viernes, 26 de junio de 2020

SAN PELAYO, PATRÓN DE MOZOS DE CEA










lunes, 1 de junio de 2020

VENDEDORES AMBULANTES

 
 
A lo largo del tiempo una diversidad de personas que desempeñaban su correspondiente oficio de forma ambulante han pasado por     Mozos de Cea. Alguno de estos oficios itinerantes aún permanecen, pero eso sí, más modernizados, los cuales en muy poco se parecen a los originales. Muchos otros ya han desaparecido por causa de la evolución del tiempo que ha imposibilitado que prosiguieran porque no se daban ya las condiciones adecuadas  para ello. Resulta  evidente  que cuantos vendedores ambulantes existan en la actualidad, acreditan  de la  existencia de los mismos y ese vínculo especial, y necesario , que les ha unido  desde tiempos ancestrales a Mozos de Cea. Yo he conocido varias de estas personas, como también he oído hablar de otras más que ejercieron el susodicho oficio. A todas ellas enumeraré  y a su vez  escribiré una breve  reseña sobre las mismas. Será todo cuanto abarca mi memoria que es la única información que dispongo  sobre este asunto; y bueno también tengo  en mi memoria  almacenada una breve información que me llegó  por boca de vecinos  del pueblo. Información   que guarda relación con la existencia   de otras   personas  que  desempeñaban el oficio itinerante del que voy a hablar a continuación. Personas a las cuales   ellos si que  conocieron , cosa que yo no por el hecho de que aún no   había nacido.
 
A continuación iré enumerando personas y oficios, tal como indico arriba. Comenzaremos con los arrieros, los que desde tiempos antiquísimos han estado vinculados de manera  espacial, y por necesidad,  con el pueblo. Los antiguos arrieros de entonces, y que yo conocí,    venían a vender a Mozos de Cea y supongo que a los pueblos limítrofes  los llamados productos ultramarinos. La mercancía la portaban dentro de   los típicos carros de arriero  que se estilaban por aquellos años, lo cuales  eran tirados por un mulo. Hoy los vendedores de este gremio en muy poco se parecen a los arrieros originales. Su mercancía es transportada  en modernizados vehículos, con lo cual la estampa  del arriero transitando con su carro por polvorientos o pedregosos caminos, ya es historia. Por cierto, de ahí viene el refrán: "Arriero somos y en el camino nos encontraremos".
 
Revilla: Cuando nombras este apellido en el pueblo, es referirte esencialmente al gremio de los arrieros. Tres generaciones de esta familia original de Carbajal del Valderaduey han desempeñado el oficio del que os hablo en Mozos de Cea. Al principio con el carro tradicional del arriero,  hoy en día con camión.  El primero que conocí de esta familia tuvo la fatalidad de matarse en un accidente cuando iba montado en su carro,  el  cual, creo que fue el día de nochevieja, cuando  entornó por un barranco del monte Valdescapa con la mala suerte de caerle encima y  aplastarlo . Petronilo (Nilo) Revilla su hijo fue quien sustituyó al padre en la venta ambulante. Hoy este oficio en el pueblo lo desempeña el nieto del accidentado, José Revilla,   con su acondicionado y  moderno camión. Imagino que algún hijo de éste último cogerá el testigo . Y sino al tiempo. La saga es de suponer que continuará con la tradición "arriera".
 
Narciso Lazo: De Santamaría del Río venía este arriero con su carro tirado por un mulo, o macho,  que era un auténtico saco de huesos.  Pasaba tanto hambre que las hiervas de todas  las calles las segaba  con sus dientes. ¡Pobre animal!. Y lo mal que lo trataba el dueño porque no le  hacía ni puñetero  caso. Golpe va, y golpe viene, pero aquel  saco de huesos ni se inmutaba. Iba a lo suyo.  Como dice el tópico: "el hambre da más cornadas".

"El aceitunero": De Sahagún venía este señor con su venta de ultramarinos y como producto principal era las aceitunas verdes. De ahí su nombre. También la venta del pimentón picante a granel era otra de su espacialidad.

