domingo, 25 de marzo de 2018

INVITADA

Continuando con el capítulo de invitados, para la ocasión traigo un texto relacionado con la semana entrante que tan hondo significado tiene para la religión cristiana, como es la Semana Santa, la cual empieza hoy con la festividad de Domingo de Ramos. La autora del texto, por tanto invitada, nos deja una visión nostálgica y personal de como vivió en su infancia aquellos tiempos remotos  esta semana básicamente  litúrgica. Muchos de los momentos y vivencias que describe, y las cuales son auténtica añoranza,  las conozco y he vivido in situ. Os comento que el texto que ha continuación voy a publicar  está transcrito literalmente de la revista "Concejo Abierto",  de la cual a principios del milenio se editaron tres números de la misma. Sin más dilación, os dejo con esos recuerdos.



LA SEMANA SANTA EN EL RECUERDO
 
Después de la rigurosa Cuaresma llegaba a nuestras vidas, con el Domingo de Ramos, la Semana Santa. Era una semana larga, llena de actos  litúrgicos, mañana y noche: algunos actos se hacían pesados y parecía que no iban a terminar nunca, otros como  "las tinieblas", resultaban amenos incluso divertidos, sobre todo para los niños, a pesar de que eran días de oración y recogimiento.
 
De los recuerdos más gratos que tengo de la Semana Santa en el pueblo de Mozos, es sin lugar a dudas, el que era para mí, todos los años, un "maravilloso monumento". Estaba confeccionado con sábanas y colchas blancas y adornado con flores en su interior; tenía que ser  una estupenda morada  para Jesús Sacramentado. No había en los contornos otro que se le igualara.
 
Emocionante era la ceremonia de la bendición de los ramos, así como la procesión que se formaba para la recogida de los mismos. Los ramos, los traían del "Monte de Valdescapa", de un arbusto que allí crecía y que llamaban "patagallina"; iban a por ello los mayordomos de la iglesia.
 
   " Pueri hebraeorum
    Portantes ramos olivarum
    Obviaverunt Domino
    Clamantes et dicentes:
   " Hosanna in exceslsis"

El sacristán se los iba dando al cura, éste a su vez a cada uno de nosotros que besábamos el ramo y la mano del sacerdote. Después de esto, el celebrante, salía al portal con la cruz y una parte de los cantores, de manera que unos cantaban dentro y otros fuera:

    "Gloria. Laus et honor
    Tibi sit Rex Criste, Redenptor:
    Cui puriles decus
    Promposit hosanna pium".

A continuación el Cura daba la puerta con el mástil de la cruz y la puerta se abría entrando todos a la Iglesia para continuar la ceremonia.
 
Por la noche en el Rosario se cantaba: "Jesús que triunfante entró, Domingo en Jerusalén, por Mesías se aclamó, y todo el pueblo en tropel a recibirlo salió".
 
El lunes y Martes Santo, por las mañanas, Calvario, en la noche Rosario donde cantaban las estrofas que continuaban del Domingo de Ramos: El lunes: "Jesús que al morirte te vas". El Martes: "Martes Santo se juntaban..."El Miércoles Santo se confeccionaba el "Monumento", para todos un día especial, pero quedaba apagado. Ese día ya había "Oficios" (Misa, lectura de la pasión) y por la noche "tinieblas". En las "tinieblas" se leían los textos que llamaban "elementaciones"; se recitaban alrededor de una mesa y cuando se terminaban, entraban los cantores a la Sacristía para entonar "Miserere"; las voces graves y profundas de los hombres en el recinto incomparable de la Iglesia, casi en penumbra y sólo iluminada por las velas, nos hacían vivir el momento más sentido y hondo de la Semana Santa.

Mientras se iban apagando las velas del candelabro, una por una, hasta llegar la oscuridad más absoluta y entonces, daba comienzo la "hecatombe": el ruido estridente de las matracas, "carracas" y "ranas" accionadas por los niños y niñas, y alguna que otra patada de los mozos, hacían que el momento fuera impresionante.

El Jueves Santo por la mañana, había Misa y se trasladaba el Santísimo al Monumento cantando el "Pange lingua gloiriosi...", los santos se tapaban y los actos religiosos los avisaban los niños con sus matracas y carracas porque no se podía tocar las campanas. Desde ese momento, cada vecino llevaba una vela para "lucir" al Señor. Gustaba ver a los Mayordomos turnándose en la ceremonia que constituía cortar el pabilo de las velas para que éstas lucieran mejor. Los niños sin saber muy bien porqué entrábamos una y otra vez, nos gustaba ver el trasiego de gente entrando y saliendo de la Iglesia, haciendo la reverencia ante el "Monumento", rezar, salir y volver a entrar...

Por la tarde, Procesión de la cruz; al finalizar la misma, se cantaba "Llegué a contemplar, la pasión y la muerte de Cristo". Por la noche de nuevo "tinieblas", "con elementaciones" "Miserere" y "carrancada".

Por las noches, mientras estaba expuesto el Santísimo, los hombres se quedaban a velarle en la Iglesia. Hora Santa, y según el rumor, para honrar al Señor, se bebía algún "traguín" de "aguardiente", aunque esto no está confirmado, nunca sabremos lo que aquellos hombres serios hicieron durante aquellas largas noches de tantos años además de velar al Santísimo; sin duda, también esto ha pasado a la historia y formará parte de la leyenda de nuestra Semana Santa.



( A principios de la década de los noventa del siglo pasado, durante varios años sucesivos se organizaba un calvario nocturno por las calles del pueblo. En esta imagen podéis observar uno de esos momentos de su celebración)  


El Viernes Santo, calvario, oficios, procesión de la Cruz y Adoración de la misma, se cantaba: "Pésame Señor de haberos ofendido...", ese día se desmontaba el "Monumento". Los alfileres utilizados para la confección del mismo, y ya como una tradición, se repartían a la chiguitería que hacía con ellos un juego. Se repetían los actos por la noche.

El Sábado Santo, por la noche, Vigilia Pascual, Bendición del Fuego, Bendición del Cirio Pascual, Bendición dela gua en la Pila Bautismal y Misa Solemne este acto se hacía  por la mañana, muchos de nuestros mayores todavía lo recuerdan.

El Domingo de Pascua...las campanas, volvían a voltear.
 
 

Autora del texto: Mª Dolores Pacho Pacho (Lola)



Nació y se crió en Mozos de Cea, donde reside  de forma permanente todo el año. De carácter jovial y alegre. Por su excelente y cantarina voz,   forma parte de "Coro de Mozos de Cea".  

Los vínculos  que unen a esta mujer  con el pueblo, son tanto paternos como maternos; además  sus orígenes, intrínsecamente de Mozos de Cea, se remontan a tiempos  ancestrales.

Sus padres fueron: Pedro Pacho Pacho y Dionisia Pacho Rodríguez. 


Espero que disfrutéis con la lectura de estos emotivos recuerdos asociados a la Semana Santa que antiguamente con profunda devoción se celebraba en  Mozos de Cea.

Saludos a todas y a todos

Rafael
 

 

 

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