martes, 1 de enero de 2019

"DON PIRI"




De nuevo me acerco a este espacio al que sobradamente conocéis cuales son los objetivos que persigue, o su razón de ser,  para  hablaros en esta ocasión de un maestro que estuvo impartiendo clases en la escuela mixta "San Benito" de Mozos de Cea. Me estoy refiriendo a Expiridión Sánchez González, conocido y nombrado popularmente en el pueblo como  "Don Piri".  Nadie se pone de acuerdo de donde era originario esta persona. Unos dicen que era natural de Cifuentes de Rueda, otros de Villómar. Yo la verdad es que no tengo ni puñetera idea de donde nació esta persona. Lo único que se , aunque no me atrevo a afirmarlo con total  seguridad,  que fue alrededor de 10 años, o quizás más, el tiempo estuvo este señor de maestro en el pueblo.  Creo que lo normal ha sido siempre que más de tres años no durase la permanencia de los maestros  en el pueblo, pero como se ve, con éste señor se rompió la norma. Desconozco por qué razones se rompieron, pero el caso es que permaneció durante este largo periodo de tiempo indicado  en Mozos de Cea. También  desconozco el año de su llegada al pueblo, supongo que allá por la década de los cuarenta aproximadamente.  Lo que si creo saber es el año que abandonó el pueblo y esto   debió ocurrir  allá por el año 1958. Una vez  que abandonó Mozos de Cea, según cuentan, se fue a ejercer su profesión de maestro a  Villanófar,  el  pueblo de su mujer, Socorro García. Cuentan algunas personas, que cuando se fue del pueblo, arrampló con todo lo que podía serle útil de dentro del edificio de  la escuela; como por ejemplo la estufa.  Este matrimonio  tuvo tres hijos, la más pequeña, Paquita, nació en Mozos de Cea.  Por cierto, los dos hijos mayores se llamaban Ramón y Manolo (como el Dúo Dinámico, ja, ja,..) 
 
La verdad es que son varias las anécdotas asociadas a esta persona que he escuchado de personas que asistieron a sus clases.   Hay alguna de ellas que les entra un cabreo monumental  cuando oyen su nombre, es como si le mencionaban al mismo diablo. Esto se debe  al comportamiento agresivo que mostraba  a la hora de las clases porque  empleaba la violencia de forma constante. Para ello se valía de cualquier objeto de madera que le sirviera para sacudir a los niños  sin importarle en que parte del cuerpo descargaba el golpe. Parece ser que  a las niñas las pegaba menos.   Utilizaba para aplicar los castigos corporales  de forma habitual  un viejo compas de madera. Y cuando éste no lo tenía a  mano, le servía para golpear  el trozo del  marco de un cuadro, o la pata de una silla rota. Todo le era útil para imponer su particular  disciplina a base de castigos corporales. Vamos que con  Don Piri se cumplía a la perfección ese refrán que dice: "las letras con sangre entran". Aunque me temo que la utilización de la violencia, estaba más asociada a la manera de comportarse los niños a la hora de las clases, que por el  desinterés o la pereza de los niños por no molestarse en aprender. Según cuentan, Don Piri tampoco ponía mucho interés y constancia en tratar de que aprendieran sus alumnos.  Y eso que al parecer  debía ser   muy inteligente. Creo que  en geografía era todo un erudito. Cuando impartía clases de esta asignatura,  los niños la mayoría de veces a pesar de que no entendían ni papa de lo que le explicaba,  alucinaban cuando les hablaba de la península de Kamchatka; del archipiélago de Nueva Zembla; o de los ríos rusos  Lena, Yeniséi...  Pero lamentablemente no estaba mucho por la labor de enseñar, sino más interesado en  leer durante el horario de clase un periódico que se publicaba por aquellos años cuyo nombre era el "Ya" .  ( Que ingenuos los niños porque se creían que mientras leía el periódico no se enteraba de lo que ocurría en la clase. Pero de vez en cuando levantaba la cabeza por encima de las hojas del periódico  y  "golpe que te crió" a quienes veía que  andaban desmadrados).   Otra de sus distracciones prosaicas durante la hora de clase era     la de percatarse   cuantos huevos habían puestos las gallinas, o si éstas  lo tenían dentro del cuerpo para ponerlo . Para comprobar esto último  solía introducir su dedo en el culo de la gallina haber si palpaba en su interior  el huevo.  Que conste que yo no me inventado   esta anécdota. Se la he oído contar a más de una persona que le vieron in situ llevarla a cabo  porque una parte de las ventanas de la escuela daban al corral donde estaban ubicadas las pitas.  ¿ Y que pasaba mientras se ausentaba durante un  tiempo Don Piri para controlar a las ponedoras?. Solía encargar   a uno de sus alumnos preferidos, Libino Pacho Rodríguez,  el cuidado de la clase para que los alumnos  no se desmadraran en su ausencia, pero como norma    los niños no le hacían ni puñetero caso  a Libino.  Allí dentro menos estudiar y obedecerle hacían lo que les venía en gana: saltar, jugar, gritar... A cuenta de aquel escandaloso jolgorio que se montaban los niños dentro de la escuela, cuando entraba en la clase, empezaba a repartir estopa de la buena. Uno  por uno les iba golpeando con aquel enorme compás de madera . Sin mirar ni preocuparse en que   parte del cuerpo les atizaba; como tampoco si habían o no  participado  en aquella escandalera .  Como se ve,  allí nadie se libraba del correspondiente mamporro.  Lo malo es que si algún niño iba a casa quejándose de que el maestro le había zurrado, las respuesta de los padres era la habitual: "Algo le habrás hecho. Seguro que te lo merecías".   Que diferente en la actualidad. Merecidamente o no, como hoy en día se le ocurra castigar corporalmente un profesor a un alumno, los padres del niño son capaces de meterle al agresor una querella criminal en el juzgado de guardia. Felizmente en este apartado se ha ido evolucionado a mejor.
 