El tenderín: Este era el mote con el cual se nombraba a un señor cuyo nombre real era Eugenio.  Venía también con su venta de ultramarinos del pueblo de Villamartín de Don Sancho.

Aquilino: Nombre de otro vendedor de ultramarinos natural de Villaverde de Arcayos que estuvo unos cuantos años vendiendo en el pueblo. Cuando éste se jubiló le sustituyó su hijo Pano para seguir con el  mismo oficio que el padre. Ambos se desplazaban por los pueblos en una pequeña futboneta Renault 4.

Antonio: Este señor venía de Cea con el tradicional  carro de  arriero. No tenía mucho "éxito" en cuanto a ventaS, la verdad. Pero cada semana ahí estaba: puerta por puerta de cada vecina mercadeando con sus productos de ultramarinos.


Paco Morla: Los Morla han sido también una saga familiar dedicada al comercio de ultramarinos y también regentaban bares o cantinas en los pueblos donde residían. Como Villazanzo de Valderaduey o Velilla de Valderaduey. De este último pueblo era Paco Morla, arriero a la vieja usanza que ejercía su oficio de vendedor de ultramarinos  en  Mozos de Cea.




( En la imagen aparece el carro tradicional de los arrieros de antaño que está tirado por un mulo. Más o menos como el que aparece en la imagen eran los carros de arriero que iban en el pasado remoto al pueblo. Hasta la vestimenta del señor es casi idéntica a la que vestían también los antiguos arrieros que iba a Mozos de Cea)


Y dada por concluida  la lista de arrieros, que supongo siempre quedará alguno en el olvido o el desconocimiento, comenzará con la de los pescadores.  Desde tiempos remotos  los pescaderos ambulantes  siempre han venido con su mercancía al pueblo. Los primeros recuerdos que tengo sobre ellos es que el pescado lo traían  dentro de grandes cajas de madera y que estaba envuelto en ramas de helecho verde, y de hielo por supuesto. Pero lo del helecho es algo que siempre me ha entrado curiosidad saber porque la utilización de este vegetal. Otra cosa que era tradicional por entonces era el que las mujeres cuando iban a comprar  el  pescado  llevaban un plato, normalmente de porcelana blanco y muy utilizado en la cocina por aquellos años, para llevarse dentro de él la compra.

Antolín: Creo que era de Cea, o vivía en el susodicho pueblo este pescadero que transportaba su mercancía en      la popular  y simpática furgoneta  "Cirila" de la marca Citroën.

Gilio: Era sobrino  de el señor de arriba citado y utilizaba un  automóvil igual que el del tío. Fue el primero que puso equipo de megafonía en su coche para anunciar a las vecinas la mercancía que traía a vender. Pero eso si, en cuanto aparecía por el camino vecinal, antes de entrar en el pueblo, ya se le oía cantar a través  del altavoz su particular popurrí de canciones tipo copla. De ahí el apodo de "Cantamañanas". Por cierto, también fue el primer vendedor que aparte de pescado traía pollos y no veas el éxito que cogió este producto los primeros años.

Ángel: ( "El hijo del tuerto") así es como popularmente se le conocía a este pescadero natural de Villazanzo de Valderaduey y que su pescado lo transportaba en una furgoneta DKW verde.

"El perrillo": Con este mote se conocía, o nombraba, a un pescadero natural  de Santa María del Río . En principio venía a vender en bicicleta, luego se modernizó y lo hizo en una humilde moto. Por cierto, era el que más y mejor pagaba a los "pregoneros" (a nosotros los niños)

Gonzalo: Pecadero cuya residencia y pescadería tiene ambas en Sahagún y que totalmente modernizado es quien en la actualidad va con la venta de pescado y otros productos cárnicos al pueblo.

Juanito y Tomas: Ambos eran hermanos y vivían en Sahagún.  Como se remontan a muchos años atrás su presencia en el pueblo,  no llegué a conocer a estos hermanos pescaderos.


Y dejamos atrás la lista de pescaderos y comenzamos con la de los carniceros, que obviamente, como producto alimentico esencial o de imperiosa necesidad nutritiva a lo largo de los años varios han tenido presencia en el pueblo con su venta ambulante.

