viernes, 1 de marzo de 2019

REBAÑOS

 
Es evidente que   Mozos de Cea  por excelencia hay que catalogarlo como  pueblo de labradores. Pero esto no quita para testificar que todo cuanto esté vinculado a los rebaños de ovejas,  también forma parte esencial de sus características.   No hay duda de  que en  la actualidad este  vínculo resulta cuestionable  por  razones tan evidentes como el que existen dos únicos rebaños. Y uno de ellos tampoco es que resulte  muy fiable porque pude desaparecer  en cualquier momento. Este hecho estuvo a punto de ocurrir  tiempo atrás.  No fue  así porque  su dueño, Virgilio Pérez,  se quedó con  unas pocas  ovejas sin vender y  éstas de manera progresiva han terminado por  formar aparentemente  un nuevo rebaño.    El otro rebaño que actualmente pasta por todo el término de Mozos de Cea  pertenece a un joven de Renedo de Valderaduey. De momento parece haberse asentado  este "mozo forastero" con su amplísimo  rebaño ejerciendo de pastor en el pueblo. ¿ Hasta cuándo? Esto con seguridad nunca se sabe. Ahora lo que realmente  importa es  el que aún sigan pastando las ovejas por todo el pago de Mozos de Cea, no ya por que limpian a base de bocados toda esa maleza asilvestrada que crece sin un orden ni concierto por todo el páramo,  sino porque cuando uno va paseando por el campo, al escuchar sus estridentes balidos y el sonido ronco  de sus cencerros, así como también   los  ladridos de los perros que acompañan al pastor, rompen ese silencio tan concentrado e intenso que por aquellos parajes acostumbra a darse. Y porque en definitiva, los rebaños mantienen vivo el paisaje y el entorno rural de Mozos de Cea.






(En esta imagen, o fotografía que fue  sacada en 2010, aparece un rebaño de ovejas de Mozos de Cea pastando en Valdezalces. Las ovejas de este rebaño pertenecían a dos dueños diferentes: Julián Cuesta y Virgilio Pérez. El primero unos años después de haber sido  sacada esta fotografía se deshizo del rebaño. Del segundo ya conocéis su situación, la cual os comento arriba en el texto. Por cierto, el pastor que cuidaba este rebaño era natural de Marruecos. De esta misma nacionalidad, o de países europeos como Rumanía, Bulgaria, etc. son las únicas  personas que a día de hoy están dispuestos a "ajustarse" de pastor . Resulta casi una utopía hallar un pastor tanto autóctono, como  hispano que esté dispuesto a desempeñar esta función.)
 
No hay duda de  que este último comentario que acabo de escribiros acerca de   la realidad actual de los rebaños de ovejas  que existen en el pueblo,  para nada es un válido referente que  confirma   el que  Mozos de Cea está  vinculado estrechamente con el ganado lanar.  Para esto fin, sería necesario  remontarse a muchísimo años atrás  y así dar fe de que es cierta esa vinculación,  aunque pueda parecer todo lo contrario  si hacemos comparaciones con la realidad actual. Al respecto, os comento que  hay personas naturales de Mozos de Cea, la cuales  hoy tienen más de setenta años,  que dicen que cuando ellos eran mozalbetes,  pudieron ver     hasta once rebaños juntos pastando en el pueblo. Y yo les creo.   Supongo que con tantos  rebaños pastando juntos  habría escasez de comida para que se alimentaran tantas ovejas. Hago este comentario  porque obviamente la extensión del páramo de Mozos de Cea no creo yo que  tuviera por entonces  la capacidad suficiente para saciar de forma satisfactoria los estómagos de aquellas ovejas, a no se de que los rebaños fueran muy reducidos. De no ser así esto último,  no me cabe ninguna duda de  que pasarían hambre con frecuencia  las ovejas  y esta circunstancia con toda seguridad afectaría negativamente tanto en  su  desarrollo,   como en su producción.  Por  otra parte, os comento que por la época de mi infancia,   casi todos los vecinos del pueblo disponían de algunas ovejas en sus casas, las cuales     ayudaban en la economía de subsistencia, que por entonces  era muy común en la mayoría de hogares  del pueblo.  Quienes tan solo  disponían de  unas pocas ovejas, no se encargaban ellos de sacarlas a pastar. De este labor  se ocupaban      los pastores que cuidaban grandes rebaños .  Era un favor que les hacían esos pastores, aunque supongo que  lo normal era que luego fuera recompensado.  Yo personalmente por razones tan  obvias como el que aún no había nacido, no llegue a conocer la coincidencia de  esos onces rebaños que   juntos  pastaban en el pueblo,  pero en cambio cinco sí.  Aquellos  rebaños pertenecían a: Mariano Cuesta; Fernando Pérez; Nemesio López; Eusebio Lazo y  Eradio García.   Estoy hablando de a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado.    