Lo que sucedía por entonces es que en las clases de Don Piri asistían alrededor de cincuenta niños de entre seis y trece años. Supongo que el único modo que tenía para no verse desbordado por toda esa cantidad de niños de edades diferentes, era emplear   de continuo  la violencia como un método eficaz  para imponer disciplina   a toda  aquella chavalería.  También hay que reconocer  que por entonces  tampoco se daban las mejores condiciones para impartir clases en aquella rudimentaria aula. El mobiliario escolar   era escaso para tanto niño. Contaban sólo con seis pupitres. Ya me dirán ustedes como se las apañaba para acomodar a tantos alumnos  con tal exiguo número de pupitres.  Uno de los antiguos alumnos me contó  que los niños de menor edad lo único  que disponían era de una silla pequeña. A la hora de escribir tenían que ponerse de rodillas y poner el cuaderno o pizarra sobre el asiento de la silla. Que penurias, la verdad. En tan deplorables circunstancias, o condiciones,   a muchas generaciones de niños nacidos en el pueblo  impartió clases  Don Piri durante el largo tiempo que estuvo en Mozos de Cea. Aunque impartir, impartir...más bien lo justo. A mi juicio  creo que cumpliendo el expediente  sin más.  A veces pienso que con aquella dejadez y desinterés por parte del maestro para enseñar a los alumnos, cómo éstos consiguieron aprender las  cuatro reglas básicas de la enseñanza escolar.  Considero que son dignos de todo elogio por  cuanto lograron  aprender  en aquella  nefasta situación.  No me extraña que cuando se largó Don Piri para Villanófar, muchos de los alumnos que por edad habían abandonado la escuela, se vieron en la obligación de asistir a las clases nocturnas que impartía en el edificio de la escuela, el que ejerciera de sacerdote en el pueblo, Bernardo Pérez Gil, para poder ampliar sus limitados conocimientos  de la enseñanza escolar.   También hubo un tiempo que impartió este tipo de enseñanza escolar en el mismo local( concretamente en el segundo piso de la escuela)  un maestro que venía de Almanza.




( Aunque  la escuela  que aparece en esta imagen no pertenece a Mozos de Cea, podía perfectamente corresponder al momento que se impartía alguna de  aquellas clases de las que hablo en este texto. La situación es muy parecida. Como se ve los pupitres también son escasos para el considerado número de niños que están dentro del aula.  Y tal como se  acostumbraba a  hacer en la escuela ( derruida, por desgracia)  de Mozos de Cea, los niños donde pueden  se sientan en bancos y sillas. Y luego en primer plano el maestro lamentablemente con el palo en la mano, por aquello de "las letras con sangre entran"; o para imponer disciplina. ¡Vete tú a saber!. Según mi opinión,  este maestro resulta ser un    "Don Piri" más de la vida de los muchos otros tantos que   desgraciadamente  impartían clases por aquellos tiempos de infausto recuerdo)

