miércoles, 1 de marzo de 2017

CARNAVAL Y CENIZA

 
Aquí estoy otra vez de nuevo con todos vosotros fieles seguidores de este blog vinculado a Mozos de Cea. Como viene siendo habitual,  el protagonismo principal  se lo va a llevar el recuerdo de todo cuanto a continuación escriba.   Y supongo que seguirá aglutinado todo ese protagonismo siempre que la motivación o las ganas de continuar escribiendo  sigan haciéndolo posible. De momento continuamos; ¿hasta cuándo?. Es de recibo reconocer que todo en algún momento termina por cansar o por  desmotivarte  por un sin fin de razones;  también puede que  haya exprimido al máximo a mi memoria y por esta razón todo cuanto retenía del   pasado  en ella se ha  agotado, con lo cual   inevitablemente la nostálgica inspiración    no pueda dar ya más de sí. Pero bueno, se ve que aún no da síntomas de agotamiento, por consiguiente  aparece un nuevo  párrafo escrito y por supuesto publicado. Aprovechando la coyuntura de que hoy la religión cristiana celebra su ancestral y litúrgica festividad del "Miércoles de ceniza", aprovecho para hacer un breve comentario acerca de este solemne ritual que se celebraba en el pueblo y que se remonta a mi niñez, por lo tanto pertenece a tiempos bastantes remotos. Quienes siguen con  asiduidad  este blog conocerán sobradamente que mi infancia en Mozos de Cea transcurrió entre  la mitad de los años sesenta y principios de los setenta de siglo pasado.
 
Efectivamente hoy uno de marzo de 2017 es Miércoles de ceniza. ¿Y qué podría yo contaros acerca de este significativo día que tuviera alguna relación con el pasado de Mozos de Cea?. Podría empezar diciendo que por aquellos lejanos años, el  sacerdote que  oficiaba los actos religiosos en el pueblo era  Bernardo Pérez Gil y este día,    a todos los feligreses que acudían a oír  misa, a la finalización de la misma,    con sus dedos manchados de la ceniza que se hallaba depositada dentro de una pequeña bandeja de metal  color plateado y que   portaba uno de sus monaguillos,  sobre la frente de los parroquianos    les hacia una cruz a la vez que pronunciaba una frase bíblica que a mí personalmente me suena bastante  apocalíptica y que dice lo siguiente: "Polvo eres y en polvo te convertirás". Aparentemente esta frase es como una  metáfora la cual nos indica  que en realidad somos arcilla y acabaremos desintegrándonos en polvo; bueno esto siempre según la religión católica. Supongo que los ateos, agnósticos y otros laicos,  discreparán bastante con esta metafísica teoría.  Comentaros también, que aunque ahora me parezca estremecedor este enunciado por conocer literalmente su significado, por aquella época, los niños nos lo tomábamos  muy a chufla y   repetíamos la  frase una y otra vez  de forma jocosa y en ocasiones hasta imitábamos al sacerdote marcando con imaginaria ceniza una  cruz  sobre la frente de la persona que tuviéramos al lado. Es evidente que después del día de esta celebración litúrgica, comienza la cuaresma. Como por aquellos años existía un fervor extremo y generalizado   en el pueblo  hacia  los preceptos establecidos por la religión cristiana,  a raja tabla los vecinos y vecinas  seguían las normas que imponía la cuaresma, que no eran otras que el ayuno y la abstinencia. Con relación a este hecho, recuerdo vagamente que por aquellos remotos años existía un documento pontifical  al que se conocía como bula papal y llevaba implícito la firma del Sumo Pontífice, por aquella antigua época  era Pablo XI la máxima autoridad de la iglesia católica. Quien pudiera conseguir dicho documento, tenía dispensa  de  las cargas y obligaciones relacionadas con la cuaresma. El sacerdote era quien tenía la potestad de concederte una bula  previo pago    de  la cantidad estipulada que  habían puesto a este documento papal. Ahora que lo pienso, me parece que resultaba un "lucrativo negociete"  lo que se había montado el clero con esto de las bulas papales, ¿no les perece?. Por cierto, los menores de siete años estábamos exentos de estas normas obligatorias de la cuaresma y también creo recordar, aunque no con mucha seguridad, que a las mujeres no se les permitía disponer  una bula papal, por tanto este privilegio solo le correspondía a los varones. Como veis,  la Institución eclesiástica  siempre con su acostumbrada discriminación sexista.


( En esta imagen se puede apreciar el documento del que hablo que no es otro que una bula papal. Esta precisamente data del año 1959. Idéntica a esta era las que condecía a sus feligreses el sacerdote  Bernardo Pérez Gil )
 
