cumplía el aniversario de su fallecimiento, 12 de agosto de 2013, fui repartiendo los ejemplaras a cada vecino del pueblo que por aquel año  allí se encontraba. Desconozco si puede tener o no algún interés en particular todo esto último que acabo de comentaros. Simplemente es una anécdota más que guarda algún vínculo con el poema que a continuación os dejo publicado.
 
 
 
ROMANCE A MOZOS DE CEA
 
Mozos de Cea tu raza
leonesa siempre ha sido
y sobre Tierra de Campos
te elevas como un castillo
inquebrantable en el tiempo
y en mil batallas curtido:
de sementera y cosecha
está tu historial construido.
 
Mozos de Cea te extiendes
en la margen de dos ríos,
pero tu tierra es secana,
tiene sed de regadío.
Bajo barbechos sedientos
con sudor has conseguido
que nazca un cereal valioso,
necesario, como el trigo.
 
Mozos de Cea el progreso
es por ley quien te ha vencido.
Ya ha silenciado los carros
que trazaron tus caminos
a la eras no ha dejado
acompañarlas su trillos
y aperos de la labranza
arrinconó en el olvido.
 
Mozos de Cea es recuerdo
dos lugares que has tenido,
fuente de Antocil, la Olmeda,
hoy ya desaparecidos.
¡Cuanta belleza te dieron
estos dos hermosos sitios:
desde que los destruyeron
nunca has vuelto a ser el mismo!
 
Mozos de Cea no quedan
tradiciones que has vivido
la de cocer en los hornos
el pan que muchos comimos
o fabricar los adobes
con tierra, paja y oficio
y elaborar en lagares
el viejo arte de vino.
 
Mozos de Cea se fueron
los hijos que en ti han nacido
buscando otros horizontes
tras un éxodo maldito.
Pero volverán a verte;
de nuevo estarán contigo
compartiendo tu querencia
que a todos tiene cautivos.
 
Mozos de Cea presiento
que has de quedarte vacío,
en soledad, con tus muertos,
serán únicos testigos
del silencio de tus calles
donde quedarás dormido
sin una voz que despierte
las ruinas de tu destino.
 
Mozos de Cea aunque puede
que sobrevivas erguido
mientras sigas defendiendo,
con el coraje aguerrido,
la nobleza de tu casta
y el orgullo campesino
brindándonos la esperanza
de tenerte siempre vivo.
 
Mozos de Cea tú sabes
que siempre estás protegido
por aquellos que te quieren
y el poder de Tomorisco.
Son sus robles centenarios
fortaleza y poderío
que te llenan de grandeza
y enaltecen tu prestigio.
 
Mozos de Cea es un pueblo
donde seréis recibidos
con ese afecto tan grande
que se tiene a un ser querido.
Sabe ser hospitalario,
recibirte con cariño,
y en la humildad de sus casas
siempre hallaréis un amigo.
 
Mozos de Cea estos versos
que con nostalgia te he escrito,
quiero que se sientan hondos,
como si fueran suspiros
que salen del corazón
y en la sangre están metidos
fortaleciendo ese amor
de aquellos que son tus hijos.


Supongo que alguno de los lectores quizá esté interesado en conocer la fotografía de la que hablo arriba y que fue la ganadora del I concurso de Fotografía Mozos de Cea, 2001. Si es así, abajo dejo esa fotografía. Para que pueda observarla y comprobar que es merecedora de ese primer premio. En modesta opinión, resulta muy sugerente y de notoria estética fotogénica el paisaje nevado que se observa en esta fotografía. Como podéis comprobar la fotografía está sacada  hace ya unos cuantos años. Digo esto, por que como vista principal está la laguna La Barrera, y como se puede observar apenas se ven árboles en ese espacio. Y es evidente que en la actualidad hay una cantidad considerable de árboles, en especial sauces, todos ellos ya muy creciditos y eso obviamente ha requerido varios años su crecimiento, de ahí se puede deducir que han pasado unos cuantos años desde que se sacó esta fotografía. La autora de la fotografía, María Jesús Villacorta, seguro que sabrá el año exacto en que la sacó.


