sábado, 16 de febrero de 2019

INVITADO

 
Intentaremos seguir en este año 2019  con el capitulo de invitados en este espacio, siempre que exista posibilidad de proseguir. De esta forma podréis seguir  conociendo las impresiones y el sentir que tienen hacia Mozos de Cea  otras personas vinculadas directamente  a este pueblo. Como  es el caso de  la persona  que aparece en esta ocasión para dejarnos un bello y emotivo poema con nostálgicas referencias a Mozos de Cea y que a continuación voy a dejar publicado. Los versos serán literalmente  transcritos del poema original que en su día escribió el autor. 
  
A MOZOS DE CEA, MI PUEBLO
 
Dejadme solo un momento.
Solos yo y mi sentimiento.
 
¡Ay, tierra de mis mayores,
vergel de amores,
de ilusión, de sufrimiento,
de duro pan, de sudores...!
 
Dejadme solo un momento
que quiero beber del viento
la nostalgia del recuerdo:
 
Tomorisco, Campofrío,
La Cota, El Bardal, Villeza,
Santa María del Río...
y Mozos, el pueblo mío:
infancia y niñez. ¡pobreza!
Dejadme solo un momento
contemplar con la mirada
de mi alma, emocionada,
cuán rápido pasó el tiempo:
 
Aquí comenzó el camino.
Dejadme solo un momento,
solos yo y mi sentimiento,
mi pasado y mi destino
¡Solo Dios sabe mi sino!
 
Dejadme solo un momento.
Solos yo y mi sentimiento
y el viento
que silba y sueña
llevándose, Dios, mi pena,
mi amor y mi pensamiento.
 
¡Dejadme solo un momento!
 
(* Este poema formó parte de la obra poética que en el año 1993 obtuvo el primer premio "Carlos Sbat Erccasty de Poesía" en un certamen literario convocado por la revista literaria que se publicaba por entonces en Montevideo (Uruguay) "La Urpila" y por "La Casa del Poeta Latinoamericano", cuya sede de esta entidad cultural también estaba ubicada en la capital uruguaya)
 
 
 
El autor de este poema es José María Rodríguez González ( se le conoce en el pueblo con el nombre de Josemari) Nació en Mozos de Cea. En la actualidad reside en Madrid. Sus padres fueron: Clementino Rodríguez, natural de Mozos de Cea y Virginia González, natural de Valdavida. En la imagen aparece el autor leyendo el poema que  en 2010 también obtuvo el primer premio de Poesía en un certamen celebrado en Boca de Huérgano (León)
 
 
 
Espero que os haya gustado este entrañable y nostálgico poema y también  hayáis disfrutado con la lectura.
 
