jueves, 2 de abril de 2020

DÍAS DE ESCUELA

 
 
Siempre tuve en mente la idea de hablaros de la etapa escolar que viví en el pueblo allá por mi remota infancia. Iban pasando los días, meses, años...y no me decía nunca. Pero por fin voy a ponerme manos a la obra, y como dice el refrán: "Que salga el sol por Antequera"· Vosotros mismos lo juzgareis o valorareis como os plazca. Y dicho estas protocolarias palabras, comenzaré diciendo que yo siempre la conocí con el nombre de "Escuela Mixta de Mozos de Cea", pero resulta que en 1997 buscando material escolar para la exposición que se iba realizar aquel año, que por cierto fue la primera de las cuatro sucesivas que se iban a realizar los siguientes años,  hallé un documento donde venía inscrito el nombre de Escuela Mixta "San Benito" de Mozos de Cea. Por consiguiente su nombre oficial debía ser el que constaba en aquel documento antiguo.  Documento que a día de hoy resulta papel mojado porque es evidente que el antiguo  edificio de adobe, como fue  la escuela, ya no existe. Pero puedo dar fe de ello que años atrás existió    aquella vieja y humilde escuela, por donde  pasaron  generaciones  tras generaciones de personas nacidas en el pueblo. Y dentro de aquellas rudimentarias paredes   aprendieron, o más bien aprendimos porque yo también pasé en su día por ese edificio escolar,  los conocimientos básicos de la enseñanza. Comentaros que fue    el curso 1980-81 el ultimo año que se   impartió clases docentes a los 6 alumnos que  por entonces acudían a este  centro de enseñanza. El siguiente curso se escolarizaron en Sahagún.  Los años sucesivos al cese de las clases, la escuela se utilizó como centro de salud hasta que la junta vecinal en consenso con lo vecinos del pueblo, no exento de polémicas a cuenta de las discrepancias vecinales, porque hubo partidarios  que estaban a favor de  conservar el edificio  y rehabilitarlo y otros en  su derribo inmediato, al final se decidió, o se impuso, el  derribarlo   porque se dio por hecho que no estaba en condiciones de ser restaurado. El derribo se llevó a cabo en el otoño de 1995 y sobre el solar del mismo se construyó en 1996 el actual  centro de salud. Por consiguiente, cuando se derribó el edificio de la vieja escuela, mezclados entre sus escombros  quedó una  parte muy importante y emotiva de la Historia de Mozos de Cea. Por alguna escombrera hoy se hallará enterrada o desaparecida. Así de triste y cruel, como la vida misma.  Por desgracia  jamás volverá a repetirse. Sólo a través de la memoria regresará de vez en cuando, tal como lo va a hacer a continuación porque voy hablaros acerca de los recuerdos de mi época escolar que obviamente están intrínsecamente vinculados al susodicho centro docente. Recuerdos que hablan de momentos y situaciones que viví personalmente, y que no dudo que  son idénticas, con alguna que otra excepción, a la de  de todas las generaciones de niños y niñas que yo precedí, o me precedieron,  y que también  en su día asistieron a la escuela de Mozos de Cea.
 
 
Fue en junio de 1963 cuando yo  "entré en la escuela"( es como se decía por entonces cuando asistías el primer día a clase)  . Mi primera maestra fue Emilia Díaz Rodríguez, natural del pueblo. Comentaros que era una costumbre el que cuando cumplías 6 años "entrabas en la escuela". No importaba  el mes que fuera. Como no existía ni principio ni final de curso, y la edad obligatoria para entrar en la escuela  era de 6 años, el mismo  día que cumplías esta edad, "para adentro". Lo mismo sucedía el día que  cumplías los 14 años porque    debías abandonar la escuela, o "salir de la escuela", en el argot popular. Al no haber examen final, ni certificado primario, ni documento oficial escolar alguno que acreditara tu escolaridad, pues que en llegando la fecha de cumplir  los 14, ese mismo día puerta, y si te ví no me acuerdo. Que desgracia. Por suerte, esta pésima costumbre de no entregar un documento que acreditara el que habías completado tu asistencia escolar  pasó a mejor vida con las siguientes maestras que sucedieron a Emilia Díaz.  Maestra con  la cual estuve  dos cursos. Y el recuerdo más relevante  que tengo de mi etapa escolar con ella, era que me castigaba a menudo dejándome encerrado dentro del aula y no poder salir a la calle durante el recreo. Por esta razón lloraba desconsoladamente.  Pero ella era inmune a mi llanto. Por lo que se ve, por entonces  debía ser un trasto de leches para tan severo castigo. Y con solo 6 años. Se ve que ya apuntaba maneras. 