 
 
 
Bueno, pues aquí quedan publicados el Romance a Mozos de Cea y la fotografía ganadora del concurso fotográfico Mozos de Cea, 2001. Espero que os guste ambos.
 
 
Saludos a todas y a todos
 
 
Rafael

 

viernes, 14 de noviembre de 2014

PARAJES DE MOZOS DE CEA

En esta ocasión el texto que quiero dejaros publicado no guarda relación  alguna con el futbol para no resultar un tanto cansino. Aunque seguro que en otra ocasión volveré a reiterarme en el mismo tema, porque queda aún  más memoria futbolera por contar.  Esta vez se trata de escribiros aquí todos los nombres que conozco  de los términos o parajes de Mozos de Cea. Quizá exista algún que otro nombre más que por desconocimiento del mismo me dejo sin escribir,  no lo dudo. Los expertos en el tema lo podrían confirmar, como por ejemplo el "incombustible" Matías Lazo, especialista en la compra y venta de antigüedades y también en el cultivo y venta de legumbres,  que estoy seguro que se sabrá el nombre  hasta del más recóndito y desconocido término que existe en  Mozos de Cea y a demás su ubicación exacta. Sólo es cuestión de preguntárselo y verán como estoy en lo cierto. Los nombres de todos estos parajes dispersos a  a lo largo y ancho de su  superficie desconozco   quien fue, o quienes, fueron los autores de los mismos. Supongo que habrá sido de forma colectiva la manera de nombrar a cada uno de ellos; eso sí,  lo  que resulta irrefutable es que viene de tiempos ancestrales  su designación. Hay nombres de parajes que guardan relación evidente con el lugar, otras supongo que fueron designados al azar o por un determinado motivo. Con seguridad nunca se conocerá esto por razones obvias.  Lo que no cabe duda es que en su momento fueron de gran ayuda para conocer el sitio exacto de donde se hallaba una pequeña  porción de terreno el cual era propiedad de un determinado agricultor. Estoy hablando de antes de llevarse a cabo la concentración parcelaria, la cual se realizó  en 1975.  Antes de este año cada labrador disponía, tanto en  propiedad como alquilados,  varios  terrenos dispersos por todo el "pago"  de Mozos de Cea. La mayoría de estos terrenos tenían una extensión agrícola muy reducida.  Por entonces estaban vigentes  las    medidas agrarias  como el celemín o medio celemín, también la fanega o media fanega, el cuarto, etc. todas ellas de reducida capacidad. Supongo que quienes conocían  los nombres del paraje no les suponía dificultad el encontrar  el lugar exacto    de donde estaba situada cada reducida porción de terreno que cultivaba  tan disperso, y aparentemente  perdido,  en ese  solitario y extenso  páramo. De ahí lo útil que les  resultó siempre los diferentes nombres  de todos estos términos a  aquellos labradores que realizan por entonces  las fatigosas labores agrícolas, a base de tracción animal: mulas, machos, vacas... La antítesis de la forma en que hoy se llevan a cabo las faenas agrícolas, por esa variada maquinaria tan sofisticada con que cuentan, la cual hace que los labradores de hoy en día para nada se fatiguen; es más, plácidamente trabajan con aire acondicionado y escuchado música dentro de las modernas y acomodadas cabinas de sus tractores.  ¿Saben cual era la música que escuchaban por entonces aquellos antiguos labradores de Mozos de Cea? : el sonido de las cigarras, o chicharras como popularmente se las conoce allí, cuando apretaba con saña  la canícula en los meses de verano. ¿ Y el  aire acondicionado? yo creo que se lo proporcionaban tanto el viento que soplaba del Cierzo o  del Gallego (por cierto cuando venía el viento desde esta última parte citada era el mejor momento de aventar los cereales según proclaman por aquella lejana época los expertos labradores) 
 
Ahora escribiré en por orden alfabético todos los nombres que conozco  de los parajes que se encuentran ubicados en Mozos de Cea:

