jueves, 8 de octubre de 2015

RECORDANDO TRADICIONES

Seguimos como de costumbre citándonos con el recuerdo y eso supone rememorar momentos de un pasado que aparentemente nos queda ya lejano en el tiempo, pero que, sirviéndonos de la añoranza, podemos hacer  que éste  vuelva a convertirse en presente. Y es lo que a continuación voy a tratar de hacer con aquellos momentos que forman parte ya del pasado de Mozos de Cea. En esta ocasión voy a rememorar dos  tradiciones que se llevaron a cabo durante bastante  tiempo en el pueblo y que lamentablemente ya han desaparecido. Tal  como han desaparecido la mayoría de otras antiguas tradiciones, las cuales al constituir parte integral del uso y costumbre de Mozos de Cea,   son en esencia la identidad del mismo. De ahí lo importante que resulta tratar de conservarlas y, en lo posible, también recuperar las que se han olvidado o desaparecido. Pero todos conocemos sobradamente lo  harto complicado que resulta, tanto su conservación, como el recuperarlas, porque en la actualidad no se dan las condiciones ni los medios adecuados para poder mantenerlas vigentes. La despoblación y envejecimiento de las personas que residen de forma permanente en el pueblo es un auténtico hándicap para lograr tales objetivos. Por este motivo viene a veces bien recordarlas con la finalidad de  que  aún puedan   permanecer vivas en el recuerdo. Como ya comenté en otra ocasión, el hecho de rememorarlas es una manera de que no desaparezcan del todo las tradiciones, por muy intranscendentes o muy simples que puedan parecernos ahora esa forma antigua de llevarlas a cabo. Posiblemente estas dos tradiciones  de las que os voy a hablar no tenga mucha relevancia por la simpleza a que a priori representan, pero tienen su enjundia, siempre que se analicen  desde un punto de vista un tanto "sui generis". Vayamos al grano directamente sin más rodeos. Las dos antiguas tradiciones a las que me refiero, son la del   "fumaque" y la de los "senderos", ambas digamos que bien podrían formar parte de la broma costumbrista.  


EL FUMAQUE


La tradición  del fumaque se llevó a cabo en Mozos de Cea durante una época en la que yo aún no había nacido, y seguro que prácticamente   la mayoría de todos los que leéis este blog tampoco. Según me han contado quienes la vivieron in situ,  creo que consta de mediados del siglo pasado. Desconozco  en que año fue su desaparición. Y ahora vayamos al quid de la cuestión que no es otro que explicaros de lo que se trata esto del popular fumaque. En un puchero, los que utilizaban nuestras abuelas o madres para hacer el cocido de  cuando éste se cocinaba al calor del fuego que ardía dentro de su correspondiente hornacha,  se introducía hierva o paja húmeda, pelos de gato y pimentón picante ( un pimentón que por entonces creo que  picaba de cojones, no como el que venden ahora  cuyo picar resulta un tanto laing). Una vez llenado el puchero con los componentes necesarios. Los mozos correspondientes (esta tradición siempre la llevaba a cabo los mozos)  se subían al tejado de la casa donde iban a echar el fumaque. Una vez sobre el tejado, prendían fuego al contenido del puchero y éste comenzaba a humear. A continuación lo introducían por la chimenea, o humero como popularmente se le nombra  en el pueblo, y el puchero caía encima del suelo de un espacio amplio que hay al final de la chimenea al que se conoce como "tiro"  y desde allí  proseguía  humeante.  Para  que este humo  que salía del puchero no se escapara hacia el exterior, los "perversos" tapaban la boca de la chimenea, por lo tanto aquel humo  iba en dirección hacia dentro de la cocina y quienes en aquellos momentos estuvieran ocupando ese recinto de la vivienda, les tocaba respirar y oler ese humo que  soltaba un olor nauseabundo a cuenta de los pelos de gato quemado y  a su vez provocaba un constante estornudar por los efectos del pimentón picante. No cabe duda de que resultaría muy aterrador el cuadro, máxime cuando el fumaque se acostumbraba a echar la noche en que se picaba la cebolla para hacer las morcillas porque acababan de realizar la matanza del cerdo la familia que habitaba esa  vivienda. Entre en lagrimeo descomunal que produce el cortar tal cantidad de cebolla y los efectos terroríficos  del fumaque...¡Os podréis imaginar  la desagradable situación que en esos momentos se  vivía dentro de aquella cocina !. Pavor me da sólo en pensarlo.  Y no quedaba ahí la "bromita", para que ésta cumpliera con creces su cometido,  los echadores del fumaque   tenían  la malévola costumbre de  atar la puerta de tal forma que impidiera ser  abierta desde el interior. Imagino que en aquellos momentos, quienes ansiosos trataban de abrir la puerta para librarse de aquel horror y no podían hacerlo, mientras soportaban tan apestoso olor  y se ahogaban con ese asfixiante humo,  jurarían  en arameo, a la vez que echarían sapos y culebras de su boca contra los "fumaqueros".  Eso seguro.