 
Saludos para todas y todos
 
Rafael.
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
prueba

viernes, 1 de febrero de 2019

FILANDÓN

Aquí nos hallamos de nuevo en este primer día de febrero con el cometido de costumbre. Efectivamente estamos inmersos en este "Febrerico el corto, un día peor que otro" , un refrán que mucho  le escuché decir  años atrás a nuestro mayores . Supongo que aún se seguirá citando cuando la ocasión lo requiera. Y dichas esta palabras protocolarias vayamos al quiz de la cuestión. Es de suponer que varias de las personas que leen este blog habrán oído en alguna ocasión la palabra filandón, o  algún sinónimo semejante,   como por ejemplo hilandorio. Como también imagino que alguno de vosotros (as)  conoceréis de que se trata el susodicho vocablo. Para quienes no sepan de los que estoy hablando,  les comento que se conoce como filandón al hecho de reunirse varias personas después de la cena  para contar todo tipo de historias y leyendas urbanas,  o cualquier otro tema de conversación que surja, siempre  alrededor del fuego del hogar. Era ésta una costumbre habitual que en la antigüedad se llevaba a cabo en la mayor parte de  la provincia de León pero que  hoy en día  apenas quedan  zonas de la mencionda  provincia donde se realizan.  Una costumbre que lamentablemente también en la actualidad ha desaparecido en Mozos de Cea. Porque, aunque os cueste imaginarlo,  también en su día  se llevó a su práctica. Quizá no de la forma en que la tradición lo ordenaba, pero yo creo que en cuanto a la esencia y los propósitos eran perfectamente válidos para cumplir con la costumbre. En principio comentaros que los  filandones  no solían ser después de la cena como ordena la tradición, sino más bien antes de la misma durante las largas  y frías  noches del otoño e invierno. Pero eso sí, después de la salida del rezo del rosario. Una vez que los y las  fieles devotas salían del templo, comenzaban los referidos filandones. Mas o menos siempre se hacían en los  hogares  habituales. Era dentro de la cocina  donde se reunían para conversar ese grupo de personas. Habitualmente estaba formado  el grupo por los miembros de la familia y   algún que otro   pariente, y en ocasiones  también solían participar en el palique alguna persona del pueblo ajena a la familia.  La mayoría de los participantes se sentaban   en el típico escaño de madera, mueble éste que nunca faltaba en todos los hogares del pueblo.  También  lo hacían sobre  los típicos taburetes. La conversación se entablaba  alrededor del fuego del hogar  que ardía dentro de las populares hornachas.   Tampoco  éstas faltaban en todos los hogares del pueblo.  Desde luego que era muy necesario aquella  lumbre para poder mantenerse calentitos dentro aquel reducido espacio debido a  las gélidas temperaturas del exterior  que por entonces se daban con frecuencia. Por cierto, para que  la leña de roble con que se atizaba al fuego aguantará ardiendo el mayor tiempo posible,  se solía cubrirla con la paja molida de los cereales que se almacenaba en el pajar. Era la única  forma para que aguantaran sin consumirse  la mayor parte del día tal como indico.  Con lo cual, las brasas incandescentes removidas  a base de tenaza y avivadas de vez en cuando con  el fuelle, seguían ardiendo y desprendían el necesario calor para que el personal reunido allí dentro  se sintiera  a gusto charlando dentro de aquella cocina    las dos tres horas que normalmente  duraba el hilandorio. Una cosa que siempre se hallaba presente durante el palique era el popular porrón lleno de vino. En mi opinión, resultaba esencial y necesaria su presencia para que fuera más animosa la charla.  Como ya he comentado más de una vez  el vino que se elaboraba en la bodegas de Mozos de Cea tenía muy poco grados etílicos por tanto  te podías beber gran cantidad de ello   y no te ponías piripi para nada. Por esta razón  se empinaba el codo de continuo. Yo creo que alguno acudía  más por darle a la priva que por la cháchara. Segurísimo.
 
 
 
( En esta imagen aparece el programa de fiestas del patrón del pueblo, San Pelayo. Podréis apreciar que entre los actos que se han organizado,  se encuentran la celebración de un  Filandón en la Sala Cultura. Aparece subrayado en amarillo. Cada año forma parte de la programación pero que yo sepa hasta el momento nunca se ha celebrado el susodicho acto en el lugar indicado . A ver  si es posible  hacerlo  realidad algún año de estos  y deja de ser sólo una atractiva  palabra que sirve  únicamente como relleno del programa del patrón del pueblo) 