PARAJES DE MOZOS DE CEA

Antocil.                              
Camperallana.
Campo Camposilla.
Cantamilanos.
Corrales.
Detrás del cementerio.
Detrás de las casas.
El anillo.
El alto Valdescapa.
El bardal.
El campín.
El calvario viejo.
El camino ancho.
El camino Velilla.
El campo del río.
El campo frío.
El caño del tío Andrés.
El carretero.
El carricio.
El cesto.
El chopo.
El colodrillo.
El desmonte.
El esgañadero.
El espinón.
El hoyo.
El horcajo.
El juncal.
El navazo.
El picón de Villeza.
El palomar.
El plantío.
El raposo.
El repartimiento.
El río.
El solanillo.
El tiso.
El trespadillo.
El vallejo hondo.
Fuente Antana.
La arzuela.
La campera el caño.
La cañada bajera.
La cañada el roblón.
La cañada las merinas.
La casilla.
La cerrada.
La cota.
La cruz de los caminos.
La era abajo.
La era el alto.
La granja del tío Emilio.
La loma de tolancina.
La mata el vaquero.
La olmeda.
La pocica.
La reguera calera.
La reguera de los gochos.
La reguera el valle.
La teja*
La varga de los criados.
La viña del maestro.
Las adoberas.
Las ariyuelas.
Las arriondas.
Las baratas.
Las barreras.
Las brasas.
Las cadenas.
Las calles.
Las canalizas.
Las cárcavas de Tomorisco.
Las eras.
Las matas de Velilla.
Las quemadas.
Las resillas.
Las santanillas.
Las senaras.
Las terreras.
Los altos.
Los arrenes.
Los campos de Castro.
Los caños.
Los carboneros.
Los crespos.
Los eros.
Los hoyos.
Los leñares.
Los melgares.
Los pinos del tío Walérico.
Los prados de la herencia.
Los sillares.
Los rompidos.
Mesteruelo.
San Millán.
Santerbás.
Soteruelo.
Suertes nuevas.
Tolancina.
Tomorisco.
Toraldo.
Tornecaza.
Tornestales.
Tornucos.
Torriyuelo.
Uncalada.
Valdebarrera.
Valdelamín.
Valdemar.
Valdezalces.
Vallesajo.
Villeza.

(* Respecto al paraje denominado La teja, se trata de un monte comunal de roble y pino cuya extensión llega hasta  Riocamba y que pertenece a 3 pueblos: Velilla, Castrillo y Mozos. Todos los años  el 8 de junio se celebra el "Día de las aguas". Ese día por tradición desde tiempos inmemorables los vecinos de estos tres pueblos se reúnen en sana convivencia en el monte La Teja para adecentar  manantiales, pozos, corrientes del valle y cualquier otro acuífero que sirva de abrevadero para los animales. Una vez terminada las labores, como manda la tradición, todos reunidos se comen cada uno la merienda que se han traído; aunque bueno, los últimos años lo que allí se come son  las chuletillas, que allí mismo asan,  de los corderos que les regala un pastor de Renedo que tiene alquilado los pastos de ese monte. En definitiva, aparte de esa conmemoración festiva y tradicional de los vecinos de estos tres pueblos que comparten un monte en común, lo que tratan es de que sigan vigentes los derechos que tienen de propiedad y explotación de este monte) 

Estos son todos los nombres de los parajes del pueblo que yo personalmente conozco. Como arriba he comentado, quizá exista algún que otro nombre más el cual ahora desconozco cual puede ser. Si algunas de las personas que lean este texto conocieran el nombre de alguno más le agradeceré que me lo haga saber, simplemente  para añadirlo a la lista de los aquí expuestos. Les comento que la mayoría de todos estos parajes más o menos se donde están ubicados. Aunque muchos  de ellos   sólo puedo hacerme una vaga idea de donde están con exactitud su ubicación, probablemente con un  alto índice de error. En  la zona del  monte Tomorisco  están situados varios de ellos y obviamente esa  zona como todos sabéis  es  un robledal, por lo tanto  el paisaje estéticamente para su contemplación ofrece una bonita panorámica. Supongo que la mayoría de vosotros es la primera vez que oís, o leéis, alguno de estos nombres que aquí  he dejado escrito; como también no tendréis ni la más remota idea de donde pueden estar situados. Esto mismo me pasa a mí personalmente el no tener ni remota idea de donde están situados  alguno de ellos. Aunque pienso que   lo más primordial es que continúen perteneciendo siempre a este pueblo, el nuestro,  para que indefinidamente formen parte de su acervo agrario y cultural, sin importarnos demasiado ese desconocimiento que tenemos  sobre  el  punto exacto del   páramo  donde pueden  encontrarse situados muchos de ellos . Hoy ya conocéis sus nombres por lo tanto   ahora en adelante no os resultará ni extraño ni  raro cada vez que escuchéis que alguien nombra  alguno de estos parajes ubicados en Mozos de Cea. 