EL SENDERO

La siguiente tradición de la que voy a hablaros, la cual   ya indiqué arriba, es la de los "Senderos" y  está relacionada con el tema de  noviazgos.  Estos senderos se hacían con la paja  de los cereales   que con el trillo previamente había sido molida.  Cuando dos jóvenes del pueblo, moza o mozo por supuesto, se sabía  o se sospechaba que andaban "de cortejo amoroso",  los mozos de turno por la noche prestos  iban a llenar el correspondiente saco, o sacos, de paja y la iban echando  en forma de camino, empezando por la puerta de la casa donde vivía uno de ellos y terminaban  en la puerta del otro. Estos senderos se hacían, bien cuando    ya se conocía públicamente el noviazgo   de la pareja, o también en plan "tocapelotas"; ya saben:  para cachondearse de la moza y el mozo a las que le habían hecho  el tradicional sendero sin que estos jamás hubieran tenido cortejo o relación  amorosa  alguna.    Como por entonces se vivía una época bastante pacata y reprimida, el tema de los noviazgos y sus correspondientes senderos  acostumbraban a causar   la típica comidilla vecinal. De ahí el motivo por lo que siempre causaba cierto  morbo tan guasona tradición. 

Desde luego que yo desconozco en que año pudo haberse echo el primer sendero de paja que  a una pareja de novios, reales o ficticios, en Mozos de Cea, pero creo no equivocarme si digo   cuando se hizo el último, el cual yo   propuse la idea por seguir con la tradición, y nadie se echó atrás; es más, gustosamente colaboraron quienes escucharon la propuesta ya que les resultó  divertida novedad para ellos. Fue a principios de la década de los años ochenta del siglo pasado, concretamente en el mes de agosto. Merche (una señora mayor y soltera que vivía en Algorta-Vizcaya, la cual  acostumbraba  a pasar cada año  unos días de veraneo en mi casa ) y Hortensio García, más o menos de su edad y en su mismo estado civil, fueron  la pareja que tuvo el honor de ser los últimos a los que se les hizo el tradicional sendero de paja en Mozos de Cea. Ambos ya fallecieron hace varios años. Por si alguien está interesado en conocer la razón por la que se les hizo este sendero, se lo explicaré a continuación.  Fue a raíz de una chufla que de forma espontánea  cierta tarde surgió frente a  la puerta de mi casa. En aquel lugar se congregó una cuantas personas, mientras sonaba música verbenera de un viejo radiocasete. Hubo algún que otro bailoteo, hasta Luis Fernández  que iba a trabajar, se bajó de su tractor y se unió al jolgorio. Todo el centro  de atención    que surgió   de aquella improvisada jarana  en plena calle fue dirigido hacia las dos personas citadas.  Por esta razón de forma generalizada los allí presentes les adjudicaron   de ipso facto  un supuesto noviazgo que  ellos, siguiendo el cachondeo y la parodia, lo  aceptaron de  buen agrado.  Después que terminó la improvisada chufla, se pensó que ,  para darle el colofón que se merecía    aquel jocoso  acontecimiento ,   lo mejor sería   hacerles el tradicional sendero de paja a los "novios" . Y dicho y echo. Por tanto,  aquella  noche fue testigo del último sendero de paja que se hizo en    Mozos de Cea, tal como ya he indicado sin temor a equivocarme.  Aún no es tarde para que éste no sea el último. Seguro que paja para este objetivo no faltará . ¿Y novios?... Oye, que si no les hay oficialmente declarados, se les improvisa para la ocasión y punto. Tal como se hizo la última vez. Y a seguir con la tradición.
 
No se que sensaciones os habrá causado la lectura de este escrito. Como ya indiqué, relevancia no es que manifiesten en demasía ambas tradiciones, como supongo que interés cultural tampoco. Pero bueno, son parte de ese acervo tradicional y popular  de Mozos de Cea, y por tal motivo creo que merecen tener su particular  recordatorio, ¿no les parece?


Saludos a todas y a todos

Rafael.
 
 
 
(* De aquella tarde cuando surgió la espontánea  jarana tengo una fotografía donde aparecen sentados en un banco ,Merche y Hortensio, pero por más vueltas que doy no consigo encontrarla. No duden que cuando la encuentre la publicaré junto al texto. Por lo tanto, queda pendiente su publicación)

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