Natalio: Natural de Villanzanzo del Valderaduey.  Transportaba su mercancía  dentro de un par de serones  que portaba en su   lomo  un caballo. Vendía sólo carne de oveja y cordero. Recuerdo que cuando acababa de despachar a una vecina y se encaminaba a la puerta de la siguiente emitía la misma cantinela: "vamos con la música a otra parte".

Gaudencio: De Las Grañeras era este carnicero que venía en su Cirila, en la cual estaba rotulado lo siguiente: "Carnicería Gaudencio". Una anécdota acerca de este señor es que se generó un "conflicto vecinal" a cuenta de las patas de cerdo que vendía. Muchas vecinas querían comprar ese producto, pero como  no llegaba para todas,   había quienes antes de llegar al casco urbano del pueblo lo esperaban en el camino para comprarle las patas de marras. Este  hecho generaba un conflicto muy serio.

Laudelino: Más conocido popularmente como "Laude", ahora vive en Mozos de Cea, pero cuando se dedicaba a   la venta de la carne, su domicilio lo tenía en Villamartín de Don Sancho. En su Cirila tranportaba su mercancía cárnica exclusivamente  de oveja o cordero. Por cierto, también su auto llevaba el rótulo de "Carnicería Laudelino Villafañe"  

Paciano: De  Villavelasco de Valderaduey  era este señor carnicero. No lo conocí,  pero se de buena tinta  que en su momento estuvo vendiendo carne por el pueblo.

Gonzalo: Domiciliado en Villamuñío, pero su carnicería la tenía en Sahagún. Durante estos últimos años estuvo vendiendo variedad de productos cárnicos en Mozos de Cea. Debido a una enfermedad se jubiló  dejando obviamente la venta ambulante.  También cerró su carnicería en Sahagún. 

La carnicera de Cistierna: Así es como la nombran a la actual carnicera que cada tarde de sábado, desde este pueblo ubicado en la montaña oriental leonesa, Cistierna,     viene a vender toda variedad de productos cárnicos a Mozos de Cea.

Como es lógico, en la lista de vendedores ambulantes no deben faltar los panaderos que también desde tiempos remotos su necesaria presencia ha estado vinculada al pueblo.

Panadero de Sahelices del Río: Eran dos hermanos del pueblo citado, no recuerdo ahora sus nombres, los que venían a Mozos de Cea a vender la típicas hogazas de siempre: las bregadas y sin bregar.  Sólo existía esa clase de pan por entonces. Transportaba el pan en un Land Rover.

Senén: Natural de Villaverde de Arcayos este panadero. Utilizaba un carro muy bien acondicionado para el transporte y venta de las tradicionales hogazas.  Un par de mulos tiraban del carro. Siempre venía acompañado al pueblo por un perro mastín blanco.

Gorrona: De Santa María del Río, venía, y aún sigue viniendo este panadero. Primero fue el padre y fundador de la tahona quien venía a vender el pan al pueblo. Hoy es su hijo David quien se encarga de tal cometido. Y por cierto, acostumbra a venir a primeras horas de la mañana tocando su claxon  para avisar  de su presencia. El condenado claxon   emite las primera notas  de la conocida canción de "La Cucaracha" y no veas el cabreo que cojo uno cuando te despierta con ese estridente sonido "cucarachero".

A finales de la década de los setenta las pequeñas panaderías de los pueblos formaron una cooperativa en Sahagún y la dieron el nombre de " Industrias Holsan".  Algunos de los socios de esta cooperativa fueron quienes se encargaron en años posteriores a la fusión a vender  el pan en el pueblo. Hoy en día es el  hijo de un  socio de la  susodicha cooperativa   quien se encarga de este cometido  en Mozos de Cea.

Siguiendo con el tema de vendedores ambulantes, nombraré a: 

El de Banecidas: Así se como llamaba a un señor que era natural del pueblo leonés nombrado y venía  a Mozos de Cea vendiendo telas, mercería variada  y todo tipo de utensilio y material de costura. Transportaba su mercancía en un carro.

