viernes, 6 de diciembre de 2019

DON BERNARDO


Y aquí estamos de nuevo escribiendo otro texto más que bien pudiera convertirse en un ejercicio de nostalgia. No creo que esta circunstancia pueda resultar negativa porque  habrá a quienes les traiga gratos recuerdos vividos y a otros en cambio quizá les apunte cosas que desconocían por completo, a pesar de formar parte consubstancial de sus vidas. Y una vez dichas estas palabras protocolarias, comenzaré diciéndoos que en esta ocasión voy ha hablaros   de un recordado sacerdote que estuvo en el pueblo oficiando su cargo religioso, yo creo que  alrededor de unos 25 años, y a raíz de su larga estancia en el pueblo,  dejó una huella imborrable. Me estoy refiriendo a  Don Bernardo Pérez Gil y que  era natural de Villalebrín.  Pues bien, según mis cálculos, debió llegar a ocupar su cargo en Mozos de Cea aproximadamente  por el año de 1950, siempre variando un año arriba o año abajo. Digo esto porque según me han contado el primer niño, en este caso niña,  que bautizó en el pueblo creo que fue Nieves González Morán; y conociendo la edad de esta mujer se puede calcular sin mucho margen de error el año que tomó posesión en la parroquia del pueblo. En el otoño de 1975 voluntariamente pidió su cese en la parroquia de  Mozos de Cea, para que lo trasladasen a   la  de Villaverde de Arcayos.  En este nueva parroquia permaneció oficiando su cargo sacerdotal   hasta su jubilación. Si no me equivoco,  los años  que permaneció en Villaverde como sacerdote  creo que más o menos fueron los mismos que estuvo en el pueblo. Respecto a su larga estancia en el pueblo citado, voy a contaros un sonado incidente donde él estuvo implicado. Verás, Bernardo que era cazador, o más bien "escopetero"  no recuerdo verle con una pieza cazada, estuvo a punto de darle matarile a la cigüeña de un disparo. Le falló la mala puntería.  Al parecer le molestaba que el sobrepeso del nido de esta ave ciconiiforme  deteriorara cada vez más el tejado de la torre. Este contratiempo le causó tener serios problemas con los vecinos y autoridades. Por otra parte,     lo que está bien claro es que quienes estuvimos cercanos a su persona, tanto a la hora  de oficiar los actos religiosos en la iglesia, o fuera de la misma, a ninguno nos ha dejado indiferente, como tampoco  se nos ha olvidado  el nombre Don Bernardo Pérez Gil (su popular alias era "perejil")  por su forma de ser y de actuar, la mayoría de veces demasiado agresiva con los niños.  Yo creo que le recordaremos siempre por su habitualidad de utilizar  la agresión física a la hora de imponer castigos, lo cuales  consistían normalmente en:   bofetadas,  capones en la cabeza, tirarte del pelo por la zona de las sienes (su especialidad) ... y cuando no  castigos humillantes; como por  ejemplo  el ordenar ponerte de rodillas delante del altar mayor en medio de la celebración de un acto religioso y otras veces aprenderte el catecismo de memoria durante toda una tarde encerrado en el portal de la iglesia.  Quienes fuimos sus monaguillos conocimos muy directamente algunos de estos castigos por el hecho de  incumplir  alguna de las las obligaciones que requería el servicio litúrgico. Desde luego que a los monaguillos nos traía firmes. Pero no sólo a los de mi generación, también  a los anteriores porque ellos mismos así lo cuentan.  También era muy astuto y de malévolas intenciones  cuando trataba de probar la rectitud de sus monaguillos. Solía dejar a propósito alguna moneda olvidada en la sacristía por ver si alguno de nosotros caíamos en la trampa. Pero como ya conocíamos sus intenciones nadie se atrevió a robar aquella tentadora moneda. Otra astucia que tenía era el del vino dulce que utilizaba para la ofrenda de la misa. Para que ninguno de nosotros a escondidas  le diéramos  un trago a la botella de aquel vino  solía ponerla una marca, creo que invisible. Pero yo sé de algún monaguillo que se pegaba su buen trago y el pícaro lo rellenaba con el agua sobrante que quedaba en la vinajera. Y me da que Bernardo ni se enteró porque nunca supe de alguien que  fuera castigado por esta fechoría. A no ser que se hiciera el "ignorante", cosa que dudo. Por cierto, los recortes de las hostias, las de comulgar se entiende, si que nos las regalaba y allí dentro de la sacristía nos las comíamos. Hubiera venido de perlas darse un trago de aquel vinacha dulzón después de comerse aquellos suculentos recortes de las hostias porque a veces se quedaban pegados a la garganta, pero ni dios sea atrevía a ello. Por si acaso.

