viernes, 15 de julio de 2016

AQUELLAS BROMAS DEL PASADO

De nuevo otro momento más por este espacio seguimos. Y como viene siendo una costumbre, para no cambiar, el recuerdo es el autentico protagonista -y razón de ser-  de todo cuanto aquí, con mayor o menor suerte,  queda escrito. Y dicho esto, comencemos a darle protagonismo al recuerdo. En el anterior párrafo que escribí relacionado con la festividad del patrón San Pelayo, hice alusión a una  broma que perpetrábamos durante la verbena del día de la fiesta y que supongo sabréis de cual estoy hablando, si es que  habéis leído el texto citado claro está. Tal como os comenté,  se trataba del lanzamiento de aquellas  "gangas" a la cabellera de las mozuelas. Y bien, siguiendo en esa línea de las bromas, aunque en ocasiones más bien podían considerarse putadas, haré referencia a alguna de ellas, las cuales  por aquellos tiempos remotos se llevaban a cabo con el propósito  descojonarse por lo ocurrido.  La verdad es que ahora en la distancia que me facilita el tiempo al recordar la forma de como  gastábamos las bromas   me hace sonreír con cierta nostalgia.  No creo que hubiera excesiva malicia en nuestra forma de "putear" por entonces, sino  ganas de divertirse de aquella manera. 
 
Empecemos por la primera. "Las madreñas". Era costumbre en el pueblo por aquellos antiguos años  rezar el tradicional rosario todas las noches dentro de la  iglesia.     A principios del otoño  comenzaba la temporada de su  rezo  y finalizaba la misma con la llegada del verano. No importaba que lloviera, nevara o hiciera un frío de tres pares de narices, la mayoría de los habitantes del pueblo debido a su extrema devoción, acudía cada noche a la iglesia a rezarlo. Como era  lógico, cuando llovía necesariamente tenían que calzar madreñas para desplazarse de noche hasta la iglesia por aquellas calles embarradas y en mal estado. Dentro del portal de la iglesia dejaban bien colocadas una junto a la otra su par de madreñas. Y así sucesivamente lo hacia cada persona que entraba  en el  templo. Pues bien, mientras en el interior de la iglesia el párroco Bernardo Pérez Gil y su feligreses repetían como un mantra divino las partes correspondientes del  tradicional  rosario, algún granuja, o varios,   que pasaban olímpicamente de asistir al rezo, se dedicaba a desemparejar las madreñas intercambiándolas  o hacer montículos con la mayoría de ellas. Y no veas que algarabía  se preparaba cuando salía el personal del templo en busca de sus madreñas. ¡Que alboroto; que confusión, madre mía!...Allí todos apelotonados buscando nerviosos  sus madreñas mientras algunos de los allí presentes, cabreadísimos,  iban  soltando improperios  contra los culpables. El culpable, o culpables,  de aquella fechoría acostumbraban a estar observando desde el patio de la iglesia aquella situación tan caótica   mientras se  descojonaban a mandíbula batiente por que a priori ésta era la razón  por la cual se había efectuado la trastada. 





 
 
 
( Aquí os dejo esta fotografía sacada aproximadamente a principios de la década de los sesenta, donde aparecen varios  niños de Mozos de Cea con su maestra Emilia Díaz. Algunos ya son talluditos  como podéis observar. Prácticamente la totalidad de ellos estoy seguro que durante aquellos remotos años, en algún momento  participaron  en alguna de las bromas, o putadas,  que relato en este texto. Supongo que conoceréis los nombres de los presentes en la fotografía. No los escribiré, así podréis  activar la memoria,  la imaginación...y todo cuanto os ayude a saber con exactitud el nombre de cada uno de los presentes en esta fotografía que data de aquellos años que transcurrían en blanco y negro)


Ahora vamos por la segunda broma, si es que como tal se puede catalogar. "La trampa". Verán. Años antes de que se hiciera la concentración parcelaria en el pueblo, existían las populares sendas que por ellas se transitaban para desplazarse a los lugares correspondientes. Como  ejemplo citaré: "La seda Antozil"; "La senda Villazanzo"; " La senda el Bardal"; "La senda Valdescapa (la más popular)", etc,  Supongo que sabréis que  las sendas  son estrechos y largos caminos abiertos para el paso de personas. Lo habitual era que atravesarán infinidad de aquellas reducidas fincas que había por entonces dispersas por el termino de Mozos de Cea. Pues bien,  cuando la susodicha senda  cruzaba por alguna de aquellas pequeñas fincas donde crecía frondoso el cereal que en ellas  habían sembrado, era el  momento perfecto  para hacer la putada. Se ataba de forma contundente para que no se quebraran  un puñado de las plantas  , pongamos que de trigo, de una orilla de la senda y otro puñado  de la otra orilla y atadas ambas por la parte de la espiga se dejaban a ras de suelo  bien camufladas  con la idea de que cuando  pasara  alguien por ese lugar no se percatara de la colocación de aquella especie de trampa. Así de esta forma era fácil que se quedaran   enganchados sus pies en ella  y  eso le hiciera caer para darse un buen trompazo contra el suelo.  Cuando caminábamos en grupo la chavalería, o los mozalbetes y mozuelas,   por estos senderos, sobre todo de noche cuando se regresaba de vuelta a casa por haber estado en la fiesta que se había celebrado en alguno de los pueblos colindantes,  siempre había que estar con ojo avizor porque como no lo estuvieras,  tenías todas las papeletas de que te tocara dar con tus huesos en el suelo.  Era costumbre  que  se adelantasen   algunos de los integrantes del  grupo  con la perversa intención de ir poniendo las correspondientes  trampas a lo largo del recorrido. A pesar de que  sabias o sospechabas lo que iban a hacer, la oscuridad imposibilitaba verlas y ocurría lo inevitable. Además solían  colocar varias a lo largo del trayecto  con el fin de que el objetivo pudiera  cumplirse  con creces para  mayor regocijo de aquellos que habían preparado esa putada.  