A  todas y todos mis saludos

Rafael.



 
 
 
 
 
 

lunes, 3 de noviembre de 2014

HISTORIA EN BLANCO Y NEGRO (2ª Parte)

 
 
 
EQUIPO INFANTIL DE MOZOS DE CEA CLUB DE FUTBOL
 
(1968)
 
 
 
 
 
 
De pie: Maxi, Pedrín, Carlos, Nanín y Jesús. Agachados: Javier, Miguel Angel, Moisés (q.e.p.d.) Rafael y Tinín.
 


Como  ya os comenté en el anterior texto, aquí os dejo publicada esta  fotografía donde aparece el segundo equipo en edad infantil. Ya os hablé de que este equipo jugó contra el equipo mayor de Mozos de Cea, al cual ganó por 3 a 1. También conocéis la razón de el porqué se organizó este partido y en qué lugar del pueblo se jugó, así  como otros  detalles del mismo,  por tal motivo huelga  escribir cualquier  otro comentario al respecto para no resultar repetitivo. También os hablé de que este uniforme nos lo regaló la misma persona que se lo regaló al equipo de los mayores. Quien haya leído el anterior texto, sabrá de quien se trata. Supongo que como habrá ocurrido con las camisetas y pantalones del equipo mayor lo mismo habrá sucedido con este atuendo del equipo infantil, por lo tanto habrá desaparecido; aunque bueno, yo personalmente conservo el pantalón. La camiseta desgraciadamente no se donde puede estar. Y la verdad que me gustaría haber conservado las dos prendas, pero se ve que la camiseta se "evaporó" sin saber cómo, ni porqué. El color de la camiseta era blanco, pero tenía dibujado una C y una V grandes ambas  en rojo, así como los cinco aros olímpicos también en rojo. El pantalón era negro con dos bandas amarillas a cada lado. En esta ocasión  faltaban algunas camisetas y pantalones, así como el jersey   del portero para completar los 11 atuendos que componen el uniforme del equipo. Fueron un total de 8  camisetas y 7  pantalones las que había. Para compensar esa falta de atuendos, nos regalaron unas rodilleras , dos de las cuales las luce en sus rodillas el que jugaba de portero con el equipo infantil aquel día. Como habréis visto está presente en esta foto sujetando un balón entre sus manos. Se trata de Moisés Modino Bueno que tristemente falleció a consecuencia de un  accidente laboral en octubre de 2004. Él era uno de los 3 jugadores que sobrepasaban  la edad infantil, como ya os comenté,  y que jugó con los chiquillos  para completar el equipo. Los otros dos fueron Maxi y Nanín, (Abreviatura de Emilianin, hijo de Emiliano y Brígida)  ambos presentes en la fotografía. Os contaré una anécdota que no tiene relevancia alguna de este partido, para recordar, sin más. Al  acabar el encuentro, como el equipo de los chiquillos había derrotado al mayor, empezaron a cantar las mozas con recochineo  (con mi hermana Duaret llevando la voz cantante)  aquello de   "A la bín, a la ban, a la bin, bon, ban, los de la estrella, los de la estrella y nadie más" (la estrella se referían a  la C y V y los aros dibujados en la camiseta)  Yo creo que este cántico en plan "toca pelotas" iba dirigido con segundas   al "Maestrín". Como éste andaba   "tirando los tejos" a una de las mozuelas del pueblo, de ahí ese cántico tan animoso y burlesco a la vez.
 