El cacharrero: De Villaselán venía este señor, no recuerdo su nombre, pero traía todo tipo de cerámica de barro cocido: pucheros, cazuelas, botijos, etc. En ocasiones también traía a vender las típicas madreñas de madera, muy usadas por entonces en el pueblo.

El pellejero: Dos hermanos naturales de Villalón de Campos venían a comprar los pellejos de oveja, cordero y conejo a Mozos de Cea. Aprovechaban también para traer a vender al pueblo el  famoso queso de oveja  elaborado en  Villalón de Campos.

(También solía venir a comprar pellejos un señor, mezcla entre pellejero e indigente, cuyo   nombre, o más bien mote era  "Capea". No recuerdo de donde era natural, sólo se que los días que estaba en el pueblo se hospedaba en casa de "El Tío Flores") 

El afilador: Dario era el nombre de este afilador que desconozco de donde era originario.  Lo que os puedo decir es que cuando venía al pueblo iba anunciando su presencia por las calles con el típico "silbato, o chiflo,  del afilador". Afilaba todo tipo de utensilios, pero su especialidad era la de afilar las cuchillas de las máquinas de segar la mies.

El capador: También desconozco de donde era natural este señor que por entonces venía al pueblo a practicar sus oficio  y que no era otro que amputar los testículos del cerdo. Se capaba al cerdo para que creciera más robusto y calmado "sexualmente" en su pocilga,  según la creencia popular. Por cierto, el capador también se anunciaba con el mismo sonido que el silbato del afilador.


El trillero: De Catalejo (Segovia) venían al comienzo de cada verano los trilleros para empedrar los trillos con unas piedras especiales y adecuadas para este fin. El hecho de estar bien empedrado el trillo hacía que moliera antes y mejor la mies.


El gochero: A comienzos  de otoño y de primavera era la época en que los vecinos del pueblo  compraban  el  cerdito  para su progresiva  crianza y luego bien cebado darle matarile, claro está. Era por la fechas indicadas cuando   venía    a vender  al pueblo su cerditos pequeños "el gochero". Recuerdo que  los traía dentro de un carro acondicionado con una especie de  compartimentos.

También venía al pueblo "El pollero",  vendiendo  sus  pollitas, y algún  pollitos que se colaba por equivocación. También vendían  el pienso compuesto para las aves. Las pollitas acabarían convirtiéndose en futuras ponedoras y los pollitos adquiridos  "por error" obviamente en  gallos de corral .


El pajero: Mi primer recuerdo que tengo  de los pajeros data de   principios de la década de los sesenta del siglo pasado y  está relacionado con un señor de nombre Angelín que venía de Riaño  a comprar paja al pueblo con un vetusto camión. Después de este señor, aproximadamente a  principio de la década de los  setenta, vinieron dos hermanos  naturales de Soto de Sajambre (León) con el mismo cometido. Estuvieron  varios años desempeñando este oficio en el pueblo. Por desgracia el hermano menor una tarde  se  mató accidentalmente en Mozos de Cea cuando estaba amarrando los sacos de paja cargados en el camión.

Los quinquilleros: El recuerdo que tengo sobre este tipo de personas es que venían al pueblo en familia: hijos, abuelos, padres. Permanecían sobre tres o cuatro días en pueblo y se "hospedaban" en el portal del "Tío Dionisio". Se dedicaban a arreglar faroles, candiles y todo tipo de cacharros de porcelana.  También fabricaban faroles y candiles para su venta a base de hojalata y estaño.


El de los fideos: De Santa María del Río venia al pueblo un señor que se dedicaba a hacer fideos con una máquina especial para esta función. Lo que no se si la pasta para elaborar el fideo la traía él, o eran las vecinas quien la aportaban  y "el fideero" se dedicaba exclusivamente con su artilugio a elaborarlos. Lo que  no dudo es  que resultarían un poco bastos y rudimentarios, nada que ver con los refinados y finos fideos que venden actualmente en  el mercado. Pero a buen seguro, que una vez que se secarán aquellos "autóctonos" fideos,   servirían para elaborar una rica sopa.  