Yo por entonces era un niño de corta edad que sólo me limitaba a  escuchar los variados y amenos    temas  de conversación que allí surgían.  En alguna ocasión a cuenta del sueño yo no aguantaba despierto hasta el final del parloteo. Cuando esto ocurría, me acostaba plácidamente sobre la cenefa (popularmente conocida como trébede) que estaba muy calentita y allí encima  me quedaba dormido.   Recuerdo  que durante el filandón se acostumbraba a hablar de temas muy  variados acorde con la realidad que se vivía por entonces. Por supuesto que no faltaban las habituales leyendas urbanas, como tampoco algún  suceso o anécdotas vinculadas a la guerra civil. Por entonces,  el final como el transcurso de ese terrible conflicto fratricida que desangró el país   aún estaban muy recientes en la memoria de nuestros mayores, de ahí la razón por la cual  este asunto trágico siempre era un tema recurrente en aquellas conversaciones.   A mí  la verdad me causaban cierto pánico  al oír todo cuanto estaba relacionado con este  acontecimiento fratricida. Lo que resulta evidente es   que las aproximadamente tres horas que duraba el tradicional filandón daban para muchos temas de conversación. Finalizaba la cháchara  cuando el reloj marcaba  la hora habitual   para la cena, alrededor de las diez. Por cierto,  era la dueña de la casa quien había elaborado  la cena mientras  transcurría el filandón. ¿ Quién iba a ser si no?  Por norma general  las mujeres que participaban   en la conservación lo hacían sin dejar de trajinar  en la cocina preparando viandas; como  también  podían estar remendando pantalones o zurciendo medias o calcetines. Desde luego que aprovechaban el tiempo.  Con referencia al tema de las leyendas  urbanas quiero comentaros que una de las personas que más me fascinaba escuchárselas  contar,  por  su peculiar  forma de narrarlas,   era  Antolina Fernández. (Madre de Carlos, Toñi y Mari Cruz)  Muchas de esas fábulas  tenían como protagonista especial  un   cura.  Yo las escuchaba embelesado, y  hasta me las creía por ese énfasis que ponía a la hora de  contarlas. Es evidente que mi credibilidad  se debía  a ese halo de inocencia con que está envuelta la niñez. Han transcurrido casi sesenta años de aquellos emotivos momentos, pero aún sigo recordando alguna de sus leyendas, y sobre todo en especial unos irreverentes pareados que recitaba  con mucha retranca y que decían lo siguiente:

" Señor mío Jesucristo
yo me calzo, yo me visto,
yo me pongo las angorras
y me voy con las machorras"
 
 
(Angorras era un tipo de vestimenta que utilizaban antiguamente los pastores. La palabra machorra supongo guardará relación con las ovejas estériles, o algo símil)



Aprovechando que estoy hablando de reuniones nocturnas  en las cocinas del hogar, voy a comentar algo vinculado a este asunto. Veréis. Por aquellos años que describo en este párrafo, se emitía un programa legendario por la radio, concretamente por la emisora  Radio Nacional de España. El programa al que me refiero se llamaba "De España para los españoles". Un programa que era de escucha obligada  en el pueblo, por lo cual    parecía  tenerse  "generalizada devoción"  al mismo. Comenzó su edición en 1964 y creo que debió finalizar allá  por el 1978. En plena transición española.  Tuvo gran éxito y difusión. En definitiva se trataba de una emisión  de discos solicitados y mensajes para los emigrantes que se encontraban en Suiza, Alemania o Francia. Países a donde mayormente se iban los emigrantes españoles. Por lo tanto era una forma de que estos emigrantes se sintieran más cercanos a España y a sus seres queridos mientras escuchaban la emisión de este programa, cuyo locutora del mismo era la mítica María Matilde Almendros. Fallecida en 1995.   Quiero resaltar   que por aquellos años en todos los hogares de Mozos de Cea no había aparato de radio. Por consiguiente, quienes  no lo tuvieran, necesariamente tenían que ir a escuchar el susodicho programa  a la casa de algún vecino o pariente  donde si lo tenían. Es evidente  que esta circunstancia era la excusa perfecta para realizar un filandón antes de empezar a escuchar por radio la voz de la locutora indicando el inicio del programa. Cuando empezaba su emisión, el tema de conversación giraba exclusivamente a cuanto  se escuchaba de aquel programa radiofónico, el cual  yo creo que en esencia era musical.  Cierto que las cartas que escribían los emigrantes y leía la locutora resultaban ciertamente emotivas, pero el leitv motive del programa era la música, en especial la que estaba relacionada con el cancionero folclórico español. La copla en todas sus variantes sonaba de continuo.  En más de una ocasión alguno de los radioyentes, si la canción que sonaba tenía mucha marcha, pongamos que el "pasodoble",   no se cortaban ni media,  y en pareja se arrancaban a bailar en medio de la cocina. Al final del bailoteo, sonaba algún que otro  aplauso por parte de los allí presentes. Ahora   recuerdo que sonaba muy a menudo una canción a petición  de los radioyentes, folclórica por supuesto,  que se titulaba "Españolear, españolear"... La interpretaba el cantante valenciano Luis Lucena. Ahora cuando por casualidad  vuelvo a oír  esta antigua canción,  me parece muy casposa y totalmente fuera de lugar y tiempo.  No se por qué razón  pudo convertirse por entonces  en una especie  de  banda original de mi niñez.  Sabía su letra de memoria, y mal entonada, la canturreaba muy a menudo.  Confieso que deseaba con impaciencia   escucharla diariamente en cada emisión del programa.  Por supuesto que todos los días no la ponían, pero sí con mucha frecuencia. Imagino que esto lo harían con el propósito de   hacer más liviana la querencia, o la nostalgia, que los emigrantes sentían hacia  España.  
 