El uniforme completo de los mayores, así como el balón, lo guardaba una persona en su casa y obviamente lo sacaba cuando era necesario vestirlo; bien como en el partido citado, o  cuando se jugaba contra otros pueblos. La persona encargada de guardarlo era Santiago Morán. El mejor y más"jugón" por entonces de Mozos de Cea. Todo una notoria  figura futbolera en aquellos tiempos, sin duda. En parte un poco porque los demás éramos un tanto torpones, hasta que con   el tiempo,  a base de darle patadas al pelotón, era casi la única forma de divertirnos por aquella época,  fuimos mejorando y  cogiendo nuestra  particular  manera de entender y jugar al futbol. A lo que iba,  el uniforme  de los mayores se guardaba en casa de Santiago, en cambio el de los pequeños se acordó que cada uno se llevara su pantalón y camiseta a casa en propiedad. El problema fue que no había para todos. Hete ahí que las cabezas pensantes, creo que "mirando por sus intereses" decidieron que se repartiría entre los que  supuestamente jugaban mejor al futbol. Ellos mismos iban valorando quien era el mejor de forma escalonada. A mí no me tocó directamente  atuendo alguno. Tuve que ganarme la octava camiseta, que no el pantalón porque faltaba, en un mano a mano con Angel Tejerina. Un partido de uno contra uno y se lo gané. Me dieron la camiseta. Y ahí se acabó el reparto. Lamentablemente algunos se quedaron sin nada. Tiempo después  no se cómo llegó a mi poder ese pantalón que aún conservo. Por cierto, sólo teníamos por entonces un balón de cuero  y lo apreciábamos como una autentica joya. Lo hinchábamos con la típica bomba de inflar bicicletas o con la que  se utilizaba para inflar los neumáticos de las ruedas de la máquina de segar los cereales.   Ahora pienso que  el material con que  habían confeccionado aquel balón  dejaba mucho que desear porque con frecuencia andábamos inyectándole aire con esos artilugios citados.  Cuando se pinchaba, a menudo también, nosotros mismos poníamos el parche y luego alguien lo llevaba a  Villanzanzo por que  en ese pueblo había un zapatero remendón  para que  le cosiera las costuras por donde se le había hecho el arreglo del pinchazo.  Os podéis imaginar como estaba el balón, todo recosido. Está claro que si querías que te dejara un marca en la cara, o frente, sólo era cuestión de que le golpearas  con la cabeza en el sitio exacto donde le habían zurcido las costuras.