 
 
 
 
 ( Esta fue la esquela que apareció en la prensa informando del fallecimiento de Don Bernardo Pérez Gil. Consta del 27 de mayo de 2013, a la edad de 90 años. Sin duda una edad longeva la de su muerte. Los últimos años de su vida los pasó ingresado en una residencia de León en compañía de Sergia, su hermana, la cual  estuvo conviviendo con él durante  toda su vida sacerdotal )



Pero también es de recibo el reconocer que su comportamiento con los niños, no se basaba sólo  en imponerles   castigos, también se mostraba  con ellos bastante generoso. Da fe de esta circunstancia  el que tradicionalmente nos daba el aguinaldo el día año nuevo y que  consistía en una naranja y un puñado de piñones. Y también a principios de noviembre  nos regalaba a todos los niños el popular "picacho" (un pedazo  de pan cortado de las hogazas que las mujeres llevaban a la iglesia como ofrenda el día de Todos lo santos y los Difuntos). Una costumbre que había por  entonces era la de que  cuando los niños nos encontrábamos jugando en plena  calle y  cuando lo veíamos pasar junto a nosotros,   rápidos nos acercábamos a él para besarle la mano. Este gesto del beso   normalmente era gratificado con la entrega de un caramelo. También recibíamos  caramelos de su mano todos los niños, cuando nos reunía en los prados de "El Río" y organizaba un modesto e infantil corro de lucha  leonesa. Muy competido y con mucho "pique" entre nosotros, la verdad. Otra cosa que en su momento resultó muy gratificante, fue el que  nos dejase a todos los niños, hablo en genérico,  ir a ver la televisión a su casa. Con el incordio o molestia que esto suponía, añadido a que de vez en cuando alguna golosina nos repartía. Quiero comentaros también que él fue quien más se interesó por que hubiera Teleclub en el pueblo. Primero cedió el portal de la iglesia para colocar allí dentro un televisor con el fin de  que todas las personas del pueblo tuvieran acceso a verla. Luego ideó y gestionó la construcción del edificio del actual Teleclub en el "Campín de la Virgen".  Siempre se mostró muy interesado y predispuesto  en traer algo de distracción a la personas del pueblo. Recuerdo que unos cuantos años antes de la existencia del Teleclub,  hizo posible la distracción utilizando  un proyector de cine, o de filminas más bien, que representaban normalmente escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, de la Biblia;  como también  los cuentos populares de siempre, ya saben: "Alí Babá y los cuarenta ladrones", "Blancanieves", "Cenicienta", etc, etc.,..Mientras que de forma manual una a una pasaba  las filminas dentro del proyector, nos iba   leyendo las escenas que se  reflejaban en la pantalla; o más bien en la pared. A mi personalmente me encantaba este tipo de, pongamos "cine mudo", aunque con matices.  La proyección era habitual que fuera en el edificio de la escuela y siempre los domingos por la tarde. Acostumbraba a haber  gran afluencia de espectadores.