 



(Aquí en esta imagen, o fotografía,  podéis ver a la maestra que nombro arriba, Emilia Díaz Rodríguez, que  posa junto a sus alumnos. Todos niños. La foto si no me equivoco está sacada en 1961...¡Anda que no ha llovido desde entonces en Mozos de Cea y alrededores!...Los presentes en esta imagen, a excepción de uno que lamentablemente ya falleció, la mayoría  se aproximan a los setenta tacos de calendario. Aunque alguno creo que ya los tiene encima del cuerpo, y con alguno de propina. Vamos que todo unos señores abuelos y seguro que muchos de ellos con nietos creciditos.  Es lo que hay, y lo que toca. Y tirar "pálante". Que visto lo visto, ni tan mal.)
 
 
A Emilia Díaz, la sucedió Micaela Martínez, natural de Santa María del Río. Sólo estuvo un curso ejerciendo su cargo docente en Mozos de Cea. Fue entre los años, 1965-1966. Continuo un poco con la forma tradicional de impartir las clases, tal como  las anteriores maestras. Durante sus clases  continuábamos utilizando los populares y antiquísimos cuadernos Rubio. Supongo que alguno de vosotros  ya saben de que cuadernos hablo, aquellos  que servían de apoyo o enseñanza pedagógica y en sus páginas se hallaban todo tipo de ejercicios  de caligrafía. Los alumnos de menor edad recibían su enseñanza a través del popular " El Parvulito". Había de  de primer y segundo grado. En cambio los de mayor edad lo recibían a través de la archiconocida y famosa "Enciclopedia Álvarez", también había de primer y segundo, y que fue una de las enciclopedias más conocidas de las que se usaron durante el régimen de Franco. Creo que fue en el año  1954 cuando se empleo por vez primera  esta enciclopedia en escuela y colegios y tengo entendido que en 1966  fue el último año que se utilizó como material didáctico.  Por cierto, con esta maestra, la entrada de alumnos siguió como de costumbre: la fecha de cumplir los 6 para adentro; en cambio la salida, sólo se hacia a final de curso, o sea en junio. Fue la primera maestra que al final de curso puso exámenes a los alumnos a fin de quienes estaban capacitados o no para pasar al siguiente curso. Otra circunstancia a tener en cuenta es que   a varios de los alumnos que finalizaban su asistencia escolar en ese centro, se le otorgó el "Certificado de escolaridad".

 
 
 
( En esta fotografía  sacada en mayo de 1966, podéis ver a los alumnos del curso 1965-1966 que posan junto a su maestra, Micaela Martínez. El edificio que aparece a la izquierda se trata de la vieja escuela. Que cada una, o uno, se moleste en averiguar los nombres de todos los niños y niñas que aparecen en la imagen, si le apetece claro está. La mayoría de  estos niños  como los de arriba indicados también son ya "abueletes".  ¡Quien te ha visto y quien te ve..! En fin:  antiguos que somos. Y a seguir. Toquemos madera. )


El refrán dice que "A rey muerto, rey puesto", y es lo que sucedió, una vez que Micaela Martínez no siguiera dando clases en la escuela de Mozos de Cea y ocupara su puesta su sucesora, Honorina López. Era  natural de León esta maestra. Recuerdo que tenía  una estatura  muy alta;  y  por cierto  las piernas físicamente creo que de "buen ver". Hago este comentario porque   los mozos del pueblo por entonces cambiaba el nombre de Carolina por Honorina, a la hora de cantar el estribillo de esa pegadiza  y conocida  canción que dice: "Que lindas piernas que tiene Carolina/ ni son cortas, ni son largas/ pero son a la medida...... ).  Todos los viernes a la tarde al finalizar de dar clase,  se iba para la capital y regresaba los lunes a la mañana. Entre semana se hospedaba en casa de Trinidad Antón. Debido a que el sistema educativo español tuvo que "readaptarse" al modelo europeo, en 1967 la enseñanza escolar estaba supeditadas a    los libros de la EGB; por tanto,  Honorina fue quien impartió por vez primera en la escuela del pueblo su enseñanza  a través de estos libros, los cuales,  a cada curso correspondiente  ella misma se encargaba de comprarlos en León, pero obviamente  cuando se los entregaba a sus alumnos éstos   tenían que abonar su coste. Lógico. En mi opinión, fue la maestra que más y mejor se implicó en la enseñanza escolar y otras actividades a fines; como las excursiones de fin de curso que hacíamos a los parajes lejanos del pueblo o a visitar el río Valderaduey, con pesca de cangrejo incluida. También recuerdo que tenía una costumbre y era la de bordar, o coser, digamos que su ajuar de boda, mientras que estudiábamos. Y que era una magnífica dibujante. Todos los niños siempre que estrenábamos un cuaderno, la primera hoja del mismo la reservábamos para que nos dibujara en ella uno de sus artísticos dibujos.  Otra costumbre que tenía mas bien mala, era la de aplicar castigos físicos utilizando una regla de madera y golpeándote con fuerza en la palma de la mano. Por cierto, Micaela tampoco se quedaba atrás impartiendo su particular castigo físico. No se, pero que mala costumbre tenían aquellos antiguos maestros, en este caso maestras, de emplear el castigo físico contra sus  alumnos. Honorina estuvo tres cursos seguidos impartiendo clases: de 1966-67 a 1969-70. El último curso estuvo ausente varios meses, creo que debido a que contrajo matrimonio. Durante ese tiempo de ausencia, la suplió otra maestra, Maruja Centeno, que luego se haría cargo de dar clases durante  todo el curso siguiente. La última información que supe de Honorina  López fue que lamentablemente había fallecido en la primavera de 2012.