Como es lógico, quienes estaban en posesión de un gran rebaño, obligatoriamente tenían que disponer de una  majada para encerrar a la noches sus ovejas; o también en ocasiones circunstanciales.  Para este fin, la mayoría de pastores tenían el corral del ganado en el mismo edificio donde vivían. Ahora que lo pienso, desde luego que saludable no resultaba para nada tener el redil de las ovejas pegando al lugar donde haces tu vida diaria por todos esos  nocivos parásitos que con frecuencia habitan entre  sus lanas. En especial las malditas pulgas que  acostumbran a picar como demonios,  y luego rasca que te rasca. ¡Pánico las tengo! También junto a  las viviendas solían estar   las cuadras y dentro de ellas se guardaban los animales  de tracción que se necesitaban para trabajar en las labores agrícolas. Vamos, que la insalubridad era por partida doble. Pero por aquella época no quedaba más remedio que vivir en estas condiciones.  Como era lógico, los pastores  por entonces  no sólo contaban con los rediles ubicados en sus casas para encerrar los rebaños sino que también  tenían otros alejados del núcleo  urbano. Casi  en su totalidad  estos rediles se hallaban situados dentro de la cota del monte, o muy próxima a ella. Se trataba de  rudimentarios y pequeños edificios que servían para el cuidado, protección y defensa de los rebaños y que   estaban  construidos con adobe, césped,  teja y leña de roble. Material autóctono, sin duda.  Se  les conocía  popularmente  como "corrales de ganado".    En mi opinión ponían cierto adorno al campo. Además también eran referencia del mismo ya que algunos  parajes de Mozos de Cea reciben el mismo nombre del corral que años atrás allí existió; como por ejemplo: "El corral de la tía Margarita";  "El corral de los melgos"; " El corral del tío Dionisio";  "El corral de Epifáneo y Crescencio"; etc. (Este último corral que estuvo situado dentro de la cota del monte personalmente    lo llegué  a conocer  cuando aún estaba en pie. Actualmente tan sólo quedan ya sus ruinas)  Hoy en día  solo se conserva  uno de estos corrales en pie en buenas condiciones.   Es  una suerte de que   siga conservándose de tal forma   por el hecho de que lleva muchos años   que ha perdido  su funcionalidad y rendimiento. Cuando los anteriores perdieron su utilidad,  sus dueños los abandonaron y  por esta razón    acabaron convertidos en ruinas. El corral que a día de hoy sigue en pie es propiedad  de Matías Lazo y fue  construido en 1963.  Ya os hablé de este mismo corral,  situado en un paraje de la cota del monte conocido  como  Torriyuelo en un texto anterior, por tanto  huelga cualquier otro comentario al respecto.  Por cierto, los excrementos de las ovejas, "cagalitas" como se las conoce popularmente en el pueblo, dentro de los corrales proporcionaban estiércol de mucha calidad que se aplicaba a las fincas como abono; y en especial para fertilizar la tierra de los huertos. Se trataba de era un abono muy solicitado.  Aún lo sigue estando.




( Aquí podéis ver en esta imagen  en que  condiciones está en la actualidad  el corral de ganado que aún queda en pie en  Mozos de Cea. Yo pienso  que, debido a su buena conservación,  aún podía seguir cumpliendo perfectamente  su funcionalidad sin problema alguno. Como ya he comentado, su   propietario es Matías Lazo Fernández y está ubicado dentro de la cota del monte; concretamente en el término conocido como "El alto de Torriyuelo". ) 
 