 La verdad es que este uniforme blanco y negro no tuvimos la oportunidad de lucirlo en muchas ocasiones ante otros pueblos. Tan sólo recuerdo una ocasión de vestirlo, y ahora dudo si    hubo alguna  más. Poco tiempo después de regalarnos el uniforme estábamos deseosos de exhibirnos con él en otro pueblo. Por acuerdo unánime decidimos ir a jugar contra los chiquillos de Villazanzo. Pueblo idóneo para que vieran in situ nuestro elegante uniforme. Y ahí que nos presentamos un domingo a la tarde, sin previo aviso. Toda una incómoda  sorpresa resultó para ellos nuestra inesperada aparición. No les apetecía para nada jugar al futbol. Eso sí, nos  invitaban a jugar a pelota a mano a cambio. Pero nosotros no queríamos jugar a la pelota, sólo estábamos empeñados en jugar al futbol para lucir nuestro uniforme. Y al final por tanta insistencia acabaron cediendo y decidieron jugar. Nosotros la mar de contentos porque al fin íbamos a lograr el objetivo de que nos vieran  todo conjuntados. Imagino que no debieron impresionarlos a tenor del resultado, porque nos ganaron de paliza: 8 a 0. Creo que si no nos metieron más   es porque se aburrieron, digo yo. Y es que las dos "jugones" que tenía por entonces Villazanzo, como eran Jesús Mariano y Amador, ellos dos solitos bastó para apalizarnos. Recuerdo que el arbitro era uno chico de Villazanzo,  era el hijo de  aquel señor que fue hace muchos años el alguacil del ayuntamiento, de nombre Albano. Este arbitro un poco compasivo con nosotros, por ver si podíamos al menos meterles un gol,  decidió pitar un penalty inexistente contra los de Villazanzo. Cierto que hubo tibias protestas del equipo local, pero el penalty lo tiramos. Hasta tres veces seguidas lo lanzamos, porque en cada fallo del lanzamiento el arbitro se encargaba de volver a repetirlo por supuesta irregularidad del portero,  pero ni con esas pudimos meterles un gol. Un desastre  total en toda regla.  Lo   único que nos quedó como satisfacción o consuelo personal tras las derrota, fue el  exhibir nuestro uniforme deportivo. Unos cuantos años después, creo que nos resarcimos de aquella sonrojante derrota, ya que también un domingo a finales de julio a la tarde volvimos a jugar contra ellos. Pero esta vez ya luciendo nuestro uniforme rojo y azul. Ya no estábamos en edad infantil. Aquel día en su propio campo, les endosamos un 9 a 1. Aquel partido fue otra historia bien distinta. La clave estuvo en que sus dos mejores "jugones" por un buen marcaje  fueron totalmente anulados. La verdad es que  siempre hubo por entonces una fuerte rivalidad entre estos dos pueblos. Partidos que no llegaron a terminarse y se suspendían  por discusiones de una determinada jugada  entre  jugadores de ambos equipos. Partidos que nos acusaron de robárselo por que el árbitro les anuló goles marcados   legalmete. Como por ejemplo el que jugamos con ellos el segundo día de San Pelayo en 1973. El partido se jugó en la eras. El arbitro del mismo era Adolfo Fernández, que falleció hace años y era un minero jubilado de Asturias,    padre de los hermanos Fito, Javi, Lucas y David. Totalmente casero su arbitraje. Barriendo para casa, sin duda. El partido lo ganamos por 3 a 2, pero el polémico arbitro asturiano les anuló dos goles, yo creo que marcados legalmente, pero... De nada sirvieron las protestas de el equipo contrario. No subieron al marcador. Al final del encuentro,  indignados seguían protestando y discutiendo con el arbitro; pidiéndole  explicaciones de el por qué había anulado  los dos goles marcados legalmente. De nada sirvieron las protestas:  la supuesta  injusticia arbitral estaba cometida y el partido concluido y  ganó  el equipo de Mozos de  Cea y punto.   Por lo tanto  el trofeo San Pelayo  se quedó en Mozos. Estoy de acuerdo que por ética y por justicia se merecían ellos el trofeo, pero los partidos hay que ganarlos, no merecerlos. Y desde luego la imparcialidad e injusticia arbitral ha formado, y forma parte consubstancial del futbol desde tiempos inmemorables. Acaso desde el mismo momento en que se empezó a arbitrar los partidos de futbol.   En fin; que todos estos hechos y anécdotas relacionadas con el futbol inter-pueblos  es lo que se ha ido quedando en la memoria    como una  sana, dura y nostálgica rivalidad de aquellos lejanos años del siglos pasado y  que por razones obvias no creo que tal como sucedió por entonces podrá volver  a repetirse.

Como he citado  el equipo de Villazanzo y he escrito algún comentario acerca de él, creo que resulta oportuno dejaros aquí la fotografía de una alineación  de este equipo. Varios  de estos jugadores  presentes en la fotografía jugaron por aquellos años contra nosotros.

 
VILLAZANZO C. F.
 
 
 
 
 
Como no conozco los nombres del equipo al completo, no escribiré ninguno. Aunque sí puedo indicaros que los dos últimos que están de pie, de izquierda a derecha, son los dos "jugones" que nombré; o sea:  Amador y Jesús Mariano.
 
 
A todas y a todos mis saludos.
 