 


(En esta imagen aparecen la portada de cuatro libros correspondiente a la EGB y que yo personalmente utilicé para la enseñanza escolar impartida por Honorina López y Maruja Centeno los cursos y años que indica cada libro. Algunos se les ve deteriorados. Normal. Han pasado 52 años y es lógico que el tiempo los deteriore. Nada pasa en balde. Pero ahí están, como  silenciosos y fehacientes  testigos que  acreditan mi paso por la escuela de Mozos de Cea.  )


Como indico arriba, quien sucedió el año siguiente en su cargo de maestra en el  pueblo  a Honorina López , fue Maruja Centeno. Era natural de Matallana de Valmadrigal. Sólo estuvo un curso impartiendo clases, que fue también mi último año de asistencia escolar. Se trató del curso 1970-71. Esta maestra era de carácter severo y muy estricta. Su forma de ser imponía y daba cierto pavor. No era dada al castigo físico, aunque yo siempre recordaré mientras viva aquella tarde que al entrar en clase después de comer,   me calló encima tal cantidad de bofetones  que me pusieron firme. Os cuento la razón.  La susodicha maestra tenía dos hijos:  Margarita María y Juan Manuel. Convivían con ella en el edificio de la escuela porque estaba acondicionado también para vivienda familiar, incluida cocina de carbón, o leña. Y bien, Margarita María tenía un problema de invalidez que la  impedía andar normalidad. Yo como un insensato   de vez en cuando la hacia burla imitando sus torpes movimientos. Debió contárselo  a su madre. Y lo dicho: un carro de ostias, merecidas y por sorpresa. No me quedaron más ganas  de mofándome de aquella niña.   Temí que como venganza al final de curso no me aprobara el examen para obtener el certificado de estudios primarios, pero se ve que ya se la había pasado el enojo y como todos los alumnos de mi quinta obtuve el certificado, pero también por haber aprobado el examen, claro está. Porque regalar no te regalaba nada si no podías conseguirlo por tus propios méritos aquella maestra tan estricta y severa, que el único recuerdo que me quedó de ella son aquellos  momentos de  ira desatada contra mí y  que ya os he narrado.