 


( Lo que nos muestra esta imagen es el desarrollo del tradicional filandón, el cual hablo en este párrafo. Por supuesto que no es una fotografía sacada en un hogar de Mozos de Cea. En principio porque el fuego no está situado dentro de las populares hornachas como era habitual en el pueblo. Como tampoco está presente el porrón.  Pero lo que está bien  claro que alrededor del  fuego las personas presentes dialogan  o narran cualquier tipo de leyendas que son el espíritu y la esencia del filandón)   



Como ya indico arriba, la práctica del tradicional y antiguo filandón  en torno a la lumbre del hogar ha desaparecido  por completo en Mozos de Cea. Resulta lógico, porque a día de hoy   es otra forma muy diferente de relacionarse la que tienen  los vecinos que residen de continuo en el pueblo a la manera de cómo lo hacían antes. Aunque pensándolo bien, yo creo que totalmente no ha desaparecido el filandón en el pueblo. Cierto que no es como tradicionalmente se hacían durante aquellos tiempos remotos, pero si que tienen cierta semejanza. O al menos un grado de parentesco. Me estoy refiriendo a ese grupo de personas que se reúnen durante las apacibles noches de verano en plena calle para charlar sentados sobre los populares "maderos". Da fe de ello el número considerable de personas - a veces llega hasta la docena-que se reúnen con el fin de   darle al palique sentados en el madero y banco situados ambos  en la Plaza San Pelayo. ¿ No tiene esta reunión similitudes con el antiguo filandón? Cierto que allí no transita de boca en boca el  porrón; como tampoco está presente el fuego para darle ese toque  genuinamente "filandonero"  a la reunión nocturna. En cambión sí que están los parlantes conversando animosamente  de todo cuanto se les ocurra, tal como se hacía en los antiguos y añorados filandones. Aunque obviamente sus temas de conversación están más acorde con los tiempos actuales, pero por supuesto que también habrá momentos para rememorar  el pasado. Estoy convencido de que más de uno (y una) pensará  que en algún momento de la conversación no faltará el oportuno corte de traje por parte de los allí reunidos. Como pensar, tanto para bien como para mal,  es un libre ejercicio,  allá cada uno y cada cual. En fin; que  tal como dice la canción, -  ahora no recuerdo quien leches la interpreta- "no todo está perdido"... . Porque como indico, aún  queda ese tiempo reservado para dar el palique durante las plácidas noches de verano sentados sobre los populares maderos y así mantener el "espíritu del filandón". Menos es nada. Digo yo.   

Y eso fue todo por hoy. Como de costumbre, espero que os halla resulta una grata experiencia la lectura de este párrafo.

Largos días y plácidas noches a todos y a todas ( y a ser felices)

Rafael

 
 

                                
         




 (En este video podréis escuchar la canción de la que os hablo en este texto. "El españolear, españolear..."  Si os molestáis en escucharla, sabréis de que va el tema y podréis dar  vuestro juicio de valor sobre la misma .)