Rafael
 

 



 

viernes, 24 de octubre de 2014

HISTORIA EN BLANCO Y NEGRO

HISTORIA EN BLANCO Y NEGRO


Aquí os dejo esta fotografía donde se muestra el antiguo equipo de futbol de Mozos de Cea.  El auténtico, el más natural. Como veis, todos están uniformados. Con su camiseta y pantalón corto. Obviamente al ser la fotografía en blanco y negro no se puede apreciar el color de su vestimenta. Os comento que el color de la camiseta es rojo y el pantalón azul. El jersey del portero es azul; o era porque lamentablemente tanto las camisetas como los pantalones han desaparecido. Me temo  que nadie  conserve parte del uniforme del equipo. Tanto los pantalones como las camisetas fueron donadas por un fraile natural de Mozos de Cea, no recuerdo ahora en que compañía religiosa estaba. El nombre de este fraile era Irineo Conde, (fallecido hace ya varios años)  y era hermano  de Fausto Conde (fallecido igualmente). El fraile nombrado era   tío de Visita, Neo, Martiniano y de todas las demás  hermanas. Recuerdo que los números de las camisetas fueron confeccionados y cosidos por las niñas que asistían a las típicas  clases de costura y que por entonces impartía la maestra Honorina López ( en León vivía por aquellos años la citada profesora, la cual falleció en la primavera de 2012 ). También en las camisetas bordaron un  original y exclusivo escudo representativo del pueblo donde constaba su nombre como club de futbol. Esta fotografía, sacada también por otro fraile, Tomás Pacho Taranilla, fue tomada en el verano de 1968, concretamente en el mes de julio. No recuerdo exactamente el día, pero si que fue un domingo a la tarde. Está sacada en los llamados "Campos de la Herencia", o sea en los prados que están en frente al bar-aula de cultura. Estos prados han sido siempre una especie de"campo de futbol" desde tiempos inmemorables. Muchas generaciones hemos jugado o pateado un balón sobre estos prados. Hasta ha habido algún que otro partido que hemos  jugado contra otros pueblos. Ahora recuerdo uno que jugamos contra Santamar, digamos que en categoría infantil, y nos vencieron 3 a 1. La verdad que  nos debió sentar muy mal aquella derrota, que cuando los jugadores de Santamar acabaron de cantar aquello de "Alabín, alabán alabín bón, bán..Santamar, Santamar y nadie más"  de forma generalizada comenzamos a abuechearlos y a su vez cantarles con  rabia y mosqueo eso de: "Santamar es una burra y Mozos el que le zurra". Recuerdo que   Teresa Morán (Teresina) con mucho énfasis estaba entregada a la causa porque  era una de las que más  "azuzaba con su voz a la supuesta burra"  El incidente iba subiendo de "decibelios" . Allí a la burra se la iba zurrando de continuo,  pero se ve que los golpes no la hacían efecto deseado, y alguno de Santamar  no se amilanó, más bien todo lo contrario.  El ambiente en aquel momento parecía estar bastante tenso. Se iba gestando a su vez  una perceptible agresividad. Pienso que  esto fue   motivo suficiente  para que   aquella situación  derivase   en algo que al final  resultó inevitable. Obviamente ellos en número eran menos y nosotros unos cuantos más, y además  estábamos en nuestro pueblo y a su vez estábamos  bastante dolidos y mosqueados  por la derrota. Creo que fue  factor determinante para amedrentar a   los chiquillos del pueblo vecino. Esto debió ser razón suficiente  para que pensaran de forma colectiva : "¿pies para que os quiero?". A todo  correr se largaron para Santamar . Nosotros también a la carrera detrás. Todos y todas la mar de  valientes  tras ellos,  lanzándoles piedras. Supongo que este lamentable hecho de alguna forma sirvió para resarcirnos de  la derrota que nos infringieron en el campo. ¿O no fue así?.  ¡Qué tiempos y que historias de aquellos años tan  lejanos!.... Pura y dura nostalgia, sin más. A pesar de algún que otro pique y subida de decibelios, -era raro el partido en que no surgía  en cualquier momento algún mosqueo algún lio, la verdad-  resultaba muy   emocionante y emotiva  aquella rivalidad de entonces, cuando se jugaba contra otros pueblos vecinos. Todos los jugadores  eran también  autóctonos de los pueblos con quien jugábamos.  De ahí esa fuerte, sana y especial rivalidad, o pique. Desgraciadamente Mozos no era de los más fuertes competidores por aquellos años. La mayoría de veces palmábamos. Como en otros pueblos había más mozos y más niños, podían seleccionar los más "jugones". En Mozos de Cea como estábamos los justitos para completar el equipo, este hecho  nos limitaba bastante nuestra supuesta competitividad. Ya se sabe que en estas circunstancias siempre hay que meter a alguien de  "relleno" para completar el equipo, y claro está, siempre flojea por ahí el equipo. Lo que no cabe duda es que  siempre salíamos   fardando con nuestro uniforme rojo y azul.  Como la mayoría de los pueblos contra los que jugamos no tenían su uniforme propio yo creo que tenían algo de  envidia; eso sí, se curaban la envidia ganándonos.
 