Y una vez expuesta la lista de maestras que impartieron sus clases docentes  durante mi etapa escolar en Mozos de Cea, lo siguiente sería hablar sobre como se hallaba por entonces aquella vieja  aula donde recibíamos las clases; así como  algunas anécdotas, o momentos vividos, vinculados al entorno escolar de entones. Es obvio que habría que resumirlo bastante para que lo relatado no resultara excesivamente largo, y por tanto aburrido. Pero aún resumiéndolo, me temo que seguiría siendo un texto excesivo que acabe provocando  tedio, con lo cual, lo más prudente será publicarlo en dos partes, tal como lo he hecho en otras ocasiones. Y es lo que haré: dejar el resto para una segunda vez. Aunque bueno, escribir otro   poco más sobre este asunto no creo que termine por resultaros tedioso, ¿ o si?. Aunque en mi opinión, pienso que  esto del tedio se genera más bien a cuenta de si lo que uno  está leyendo  resulta interesante o no. ¿No os parece? Y es que cuando se disfruta  de lo que  se lee, el hastío ni da señales de vida.  Digo yo. Y bien, os cuento. Cuando entré en la escuela, así como  un par de años después, un material didáctico de uso general por todos los alumnos era la tradicional pizarra negra. Supongo que la mayoría conoceréis este artilugio de forma rectangular que normalmente tiene, o tenía, un marco de madera. Para escribir sobre su superficie oscura utilizábamos un objeto conocido como pizarro o "pizarrín" y  que estaba echo del mismo material que la pizarra.  Normalmente por entonces utilizábamos la pizarra para escribir todo tipo de ejercicios aritméticos y problemas de cálculo. Por supuesto que también había cuadernos para otro tipo de escritura. Pero lamentablemente que por entonces ni bolígrafos teníamos.   Resultaba como un artículo de lujo, por tanto difícil o complicado adquirirlo. En cambio el típico lápiz negro lo teníamos todos.   El caso que por la ausencia de bolígrafos,   el artilugio que usábamos para escribir en los cuadernos era  la peculiar pluma. Por supuesto que no se trataba de la sofisticada y moderna pluma estilográfica, sino de una mucho más rudimentaria. Recuerdo que  había dos variedades de estas plumas; una se conocía como "Pluma de pata de gallo", y la otra "Pluma de pata de cabra". La tinta que se empleaba para escribir la elaborábamos en la propia  escuela. Llenábamos una botella de agua y vaciábamos dentro de ella una bolsa con un polvo oscuro.  Una vez agitada la botella su contenido se convertía en tinta. El ir y venir de los alumnos a llenar sus tinteros de aquel líquido era una constante. Los pupitres tenía un par de agujeros y dentro de  ellos se colocaban los tinteros. Por cierto, era  algo  habitual el que cuando se sobrecargaba  la pluma de tinta cayeran gotas  sobre el papel. Para absorber  esa gotas utilizábamos  el  "papel secante". No se si existirá ya este tipo de papel en el mercado.
 
 
 




( Por si hay algún despistado, o despistada, que no sabe de que va esto de la pizarra y cuando he nombrado tal artilugio le  ha sonado  a "chino mandarín", en la imagen podrán ver de que se trata. Idéntica a la que aparece en esta imagen eran aquellas antiguas pizarras que utilizábamos los alumnos en la escuela de Mozos de Cea. Y por cierto como no anduvieras con cuidado, se te acababa rompiendo. Pero aun rota, con ella seguíamos funcionando. No quedaba otra.)
 

 
 
(También os he nombrado los cuadernos Rubio. Para que conozcáis como eran,  en la imagen aparece la portada y el interior de uno de  aquellos cuadernos que  en mis primeros años me servían    para aprender   caligrafía y ejercicios aritméticos. Y como yo, al resto de los alumnos, que no nombro, pero ellos y ellas saben de lo que hablo por experiencia propia)
 


Y bien, que ya voy a dar por zanjado este asunto escolar, pero como arriba indico, primera parte; por que habrá un segunda en el próximo texto. Espero que no os hayáis sido presa fácil del tedio,  y por tanto hayáis acabado más aburridos que una mona.  No se. Oye, pues como ya conocéis de que va el tema, a quien les haya acabado aburriendo, cosa que siento, como el próximo texto va a ser más de lo mismo pues a pasar olímpicamente de leerlo. En cambio a quienes le haya suscitado cierto interés y quieran seguir leyendo las antiguas andanzas y vivencias  escolares acaecidas en  Mozos de Cea, pues les convoco a la lectura del próximo texto que en su momento  aparecerá publicado. Tal como éste que acabáis de leer. En esa quedamos.

Saludos a todos y a todas... y, ¿por qué no seguir deseando que tratéis de ser felices?. Que este tiempo difícil que estamos viviendo por causa  de esta  pandemia vírica que nos trae a mal vivir  a cuenta  del pánico que nos causa y la libertad que nos  priva, el tratar de  feliz debe seguir siendo nuestro reto diario.   Confío y deseo  que esta situación apocalíptica termine. Y cuando esto ocurra que nos sirva de lección y tomemos conciencia de nuestra fragilidad. También   a su vez también nos   sirva para mentalizarnos de nuestras debilidades como sociedad y nuestra fortaleza como personas. Sigamos resistiendo, aunque nos resulte  sacrificado e incómodo el confinamiento. Aguantemos otro poco más para que cada día sea un poco menos. La paciencia es la mejor cura en estos casos.

Rafael

 
 
 
 




prueba

2 comentarios:

  1. No viví esos días de escuela, pero si compartí los meses de verano con ellos, con vosotros, con los de mi generación, recuerdos felices de la infancia.

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