Contaré otra más de aquellas, pongamos  bromas,  que se gastaban antiguamente  en Mozos de Cea, como por ejemplo la de "Vamos a abonársela". Aunque  esta expresión  suene bien parecida a   aquella antigua faena agrícola que los labradores desempeñaban cuando abonaban  sus pequeñas   fincas con el estiércol que  originaban los animales encerrados  dentro de las cuadras, nada tiene que ver con la misma, aunque aparentemente tengan cierta semejanza. La situación más indicada para perpetrar esta broma, normalmente era   cuando algún niño se acercaba a escuchar lo que estaban hablando los mozos. Cuando  éstos no querían que oyeran lo que en ese momento conversaban,  (casi nunca dejaban a los niños estar en su compañía) le ordenaban  que se largara de allí, advirtiéndole de que si no obedecía   se la iban a abonar. Como no les hicieras ni puñetero caso y continuases  allí presente con la "antena puesta", alguien de los mozos  gritaba : ¡Vamos a abonársela". Como sabías que el grito  iba en serio  de ipso facto  te largabas corriendo,  pero ellos lógicamente  eran más rápidos que tú y te agarraban. Aunque tratases con todas tus fuerza de escabullirte, no lo conseguías. Después   te tiraban al suelo boca arriba y te sujetaban en esa posición . Luego alguien te  bajaba los pantalones y gayumbos y  te arrojaban encima del pene,  lo que encontraran a mano: tierra, hierbas secas, pajas...para así quedar abonado.  Cuando   la misión estaba  cumplida, entonces te tocaba ponerte en pie, y enojado  aún, ibas   quitando  toda aquella porquería que te habían echado aquellos graciosos que  se reían en tu cara mientras te ibas limpiando.


Ahora me viene a la memoria que uno de los que  a menudo andaba discurriendo  que putada  prepar,  era Pedro Fernández Revuelta (Pedrín) Mucho le gustaba a éste  hacerlas por entonces. Supongo que  por ese factor de la edad  habrá cambiado al respecto. También recuerdo vagamente porque no coincidí mucho con él,  que a otro que le gustaba a menudo hacer putadas era a Maximín Lozano Bueno. (Hijo de Fortunato y Filomena).   Creo que a  éste le gustaba liarlas más por libre que en grupo.  Le apodaban "Min el puta". No se equivoquen pensando  que lo de "el puta"  guarda relación alguna con las prostitutas. En absoluto. En pueblo cuando alguien dice : "ese es un puta" se está refiriendo  a que es un liante y un diablillo de mucho cuidado.   Otra persona  que era también bastante fino en estos  menesteres, aunque de   varias generaciones anteriores a la mía, por lo cual   yo no conocí su modus operandi al no haber nacido en esa época, me estoy refiriendo a  Antonio Bueno Cuesta. Este también tenia su apodo: "Antonio el de las menas". Tengo entendido que era   todo un "artista" liándolas cuando la ocasión lo requería. Pero creo no estar equivocado ya que los hechos así lo acreditan,  que el súmmum en este apartado  fue Eloy López Bueno, alias "Cartucho". Este fue el no va más haciendo putadas según cuentan quienes  le sufrieron o vieron su forma de actuar  por aquella remotísima  época. Creo que por  sus sonadas  andanzas y barrabasadas  merece  capítulo aparte este señor que hoy tiene ochenta y muchos años; pocos le quedarán para los 90 tacos.  Una anécdota sobre él si que me tomo la licencia de contaros. Veréis. Cuando era un chaval  ya talludito, cierto día se empeñó  en ir con los otros chavales del pueblo  a Villazanzo a la fiesta de  la Virgen del Árbol. Sus padres (Flores y Pepa)  se cerraron en banda negándose rotundamente  a dejarle ir a la fiesta, supongo que  sería como castigo por alguna de sus habituales trastadas. Enojado les decía: ¡aunque me matéis, yo voy a ir a Villazanzo!. Y así una y otra vez repitiendo lo mismo, hasta que   hartos los padres de tanta monserga le agarraron del brazo y lo encerraron dentro de la pocilga.  Aparte de revoltoso, se ve que tenía mañas, porque logró salir de la cochiquera sin ser visto y de la misma largarse para Villazanzo. Pero se ve que ese día estaba de suerte, porque se encontró una peseta, que por aquellos remotos años era una pequeña fortuna para un chaval.  Pues bien,  la peseta la empleó en la compra de una   papeleta para  la rifa de una bicicleta y tuvo la gran suerte que le tocó. Ustedes ya se podrán imaginar la cantidad de barrabasadas y maniobras de alto riesgo que pudo realizar por aquellos años con su flamante bicicleta el angelito. En fin; que las correrías    del inigualable e irrepetible Cartucho  a mi juicio se merecen  tener  el lugar que le corresponde dentro   de la Historia de Mozos de Cea.   Y con esto se acabó. A ver si en esta ocasión es posible que os pueda  resultar grata la lectura de lo aquí dejo escrito.


Saludos a todas y a todos y ya de paso aprovecho para  desearos un feliz verano

Rafael