Resulta de Perogrullo el que donde hay ovejas, existen pastores. Por este motivo pienso que es también consubstancial a  la idiosincrasia de Mozos de Cea el oficio de pastor. Como algo anecdótico comento que  en su momento, hubo  algunos casos en el pueblo,  donde se dio la circunstancia  que  dentro de una  misma familia se fueron sucediendo las generaciones en el cuidado del rebaño familiar.   Según mi criterio, antiguamente la función del pastor era realmente dura.  Sobre todo en invierno por las gélidas temperaturas que por entonces acaecían. Pero aquellos pastores de antaño, igual que los labradores,  eran duros como la tierra que los acogía,  y estaban curtidos  por el frío y la solana,  de ahí el que estoicamente aguantaban las rigurosas temperaturas del  invierno en medio del campo todo el puñetero día hasta el anochecer:  completamente a la intemperie lloviera o hiciera un frío de mil demonios.  Siempre vigilando y cuidando el rebaño, razón por la cual siempre  buscaban el mejor pasto y el agua para que abrevara el ganado, sobre todo en verano. Tenían la costumbre de que cuando las ovejas dejaban de pastar por estar arriando, aprovechaban para comerse las viandas que llevaban o también para echarse una reconfortante siesta. Esto de la siesta  era más bien patrimonio exclusivamente del verano.  En alguna ocasión cuando arreciaba la calima, encerraba el ganado en los corrales del campo hasta que  aflojara el sofocante el calor. Como indico arriba,  soportaban a la intemperie  las rigurosas temperaturas invernales, por este motivo  necesariamente tenían que vestir un tipo de atuendo que les protegiera a conciencia   de aquel intenso frío.  Y esto es lo que hacían. Por cierto, esa sólida   vestimenta  de abrigo artesanalmente  la confeccionaban los propios pastores. Para ello utilizaban los pellejos secos  de la oveja, y como   aún conservaban la lana, resultaba un aislante ideal contra el frío. Comentaré que una de aquellas prendas de abrigo  que vestían los pastores, a mi entender la más principal, tenía por nombre zamarra. Se trataba de una especie de hábito que le cubría todo el cuerpo hasta las rodillas. También vestían  los bragos los cuales tenían similitud a las  polainas y  les cubría desde el muslo hasta  los tobillos.  Utilizaban también como calzado los tradicionales chócolos, sobre todo los días de lluvia. Se trataba de unos zapatos cuya suela era de madera bastante gruesa. También los propios  pastores eran  quienes se encargaban de fabricar  este calzado tirando de lezna y cuero,  aunque la suela creo que la adquirían ya fabricada en algún comercio de Sahagún.  Luego también llevaban el tradicional zurrón, o más bien  zurrona que es como popularmente se la nombraba.  Les servía para llevar en su interior  las viandas y demás artilugios necesarios para la vida de pastor. Por supuesto que también estaba elaborada la zurrona con el pellejo de la oveja. Vamos que el pastor se podía camuflar perfectamente entre el ganado sin el temor a ser descubierto. Otra prenda textil que formaba parte del atuendo de los antiguos  pastores   era  una capa que estaba confeccionaba con un tejido basto   de color castaño y  que se conocía popularmente como "capa de estameña".   También formaba parte de su  indumentaria, aunque no textil,   la tradicional cacha. Un artilugio que  se fabricaba artesanalmente con las ramas de los diferentes tipos  de árboles que  crecen en el pueblo.  Había por entonces en Mozos de Cea algunas personas que eran verdaderos  artistas fabricando cachas.  Una de estas personas era Florentino López ("El tío Flores); como también lo fue  Eradito García,  éste además  era un auténtico maestro en fabricar artesanalmente   todo tipo  de  cachivaches  de madera.  Por otra parte,  la tradición mandaba que  el día 29 de junio, festividad de San Pedro, era la fecha señalada  en que los amos de los rebaños que por alguna razón   no querían o no podían cuidarlos personalmente,  contrataban  a otros pastores  para este fin. El contrato duraba hasta la próxima festividad de San Pedro.  Al respecto, comentaros que en argot popular, no se decía lo de contratar, sino que se ajustaba de pastor. En el pueblo, por entonces era normal  que se diera de continuo la circunstancia de haber pastores que guardaban su propios rebaños y otros que estaban al cuidado de ajenos. En Mozos de Cea   por entonces había quienes  se "ajustaban de pastor" para cuidar los rebaños del pueblo, otros en cambio se ajustaban  para hacer esta misma  función en los pueblos colindantes y en ocasiones en otros bastante más  alejados. Y es que cuando la necesidad y la urgencia aprietan,  no hay distancia que valga. No quiero que se me olvide el   comentaros que antiguamente   era una costumbre el que  fueran los pastores  quienes se encargaban   de adecentar los manantiales y las charcas que hay a lo largo y ancho del páramo de Mozos de Cea. Esta labor,  yo creo que no lo hacían como un bien comunal, ni tampoco por tradición, sino más más bien por la necesidad de tener las charcas en perfectas condiciones para que abrevaran los rebaños sin problema alguno; lo mismo que los manantiales para que de los mismos ellos  pudieran beber  su agua  en condiciones salubres. Por desgracia, al haberse abandonado esta labor, a día de hoy   prácticamente el agua de todos los manantiales es insalubre y a la abundante  maleza que crece asilvestrada  se ha apoderado de todas las charcas,  razón por la cual  apenas se percibe el escaso agua que hay  dentro de todas  ellas.





(En esta imagen aparece un pastor ataviado con la antigua indumentaria de la que os hablo en el texto. Se trata de  la zamarra.  Como podéis observar está confeccionada con la piel, o pellejo seco, de la oveja. Con una  zamarra parecida a la que aparece en la imagen, atada al pecho con un cinturón, se  vestían por entonces los pastores de  Mozos de Cea  en invierno para protegerse del frío)  



Y hasta aquí este extenso recorrido que de forma resumida he escrito acerca de todo cuanto guarda estrecha relación con los rebaños de ovejas y los pastores de Mozos de Cea. Por supuesto que si decidiera entrar  minuciosamente en más detalles vinculados a este asunto, el texto sería excesivamente largo y puede que hasta farragoso, y no dudo de que  acabaría aburriendo de forma general.  Por tanto daremos por concluido el párrafo, esperando como de costumbre que os haya resultado amena la experiencia de su lectura. Si no es así,  al menos que todo  lo que aquí dejo escrito y publicado  pueda servir  como homenaje y recordatorio a aquellos antiguos pastores, que son ya  parte del pasado y memoria viva  de  Mozos de Cea. 


Largos días y plácidas noches a todas y todos. (Y a seguir siendo felices)


Rafael  

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