Las personas que vendían, o ejercían un  oficio determinado, y de  presencia   constante, o muy a menudo en el pueblo, creo que están reseñadas arriba. Cierto que algunos otros venían, pero su presencia era mucho menos asidua o hasta  más bien circunstancial, como por ejemplo "los vendedores de mantas" que según ellos eran la típicas mantas de Palencia. Mucho éxito en clientela no tenían estos vendedores, la verdad.  Recuerdo también que muy de vez en cuando venían con su camión unos señores que   vivían por la  la zona del Levante y vendían mercancía textil. Lo que no se me olvidará es que en alguna ocasión si se enfadaban entre ellos por algo, discutían en idioma o dialecto  valenciano para que nadie se enterara de sus peleas verbales.

Cierto que aún siguen viniendo otro tipo de vendedores ambulantes al pueblo, acorde un poco con "la modernidad de los tiempos", como por ejemplo "el heladero" o los vendedores de alimentos ultracongelados. Uno de estos vendedores a los que popularmente les llaman "el de los congelados",  creo que viene del pueblo cántabro de Reinosa. Y no quiero olvidarme de hacer mención a un frutero que hace alrededor de 10 años que no viene por el pueblo mercadeando su fruta, pero si que lo hizo de seguido durante varios años, sobre todo en el verano. El hecho de nombrarle ahora  es por que  se hizo muy popular el eslogan con que  anunciaba por megafonía  los melones y sandías que traía a la venta. Decía así: " Traemos el rico melón terrón de azúcar y  la sandía  de sangre de toro" ¿No os parece curioso y original el eslogan?  Como acostumbro a indicaros, si a uno le da por "estrujar la mollera" a fin de rebuscar  en la memoria, siempre aparecerá algún recuerdo más asociado a   otros vendedores ambulantes o personas que desempeñaban sus   oficios relacionados  con una actividad que ya desapareció por simple evolución del tiempo. Como por ejemplo a ahora a  vuela pluma me viene a la memoria los vendedores de miel  y sobre ellos corría la leyenda urbana de que la miel que vendían la mezclaban con patata para disponer de más cantidad de miel, o el vendedor de fréjoles que a veces hacia trueque con garbanzos. En fin; que como indico rebuscando, rebuscando, siempre algo se encuentra.  Pero a mi juicio,   pienso que con lo expuesto ya es suficiente para tener algún conocimiento sobre el tema narrado.   Lo que está bien  claro, según mi opinión subjetiva por su puesto, es que en el pueblo   hoy en día no poder  comprar alimentos  no es por culpa de el  carecer de establecimientos para su venta, sino más bien el  no poder disponer  de la economía suficiente para adquirirlos, porque durante toda la semana puntualmente tienes  uno, cuando no dos, vendedores con el producto alimentico de turno. Y después de tanta "España vacía"; de tanta despoblación...que pequeños pueblos como Mozos de Cea  que carecen de una simple y humilde  tienda de comestibles,    de momento tengan la posibilidad de adquirir cuanto producto alimenticio   necesite sin tener que desplazarse  a Sahagún, o a León,     es una inmensa suerte y comodidad  para los pocos vecinos, o personas, que permanecen de continuo en el pueblo. Y que dure la suerte. Toquemos madera.

Y hasta aquí. Esto se termina. Sólo espero y deseo que el texto les haya resultado lo menos tedioso o aburrido posible debido a su extensión, y  a mi favor, lo más ameno o interesante  por el tema  expuesto. Ni que decir tiene que sigo deseando que sigáis, o tratéis, rabiosamente  de ser felices. Ahora que entramos en época veraniega y dicen, o rumorean, que el maldito y letal Coronavirus va a darnos tregua. A ver si es cierto. Pero habrá que estar siempre prevenidos y no quitarle ojo a fin de   tratar de mantenerlo a raya, aunque nos incomode y nos traiga de cabeza o agobie la "nueva normalidad" que nos van a imponer por normativa. Y sobre todo, y ante todo, responsabilidad cien por cien.  En fin Serafín; que llegó el fin.

Saludos a todas y a todos.

Rafael.