Aprovechando la coyuntura, y como ayer mismo fue "Martes de carnaval",  quiero hablaros un poco  acerca de como se vivía,  este singular día al que se nombraba popularmente en el pueblo como "El antroido". En realidad me estoy refiriendo a cómo lo vivíamos los niños de Mozos de Cea, porque aparte de esta información no conozco otra más que  tradicionalmente guarde relación alguna  con el carnaval. Por tanto,   únicamente puedo hablaros  de cómo  lo celebrábamos de modo particular,   los niños y niñas en Mozos de Cea. Si no me equivoco el primer año de su celebración fue en 1967, coincidiendo con el primer año que repartió sus clases docentes en la escuela  del pueblo, la maestra  Honorina López, fallecida en la primavera de 2012 como ya os he comentado con anterioridad. Pues bien, esta maestra que tenía su residencia en León, y a la que yo personalmente siempre guardaré un emotivo y entrañable recuerdo por  que su educación escolar ha resultado culturalmente muy  beneficiosa para mi, nos regaló a todos los niños de la escuela una sencilla careta de cartón  cuya forma era la cabeza   de diferentes personajes: piratas, vaqueros, monstruos, etc. Aquel sorpresivo regalo nos pareció estupendo porque nunca antes habíamos tenido entre manos algo semejante. Aquel martes de carnaval por la tarde, no tuvimos clase lectiva, sino  un recorrido por las calles del pueblo con nuestras caretas puestas, como si se tratara de  un bullicioso pasacalles: de casa en casa íbamos  por todo el pueblo pidiendo que nos dieran alguna vianda o dinero para poder  celebrar nuestra particular fiesta carnavalera. Pero no todo se dejó a la improvisación, ya que conocíamos de antemano  una serie de canciones, o coplillas, que eran  utilizadas para la ocasión y que  supongo  en su momento sirvieron para algún evento parecido. Cuando llegábamos a una determinada casa, nos parábamos ante su puerta y  llamábamos a quien estuviera adentro. En  el momento que aparecía, normalmente una mujer, la cantábamos lo siguiente: (lo ideal sería escuchar su soniquete, pero cuando no hay más, contigo Tomás)
 
"Aquí estamos en su puerta
dispuestos para cantar,
señores nos den licencia,
que queremos comenzar,
nos den huevos o torreznos
o dinero para vino
para mantener la gente
que venimos de camino"
 
Cuando generosamente la mujer correspondía a nuestras peticiones, en gratitud le cantábamos lo siguiente:
 
"Muchas gracias a usted señora
por habernos socorrido
que Dios la tenga en su gloria
y ahora vamos de camino"
 
En alguna ocasión, pocas, cuando  alguna mujer se mostraba tacaña y no quería soltar nada, la recriminábamos con lo siguiente:
 
"Esta tía, tiarrona
que no nos quiso dar nada
que la coman los ratones
debajo de la tenada"

(* Recuerdo oír cantar a mi madre esta coplilla, pero ella cambiaba dos estrofas y decía lo siguiente:
 
Esta tía, tiarrona
que nada nos quiso dar
que la coman los ratones
la tripa del cagalar
 
Como ya os he comentado en otra ocasión mi madre era natural de Santa María del Río, por consiguiente en el citado pueblo debían cantarla de esta forma. Y por cierto, nunca se me ocurrió preguntarla que se trataba eso de "la tripa del cagalar". Supongo que se referirá al colon. ¿No les parece? )
 
 

 
 
 

 

 ( Aquí os dejo un par de máscaras, monstruo y pirata, que son muy similares a aquellas que los niños de Mozos de Cea utilizamos en aquel remoto y divertido día de martes de carnaval)          

Una vez acabado el recorrido, nos íbamos felices y contentos hacia la escuela, con todo lo conseguido, que estaba compuesto por huevos, patatas, pan y alguna que otra moneda. Como  eran tiempos de penurias económicas, imagino que con   mucho más no podían obsequiarnos aquellas generosas mujeres. Una vez que estaban  todas la viandas almacenadas dentro de la escuela,   sólo quedaba organizarse para comenzar a  preparar las tortillas de patatas. También  se compró algo de beber con el dinero conseguido, no mucho, aunque sí lo suficiente para comprarnos las típicas botellas de litro conocidas popularmente como "butano" y que no era otra cosa que un refresco gasificado de color naranja y que elaboraba la casa de gaseosas Hobares . En la cantina  de Hortensio García adquirimos esta bebida.  Como el tristemente derruido edificio de la vieja escuela disponía de la típica cocina de carbón, en la misma, con los utensilios  de concina e ingredientes necesarios que los diferentes niños trajeron de sus casas, las niñas de mayor edad    se  encargaron de hacer las tortillas, eso sí, la maestra estaba delante supervisando su esmerada  preparación. Por tanto Angelita, Oliva, Angelines, Dori, Isabel, etc. aquella noche hicieron "sus pinitos de chef" y prepararon varias tortillas de patatas, las cuales devoramos con  mucho apetito en alegre  y placentera  compañía, supongo que sin preocuparnos lo más mínimo de si estaban bien o mal hechas. Después de cenar, hubo canciones infantiles y también pertenecientes al  folclores popular. Se contaron también  las típicas  historias y leyendas urbanas, algunas de ellas relacionadas con  muertos, lo cual estoy seguro que se narraron con la intención    de meterle  miedo a la chavalería que allí estábamos  presente. Y cuando aquella noche  llegó el momento de dar por finalizada la divertida celebración de nuestro particular martes de carnaval,  imagino  que  nos despediríamos con la típica  frase que acostumbrábamos a decir los niños cuando  correteábamos y jugábamos por las calles,  también en ese momento que llegaba   la hora de irse cada uno a su casa. Esto era lo que decíamos por entonces: "Aquí hay una brasa que dice que cada uno a su casa". Y hacia ella nos dirigimos esa noche con la alegría de haber vivido, de un modo muy particular,  aquella divertida experiencia y fiesta de carnaval. 
 
Y todo esto es lo que os puedo comentar  relacionado al Martes de carnaval y al Miércoles de ceniza que yo tuve la experiencia de vivir y presenciar in situ por aquellos remotos años en Mozos de Cea. Espero que os haya resultado grata la lectura.
 
Saludos a todas y a todos
 
Rafael