Quiero comentaros  también que por entonces el país,   por razones sobradamente conocidas, vivía bajo la imposición del "Nacionalcatolicismo" y éste ejercía el control de decisión en los espacios sociales e imponía seguir a traja tabla los perfectos de la religión cristiana. Por esta circunstancia,  los sacerdotes normalmente por aquella época  eran muy de púlpito y confesionario; así como el  de celebrar todo tipo de eventos religiosos.  Bernardo seguía con   fervor estos mandatos religiosos, los cuales inculcaba  estrictamente a sus devotos feligreses, la mayoría de veces a través de las correspondientes homilías  que predicaba desde el púlpito.  Aunque actualmente en la iglesia de Mozos de Cea no haya púlpito, hace unos cuantos años atrás sí que lo hubo. Personalmente yo lo conocí y por esta razón recuerdo a Bernardo subido encima de aquel púlpito  unas veces  sermoneando y otras   dirigiendo rezos y cánticos a sus feligreses. En una de las antiguas reparaciones de la iglesia hicieron que este artilugio  desapareciera. Su estructura metálica aún se conserva en un recinto de la iglesia conocido popularmente como "el trastero". Lo que a mí particularmente me ha quedado bien claro es que este sacerdote  consiguió   que la mayoría de personas que residían por aquellos años en el pueblo, tuvieran una gran devoción por la fe católica por su asistencia en casi todos los  actos religiosos que celebraban dentro del la iglesia. Sin importar que éstos se celebraran en días festivos o laborales.  Durante el  ejercicio sacerdotal de Bernardo en el pueblo era una constancia la conmemoración de diversos   eventos religiosos. Por esta  razón  era  habitual cada año la  celebración de novenas, procesiones, misas, vigilias, etc.  en honor a una amplia lista  de  santos y   vírgenes. A no ser que estuviera indispuesto,  nunca  faltó a diario   la misa de mañana;  como  tampoco el rezo del Rosario todas las noches desde el mes de octubre hasta junio.   Los constantes actos  litúrgicos   de la semana santa, incluidas procesiones y calvarios,  a pesar de suponerle  un continuo ajetreo dentro y fuera de la iglesia,  siempre los llevaba a cabo con rigurosa solemnidad y  puntualidad. Otra episodio religioso que nunca faltaba cada año era la catequesis, o la "doctrina" como popularmente se la conocía. Los niños éramos  quienes asistíamos a la catequesis que  normalmente se impartía  a la tarde al salir de la escuela. Por  entonces existía el catecismo de primer, segundo y tercer grado; o sea que para todas las edades catecismo. Por tanto:  desde los siete años a los catorce ración de catequesis diaria.  Había que aprenderse el catecismo de memoria, porque si Bernardo te hacía una pregunta del mismo, y no la sabías, o la contestabas mal, del castigo  no te librabas.   Y que no se te ocurriera llegar tarde a la catequesis sin justificación, o hacer "novillos" . Ante esta circunstancia  se mostraba implacable  con los severos castigos.   Desde luego que no le temblaba la mano ni las órdenes  a la hora de imponerlos. También quiero comentaros,   que no  sólo se dedicó exclusivamente  a ejercer su oficio sacerdotal, también se implicó seriamente en enseñar a los jóvenes del pueblo la enseñanza básica.   Muchos de aquellos jóvenes por entonces  tenían escasos conocimientos de la enseñanza primaria debido a que los maestros de entonces no se molestaban mucho en enseñársela, y en mi opinión creo que los niños tampoco se esforzarían  en aprenderla porque nadie les obligaba a ello, razón por la cual muchos de aquellos niños salían de la escuela casi sin haber aprendido lo más elemental de la enseñanza.   Por lo tanto, la implicación de Bernardo  en favor de instruir a   los jóvenes del pueblo es digno de todo elogio y agradecimiento. Recuerdo que impartía las clases  por la noche. Solo acudían varones. Lo hacía en la segunda planta del derribado edificio de la escuela   en una habitación que  estaba acondicionado para este evento. Cuando se construyó el Teleclub  los dos últimos años de sus clases nocturnas las impartió en este edificio de reciente construcción. Como anécdota, comentaros que por aquellos años de clases nocturnas, aparte de la enseñanza primaria, los jóvenes también aprendieron a jugar a las damas. El tablero  y las fichas de las damas fue un regalo que  hizo Bernardo a "sus alumnos". Él fue quien le enseñó las reglas del juego de damas. Años después, las reglas del juego,el  tablero y las fichas  fueron pasando a las sucesivas generaciones para que siguieran practicando este juego.  Y por cierto, no solo impartió clases nocturnas, en alguna que otra ocasión, cuando por alguna circunstancia la maestra que daba clases diurnas a los niños en la escuela y por alguna causa se ausentaba,  él era quien la suplía. Recuerdo que también durante estas clases, su temida mano ejecutó alguno de sus habituales castigos corporales. Por tanto no le importaba que estuviera fuera de "su territorio", el seguía impartiendo  castigos físicos. Como si nada. Supongo que sería algo consustancial a su forma de ser con los niños, tanto como fuera o dentro del recinto de la iglesia. Y lo malo era que cuando te zurraba el cura, o la maestra,  no podías ir a casa quejándote que te habían pegado. Por que bien, te contestaban con el : -¡Algo habrás hecho para que te peguen!; o en su defecto,   recibías una seria  reprimenda por parte de los padres creyendo que te habías  portado mal. Como podéis comprobar, por entonces  era  bastante habitual que los niños  recibiéramos  cachetes a menudo y con la desgracia de que los recibíamos en  todas partes:  en la escuela, en la iglesia, en la calle, ... Por suerte a día de hoy prácticamente se ha erradicado la violencia a la hora de aplicar castigo a los niños. Al menos positivamente al respecto hemos evolucionado.



 
 
( Aquí en esta imagen podéis ver a Bernardo posando con varios niños y niñas, y  también adolescentes,  de Mozos de Cea junto al antiguo portal de la iglesia que  aún conservaba sus deterioradas puertas de madera. Por cierto, también aparece en la fotografía la que ejercía por aquella época de maestra en el pueblo , natural del mismo, Emilia Díaz Rodríguez. Según mis cálculos por la edades de algunos de los niños que aparecen en la imagen, creo que  la foto está sacada a principios de los años cincuenta. Probablemente al poco tiempo de llegar  Bernardo a Mozos de Cea para  tomar posesión de su nueva parroquia )
 
 
 

Había pensado hablar de la vida y las andanzas de Bernardo Pérez Gil en un sólo texto, pero me da que aún quedan algunos recuerdos o anécdotas más asociados a su personas y   no es cuestión de seguir explayándome por que la extensión del texto se haría excesivamente larga. Circunstancia que  temo que acabaría aburriendo, o perdiendo interés, por lo cual he llegado a la conclusión que es mejor dejarlo para una segunda parte.  Quizá el siguiente texto, para no perder el hilo. Con lo cual si seguís interesados en conocer más detalles sobre la persona de la que hablo en este párrafo,  es sólo cuestión de esperar el tiempo preciso. De momento dejo publicado esta primera parte que espero os haya resultado entretenida. Con este objetivo está escrita, si no se consigue, la próxima trataremos de hacerlo mejor.

Saludos a todas y a todos, y las pretensiones de ser felices, que nunca flaqueen.

Rafael.

 



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