Creo que me he ido un poco por los "cerros de Ubeda", vamos que no voy a tema principal que es la fotografía que os dejo. Dicho ya donde fue sacada y autor de la misma, comentaré que la razón por la que fue sacada se debe a que este equipo presente en la foto jugó contra otro equipo perteneciente  también a Mozos de Cea, pero este último era más bien un equipo que estaba en edad  infantil. Aunque bueno, había tres jugadores que estaban muy por encima de esa edad. Supongo que  se les incluiría para completar el equipo . El partido fue organizado en parte como homenaje de despedida a un joven recién licenciado en magisterio, que vino   ha hacer prácticas de maestro aquel año durante el mes de julio en la escuela en Mozos de Cea. Quienes asistimos a sus clases nos privó de el mes de vacaciones escolares correspondiente a Julio. Ese joven se llamaba Angel Urbina Olarte y era natural de Miranda de Ebro (Burgos) en la actualidad vive en Elche Alicante  (está presente en la foto) Popularmente le quedó el nombre del "Maestrín", por que era  de constitución física bastante enclenque, tampoco era  muy alto. Ese partido lo perdieron quienes están presentes en esta fotografía, los denominados "los mayores" por el resultado de 3 a 1. Ustedes me perdonen, pero no puedo hilar tan fino con mi memoria para recordar quienes fueron los autores de los goles. Pero seguro que Javier alguno debió meter, por entonces ya era un figura del futbol inter-pueblos. (En otra ocasión pondré la fotografía del equipo en edad infantil y vencedor, también con su uniforme blanco y negro. Uniforme donado por la misma persona que les regaló el suyo a los mayores) Y ahora escribiré los nombres de los jugadores que están en la fotografía presente, tan joven ellos, tan elegantes,...por entonces; ¿y ahora? Vosotros y vosotras mismas podréis imaginar como pueden encontrarse físicamente ahora si ya han pasado 46 años desde aquel día que posaron. Y desgraciadamente uno ya se nos fue físicamente; vamos que murió: Jesús Bartolomé. Aquí os dejo escrito sus nombres. De izquierda a derecha y en primera fila, o sea de pie: Angelito, Pedro Fernández, Valentín, Mauro, Angel (maestrín) y Fonsi. Agachados, también de izquierda a derecha: Jesús Bartolomé (q.e.p.d.), Santiago, Máximo, Fidel y José Luis.
 
 
MOZOS DE CEA C.F.        
 
(1968)
 
 
 
 
Más o menos ésta es un poco la historia de la fotografía publicada,  tan representativa y emotiva para mí personalmente, aunque no esté en ella, (yo jugaba con el otro equipo) .Es un poco la esencia de lo que es, fue,  Mozos de Cea en su vertiente futbolera. Cierto que Mozos de Cea jugó en el torneo de Rio Camba, y que lo ganó en su debut en el año 1989, ganando por 4 a 1 a Santa Olaja de la Varga. Luego hasta la finalización de dicho torneo en el año 2000, lo ganaría en más ocasiones, pero esencialmente ya no era lo mismo. Bueno sí,   el nombre era el mismo no cabe duda,  pero no ya era aquel equipo autóctono  que vestía de rojo y azul, el mismo que aquí os dejo presente como si fuera un ejercicio de nostalgia para que podáis disfrutar con su visión y su recuerdo. Si os apetece, claro está.
 
A todos y todas mis saludos
 
Rafael.