Seguiremos con algunas anécdotas más vinculadas al maestro de marras. Como por ejemplo  la de los niños a la hora del recreo, en vez de jugar y corretear que era la suyo,   no se si les  les ordenaba o les obligaba a que fueran  a recoger   las pajas  que se hallaban  aún  esparcidas  en las rastrojeras cercanas al casco urbano del pueblo.  Las recogían con el fin de que sirvieran al maestro     para chamuscar los pelos del cerdo una vez que el matarife de turno le había pasado a cuchillo.  Porque como todo vecino del pueblo por entonces, también Don Piri hacia la matanza del cerdo. Y por cierto, era Paulino de Lucas quien cada año se encargaba de traerle  en su carro el marrano ya en su punto  para   darle matarile. Otra anécdota está relacionada con el hecho de que  en alguna ocasión  Don Piri llevaba la cara marcada de arañazos.  Este tipo se inventaba que la razón de tener así la cara  era por culpa de  una gallina clueca (o cureca tal como se conoce en el pueblo) que le había arañado con sus patas.  Pero según me han contado, culpar a la gallina era mentira cochina porque todos estaban al tanto de las grescas que a menudo tenía el matrimonio.  Con lo cual es de suponer que su mujer   en alguna de sus habituales trifulcas con el marido le debió dejar  la cara marcada con sus uñas. Por lo que se   ve su mujer, Doña Socorrito como alguno la nombran en plan cariñoso,    le echaba un par y no se dejaba amedrentar.  Volviendo al tema de la habituales castigos corporales  que ejercía el maestro contra sus alumnos,  en cierta ocasión iba decidido a propinar  sus habituales mamporros  a Eradio   García (Eradito). Temeroso éste  de la que se le venía encima,  le agarró de la pechera al maestro y antes de que le lanzara el primer golpe se largó cangando leches  de la escuela.    Al parecer alguno de los alumnos mayores,   hartos y cabreados de que les zurrara asiduamente con el compás, se les ocurrió la disparatada idea de hacerlo desaparecer. Y es lo que hicieron, creo que esto ocurrió   por las navidades. Entraron a hurtadillas por una ventana del aula, cogieron el compás de marras y en el portal de Clementino ( un  emblemático y desaparecido portal que estuvo situado en el patio de la actual vivienda de Adolfo Pacho  y  en su interior se reunían durante la mayor parte del día los jóvenes y los  niños para pasar el rato)  hicieron allí dentro  una fogata y lo quemaron. Pero a rey muerto, rey puesto;  o sea que se  aprovisionó  de un palo nuevo para aplicar sus agresivos castigos a conciencia.  En plan amenazante les decía a sus alumnos con ese nuevo vergajo en la mano:

.- Este palo es muy bueno, se agarra bien al cuerpo.

Vamos que además  se regodeaba en plan amenazador el malévolo. Pero al parecer por suerte ese palo también le duró muy poco. En esta ocasión fue Pedro Fernández Conde quien lo hizo  desaparecer. Pero estoy convencido de que otras nuevos palos o vergajos  volvería a agenciarse  para emplearlos con malvados propósitos.    Es evidente  que por toda la información de oídas que conozco sobre  Don Piri, es probable que llevaba en los genes  la maldad de aplicar los  castigos corporales, todo   con en fin de  imponer a sus alumnos  severa disciplina. 

Lo último que supe de esta persona infelizmente está relacionado con su muerte. Veréis. Nos hallábamos en el antiguo bar del teleclub tres personas, concretamente en septiembre del año 2001, viendo la televisión, que en aquellos momentos  emitía su programación a través del canal de Castilla y León, cuando de repente  apareció la esquela de Don Expiridión Sánchez González. De ipso facto una de aquellas dos personas que estaban conmigo viendo el televisor  indicó sorprendido que el fallecido se trataba de  un    maestro que había estado  hacia ya muchos años dando clases en el pueblo. La otra persona que también estaba presente allí me dio la impresión de que   en absoluto le apenaba la noticia de su muerte; es más, salió por su boca alguna maldición y exabrupto contra el fallecido. Por su enfado, deducí  que debía tener malos recuerdos o experiencias personales con el finado. Estoy seguro de que la mayoría de sus antiguos alumnos también tendrán hecha su particular opinión  sobre  Don Piri. Aunque curiosamente   hay una cosa común entre todos  sus antiguos alumnos y es que lo primero   que recuerdan y comentan sobre este persona es la forma tan despiadada y continuada  que tenía de aplicar los castigos corporales. Me  resulta lamentable y triste que lo más recordado de su larga estancia como maestro en el pueblo sea  esto último que he comentado.   A pesar  de esta infame  circunstancia de emplear de continuo  la violencia para imponer  disciplina a sus alumnos,   por toda esa considerable cantidad de  años consecutivos que ejerció de maestro en el pueblo, impartiendo con mayor o menor suerte sus clases escolares a las sucesivas generaciones de niños nacidos en el pueblo, en mi opinión, subjetiva por supuesto,   creo que su recuerdo y su persona merecen un sitio de privilegio en la Historia de Mozos de Cea. ¿ No les parece?

Y esto fue todo por hoy. Espero os haya resultado amena la lectura del texto. Sino es así, lo siento. Se tratara  de hacerlo posible en el próximo  párrafo.

Saludos para todas y todos. Y como hoy mismo empezamos el 2019, no está demás desearos "que todas las causas que os hicieron llorar en el 2018 consigáis multiplicarlas en sonrisas en este año 2019."

Rafael